El asesino en serie que amenaza desde la semana pasada la región de Washington tiene ya siete muertes en su haber, al determinar un examen balístico que el hombre asesinado en la noche del miércoles fue tiroteado con la misma arma usada por el francotirador.
El jefe de policía del condado de Prince William (Virginia), Charlie Deane, dijo en rueda de prensa que los exámenes balísticos demostraron que la misma arma fue utilizada para asesinar de un solo tiro en la cabeza a Dean Harold Meyers, de 53 años.
Se trata de un rifle semiautomático de calibre 0,223 y de alta potencia.
Meyers, asesinado a las 20.20 horas del miércoles (00.20 GMT del jueves) en Manassas, a 50 kilómetros de Washington, se convierte en la séptima víctima mortal de este asesino en serie, que comenzó sus ataques en la región de Washington el pasado día 2.
"Las evidencias han vinculado estos casos", afirmó Deane, quien aseguró que en esta ocasión no se encontraron en el lugar próximo al crimen mensajes o notas del asesino, y que todavía no está claro desde dónde realizó el disparo que mató a Meyers.
El jefe de policía añadió que se siguen analizando las cintas de vídeo de las cámaras de vigilancia de los locales y comercios cercanos para tratar de encontrar alguna pista.
También esta vez el autor del disparo escapó sin ser visto, aunque varios testigos coincidieron en informar de que vieron salir del lugar una furgoneta blanca en dirección a la autopista 66, que conduce a Washington.
Nadie ha visto hasta ahora al asesino en serie, que no actuaba desde el pasado lunes, cuando hirió de gravedad a un niño de 13 años que entraba en el colegio en Bowie (Maryland).
Tras esa agresión, la policía encontró en el lugar una carta de tarot que representa a la muerte, en cuyo reverso el presunto asesino escribió: "Querido policía: soy Dios".
La carta y un casquillo hallado en el mismo lugar son oficialmente las únicas evidencias que las autoridades tienen sobre este asesino en serie, por cuya captura hay ya una recompensa que asciende a 307.000 dólares.
Desde el pasado día 2 el asesino ha matado a siete personas, cinco en Maryland, una en Washington y una en Virginia, y ha herido a dos, una también en Maryland y otra en Fredericksburg (Virginia), a unos 130 kilómetros de distancia del área de la capital de EEUU.
El asesinato de Meyers es la octava agresión del francotirador que se produce en una zona muy transitada por la cercanía de negocios, la tercera que tiene como escenario una gasolinera y también la tercera en las cercanías de una autopista.
Se investiga también si sus ataques en serie pudieron haber comenzado el pasado 14 de septiembre, cuando el empleado de una tienda de licores del condado de Montgomery resultó herido con una munición parecida a la del rifle del francotirador.
La confirmación de la séptima muerte ha aumentado aún más la psicosis entre la población de Washington y su región metropolitana.
La tensión sicológica aumentó enormemente el lunes cuando el francotirador eligió como víctima a un niño que entraba al colegio.
Ello ha generado medidas de seguridad sin precedentes en las escuelas de Washington y de los condados afectados de Maryland y Virginia, cuyos accesos están controlados por agentes de policía.
Además, siguen canceladas numerosas actividades escolares al aire libre, así como excursiones por motivos de seguridad, según las autoridades.
Muchos partidos deportivos escolares también fueron suspendidos, y en el condado de Fairfax (Virginia) se cerraron los campos de juegos deportivos para los menores.
Los profesores de los colegios se han convertido en improvisados consejeros psicológicos de los estudiantes, que en algunos casos llevan más de una semana sin poder salir a los patios de recreo.