Nació en la ciudad de Jiménez, Chihuahua dentro de una familia de inmigrantes libaneses, don Jorge Gánem y doña María Daher, establecidos en ese estado y dedicados al comercio. Su niñez y juventud fueron hermosas. Ella siempre recordaba con mucha alegría esta época de su vida. Leila siempre se identificó con su padre, y fue su brazo derecho en el almacén de la familia. Fue la cuarta, dentro de una familia numerosa: María Luisa, Salvador, Tony, Julián, Carmen, Pepe y Zulema. Conoció a quien después sería su esposo: don Fulgencio Gómez Rodríguez, un arquitecto llegado de España, dedicado a la construcción, y más tarde a la agricultura y a la ganadería- siendo sus principales cualidades la honradez y el trabajo arduo. Recién casados llegaron a vivir a Torreón, donde procrearon a sus cuatro hijos: Rupy, Leila, Marcelo y Tere.
La señora Leila supo hacer amistades para toda la vida, gracias a su excelente generosidad y su gran simpatía. Era una anfitriona sin igual. La gente era siempre bienvenida y atendida espléndidamente en su casa. Tenía una personalidad especialmente alegre; gustaba de la música y disfrutaba contar y que le contaran ?chistes?. Siempre se preocupó por el pobre, el desvalido y, a pesar de sus limitaciones físicas, tejió durante muchos años chales y bufandas para los necesitados. La gente que le rodeaba, principalmente su enfermera Imelda, tejía suéteres para los niños pobres. Su mayor ilusión era saber que las cajas que ya estuvieran llenas de tejidos para poder entregar en épocas navideñas.
Fue una mujer de fe; tuvo siempre un gran amor a Dios Nuestro Señor, y una especial devoción a la Santísima Virgen del Perpetuo Socorro. Vivió una vida muy plena; amó profundamente y dejó muchas enseñanzas. Su recuerdo vivirá por siempre en nuestros corazones.
Descanse en paz.
1 de septiembre de 2002