Sólo creer o vivir la creencia
Estamos en fechas de reflexión y armonía. Nuestro país es predominantemente católico y celebramos la Navidad, el nacimiento de Jesús. Esto me lleva a reflexionar una situación que he visto.
Cerca de mi hogar hay una casa por la que paso frecuentemente y he visto que realizan diferentes actos de fe, se reúnen a orar, reciben a figuras de algunos santos que velan por toda la noche y otros los tienen por toda la semana, es visitada con frecuencia por el sacerdote de la iglesia cercana y a las personas que moran allí participan en los actos religiosos de su templo, como son procesiones, peregrinaciones, kermesse y todo aquello que fortalezca su creencia.
Por otra parte cerca de esta casa, hay una fábrica de ésas que llamamos maquilas, donde una gran cantidad de personas acude a trabajar desde 8 de la mañana a tal vez 6 de la tarde, porque si hay mucho trabajo tienen que quedarse horas extras. Pasan más de ocho horas encerrados frente a una máquina de costura sin poder desconcentrarse. Cuando salen por la tarde, si no es que de noche, se les ve su cara cansada y todo su cuerpo. Van muchas mujeres a trabajar que supongo que tienen necesidad de un ingreso para proveer a sus hijos y se alejan prácticamente todo el día de su familia, y lo peor de todo, por una remuneración que no les alcanza para satisfacer completamente sus necesidades.
Esta fábrica cuenta con comedor en su interior, por lo que en todo el día no reciben rayos de sol.
No sé por qué, pero algunas y algunos de los trabajadores salen al medio día a comer fuera de la fábrica, a la misma calle, se sientan en el mismo suelo, a la orilla de la banqueta o donde encuentren, bajo cualquier sombra, son pocos los árboles y los que hay son pequeños. La hora de la comida es también un rato de distracción, y solamente eso, un rato.
Uno de estos lugares es fuera de esta casa de mucho catolicismo, de mucha fe, en la jardinera que está en la banqueta.
Un día me sorprendió que la jardinera de esta casa estaba llena de aceite quemado, de ése que le quitan a los carros cuando le hacen el cambio de aceite. De ése que mancha la ropa y es difícil de quitar. Me pregunté por qué pasaría eso, puesto las personas de esa casa no son de las que “echan” mecánica y más raro es que estuviera en un lugar raro o difícil de salpicar. Más que nada el aceite estaba derramado en forma pareja por toda la orilla de la jardinera.
Fueron varios los días que pasaron para que pudiera entender qué había pasado. Las personas de la misma casa habían derramado este aceite para evitar que los trabajadores de la maquila y cualquier otra gente se sentaran.
Supongo yo que se molestaban por el bullicio que hacían durante ese rato. Tal vez les dejaban basura. No lo sé realmente, nunca les pregunté ni me lo dijeron.
Pero sí me pregunté, pensando en la profunda fe que veo practican en esta casa. ¿Qué hubiera hecho Jesucristo? ¿Qué nos hubiera enseñado a los católicos?
Mis fantasías sólo pudieron pensado a que nos hubiera invitado, o tal vez exigido, a brindarle un apoyo, haberles ofrecido una silla más cómoda a estos peregrinos, a estos trabajadores. A tener una sombra más confortable para que pasen ese rato frente a nuestra casa. A ofrecerles un vaso de agua fresca para que sigan su camino. Todas mis ideas no pudieron ser muy diferentes a éstas que menciono.
Yo me pregunto, en esta casa se cree sólo en la creencia o se vive su fe, las enseñanzas de Dios.
Sin embargo, esta casa, cuando pasé ayer vi, ya está adornada, muy adornada para festejar la Navidad. ¿No se les habrá olvidado, se les habrá ocurrido adornar su propia vida?
Cuantos de nosotros nos acordamos de poner foquitos por toda la casa, de abrir la ventana para que se vea el árbol de Navidad, pero nos hemos olvidado de iluminar a nuestro prójimo, de abrir la ventana de nosotros mismos, de dejar de tener una casa y convertirla en un hogar.
Que esta Navidad sea para Ser Humano.