SUN-AEE
GUADALAJARA, JAL.- Cuando faltaban diez minutos para las diez de la noche vino la explosión. Luego, el silencio. La orquesta, a una orden del maestro Leo Brouwer, comenzó a tocar, y a un costado, un hombre con indumentaria oscura y gafas, puso el canto y la poesía. Daba inicio el evento más esperado de la Feria Internacional del Libro (FIL), protagonizado por Silvio Rodríguez.
Desde las cinco de la tarde, ya había jóvenes apartando lugar en la pequeña explanada de la FIL. A medida que pasaban las horas, la ola humana iba creciendo.
A las ocho y media el sitio estaba saturado, las personas invadían la lateral de la avenida Mariano Otero, se trepaban en una pipa o bien en los árboles de un camellón. El tráfico se extendía a casi un kilómetro del lugar y la expectación aumentaba.
Pasadas las nueve, fue el maestro Leo Brouwer, a cargo de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, el que inició la fiesta, desgraciadamente no con mucha aceptación por parte de la mayoría de los congregados. Tres piezas, entre ellas una orquestación de un tango de Piazzolla y una elegía dedicada al Granma, fueron el magistral preámbulo.
En la explanada casi todos hablaban y sólo aplaudían cuando llegaba el final de la interpretación.
La llegada de Silvio Rodríguez fue el detonador. La masa comenzó a individualizarse a partir de sus consignas: la dictadora sexual (“Silvio, hazme tuya aquí y ahora”), el etílico vulnerable (“Pásame la chela, con este me pongo hasta atras”), o bien el despistado (“¿Todavía están ensayando?”).
Las canciones fueron recibidas en medio de aplausos y gritos. Los cigarros impregnaban el ambiente de un olor a tabaco. Un notable aroma a marihuana se esparcía. Todos volteaban a verse.
Móchense, gritaba una chavita chela en mano. Todo provenía de una mata de rastas debajo de las cuales había un hombre barbado con mirada perdida y cristalizada que presenciaba todo a ras del suelo. Pero arriba la fiesta continuaba, pese a que desde la parte de atrás sólo podía apreciarse la pantalla, siempre y cuando a una chica no le diera por treparse a los hombros del galán.
Cuando Silvio cantaba “¡Oh Melancolía!” llegó la incertidumbre. Era la tercera rola, la cuota se cumplía, sin embargo, la cuarta canción fue a la vez alivio y resumen del inconsciente colectivo: “Quédate, para poder vivir sin llanto...”.
Vino entonces el primer encore que constó de dos canciones de las que la última fue interpretada, con permiso de Leo y la orquesta, sin acompañamiento. Sueño con Serpientes, inició Silvio y la mayoría cantó ante la invitación silenciosa del artista. Al terminar se fue. El protocolo exige que el público silbe, grite y aplauda. Así sucedió. Silvio complació al respetable con “Rabo de Nube”.
Una vez más se fue. El público repitió la fórmula, pero esta vez añadiendo un coro improvisado: ¡Silvio, Silvio! El aludido volvió al escenario y dijo: “De verdad, hace mucho tiempo que no hago esto. Nunca pido nada, pero hoy les pido un poquito de piedad”.
Era el anuncio del fin que no pudo ser mejor: Te Doy Una Canción, con rasgueo fuerte a la guitarra, con trancazo a cargo de uno de los espectadores trepados al árbol, con un coro monumental y emotivo que respondió a los versos que diseñaron su educación sentimental: “Te doy una canción/ se abre una puerta/ y de la sombra sales tú/ Te doy una canción/ de madrugada/ cuando más quiero tu luz...”.
Silvio se fue, no sin antes gritar “¡Viva México!” Mientras la multitud se dispersaba, un grupo exigía su derecho a la tradición: “Ojalá”, “Ojalá”, grito sin eco que se extendió por la templada noche tapatía.
Rompe un largo silencio
El trovador cubano Silvio Rodríguez rompió la noche del lunes más de tres años de silencio al subir al escenario junto a la Orquesta Nacional de Cuba dentro de los actos dedicados a su país en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL).
-A pesar de la extraordinaria acogida del concierto, algunos echaron en falta un poco más de calor de su ídolo, quien no dio explicaciones del por qué llevaba más de tres años sin actuar a pesar de que sigue componiendo.
-La tremenda expectación que suscita la estancia del trovador cubano en Guadalajara, la capital de Jalisco, ha hecho que estos primeros días de feria se le haya visto poco, casi siempre de forma fugaz y acompañado en sus desplazamientos por una pequeña escolta.
-Ante más de 3,000 personas, acudieron al escenario la Orquesta Nacional de Cuba que dirige el compositor Leo Brouwer, y el propio Silvio, que actuó como acompañante con sus canciones. La orquesta interpretó primero sus propias piezas para posteriormente ceder todo el protagonismo a Silvio y a su música, los más esperados de la noche.
-El cantautor cubano se encontró un público entregado, ante el que interpretó sin fallos tres piezas de su nuevo disco, Expedición, y otras más antiguas como Te Doy una Canción y Sueño con Serpientes.
-Los músicos de la Orquesta habían sido avisados con antelación deque además de su actuación debería acompañar en algún tema a Silvio, lo que sucedió con el penúltimo.
-Una vez se retiró del escenario los gritos de sus seguidores le animaron a volver para brindarles la sexta y última canción de la noche.
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Le cuesta trabajo reincorporarse
En la víspera de la actuación Silvio, quien es además diputado de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba, intervino en una sesión de preguntas y respuestas a la que asistieron más de 2,000 personas a quienes les prometió que cantaría dos o tres canciones al día siguiente.
“Hace años que no canto, no es por nada en particular. Me metí en un trabajo que me consumió mucho tiempo y luego me ha costado reincorporarme”, dijo entonces Silvio.
Añadió que no se sentía con fuerzas de ser interlocutor de tantos seres humanos distintos, que no forman una masa: “cada uno es único e indivisible”.
“Cuba es un país vivo y por tanto con contradicciones. Siempre han existido diferentes maneras de enfocar la cuestión cultural”, recordó Rodríguez.
El cantautor estuvo en ese acto acompañado por el ministro de Cultura cubano, Abel Prieto, el compositor Leo Brouwer y el escritor Roberto Fernández Retamar, a quienes presentó ante todo como sus amigos. Sin embargo, muchos de sus incondicionales que había en la FIL no aceptan estas razones. Arturo, un estudiante de 25 años, se mostró contrariado por la brevedad del concierto y no se explicaba las razones de su prolongada ausencia de los escenarios teniendo tan amplio apoyo delos jóvenes.
“Aquí ha venido como funcionario público y tuvo que ajustarse a su papel. Tuvo que cumplir”, explicó.
El estudiante lamentó que no haya tenido la oportunidad de explicar a sus seguidores con claridad “si viene o no como funcionario político” a un evento cultural como la FIL. En la explanada de la FIL hubo quienes aguantaron once horas delante del escenario para no perderse la actuación de Silvio en esta edición de la Feria que tiene a Cuba como invitada de honor.