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Sin lugar, los niños de la calle

POR: CRISTAL BARRIENTOS TORRES

FOTOS: SERGIO REYES Y JESÚS GALINDO

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Se cuentan por decenas en las arterias de la ciudad. Han hecho de las esquinas y los cruceros, sus centros de trabajo. Y cuando cae la noche, los niños de la calle se van en busca de una casa ajena, de un lugar dónde dormir, pero lejos de la vista de todos.

Y es que Torreón no cuenta con la infraestructura necesaria para asistir a los niños de la calle ni en situación de riesgo. Las dependencias responsables trabajan con poco personal para atenderlos y sólo existen dos albergues oficiales en el Municipio: Casa Cuna y Casa Hogar.

Los albergues resultan insuficientes para atender a tres mil 504 niños en situación de calle o trabajan-do que existen en Torreón. Ambos sólo tienen capacidad para 150 menores.

Otro ejemplo es la Procuraduría de la Familia, ahí el personal es insuficiente y el trabajo mucho, tan sólo en 1999 registró más de 400 casos de niños atendidos por denuncias de maltrato, abuso, abandono, entre otras.

Así, cuando la dependencia recibe a una niña maltratada o víctima de abuso, no puede generar respuestas adecuadas, la razón: los albergues oficiales se encuentran saturados. Lo mismo sucede con los particulares.

Y mientras el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), informa que en Torreón no hay niños de la calle, Ana Cebolla Pau, coordinadora general de Espíritu que Danza, -un movimiento de apoyo a menores maltratados, trabajadores, indígenas y de la calle-, asegura lo contrario.

?El DIF no ha dado respuesta al problema de los niños de la calle, los menores siguen en la calle, pero ahora se esconden porque temen que los detengan en una redada, se van a las colonias de la periferia y ahí duermen en casas abandonadas?.

Casa Puente, agrega, no responde a las necesidades de los niños de la calle y en la calle: ?querer meter en un sólo cajón todos los problemas no es lo correcto, pero lo más grave es creer que todos los problemas se resuelven del mismo modo?.

Cebolla Pau también difiere de las versiones del DIF al tratar de explicar la causa principal del problema de los niños en la calle, pues el organismo responsabiliza a los padres del trabajo infantil.

?En Torreón no hay explotación infantil, el trabajo de los menores es una consecuencia de la situación económica y las condiciones de miseria en que viven cientos de familias?.

La familia, agrega, no es la culpable de todos los males que aquejan a la sociedad, sólo viven una problemática interna derivada del modelo económico.

Si no se ve la problemática social, agrega, nunca se entenderá la problemática de la familia y menos se podrá ayudar a un niño en riesgo de calle. En Espíritu que Danza, se cree que la única manera de apoyar al menor es trabajar con los padres y la comunidad.

Para conocer el fondo del problema, señala, se debe ver al niño y su entorno, además de conocer los motivos por los que se alejan de sus familias. ?Imagínate una colonia polvorienta, sin agua, sin espacios verdes, en condiciones deplorables y sin nada que arraigue al niño, entonces el menor sale a la calle como una solución a su situación familiar, la cual está provocada por la situación social?.

Si no hay información real sobre la problemática que viven los menores en y de la calle, la comunidad adopta una postura ajena a la situación, se implica menos pero le duele igual.

?A la gente le duele que estén en la calle, les asusta que haya inseguridad, la sociedad se podría implicar más si se entendieran los programas de apoyo, pero éstos tienen que estar estructurados a inmediato y largo plazo, con visión?.

El fenómeno del niño de y en la calle es nuevo. ?Es muy fácil decir que hay explotación infantil, cuando lo que se tiene que hacer es proteger a la población vulnerable?.

El sistema educativo es deficiente y por ende no arraiga a los niños, según señala Cebolla Pau, ?cuando establecen el programa de Desayunos Calientes yo me alegro pero me da tristeza pensar qué pasa con las familias que ni siquiera pueden darle de comer a sus hijos, eso refleja la problemática real, donde se ve como un logro y es un logro que el niño desayune?.

El aspecto de salud, señala, es igual, es deficiente. En Espíritu que Danza, se ha creado una red de médicos solidarios que atienden a los niños, en la zona donde trabaja se logró construir un pequeño centro de atención médica y está dando buenos resultados.

A decir de la coordinadora de Espíritu que Danza, las colonias deben tener una infraestructura urbana y social suficiente, lógica, mínima, de tal manera que la propia comunidad de los niños responda a las necesidades de las familias, así los menores no buscarán cosas en otras partes porque lo tienen en sus sectores habitacionales.

Ana Cebolla Pau advierte que no existen estudios confiables sobre el problema de los niños en la calle, por eso todas las instituciones relacionadas con el tema deben unir esfuerzos para lograr conocer qué está pasando con los menores de edad en Torreón.

Los estudios realizados por el DIF o por algún otro organismo, asegura, no son confiables: ?los niños aquí vienen y nos dicen: nos preguntaron cómo nos llamamos y les dijimos otros nombres, les dijimos que vamos a la escuela, siempre mienten como mecanismo de defensa?.

Y añade: ?si un niño de la calle te dice que se llama Juan lo más seguro es que tenga otro nombre, otra edad, para lograr que el niño tenga confianza por lo menos se debe trabajar mínimo seis meses con él?.

En opinión de Cebolla Pau es fácil detectar cuando un niño está en riego de pasar de su casa a la calle, pues hay indicadores muy claros.

Las familias uniparentales son un ejemplo: sólo está la madre y el padre está ausente, pues al no poder dar respuesta a las necesidades de su esposa o hijos prefieren alejarse y formar otra pareja, entonces la mujer asume toda la responsabilidad.

Ante la falta de una figura paterna, el mayor de los hijos sale en apoyo de las madres, pero conforme transcurre el tiempo comienza a sentir la presión y eso es indicador de que el niño se va a ir de la casa, pues emocionalmente no puede con la carga.

Otro claro ejemplo de riesgo es la familia del campo que emigra a la ciudad en busca de oportunidades. Al cambiar su modo de vivir, les cuesta mucho integrarse, ?Torreón no tiene una infraestructura adecuada para ellos, el Gobierno no la ha generado, las familias campiranas no encuentran modelos económicos alternativos que les permitan el sostenimiento de los niños?.

Cuando la familia viene del campo no tiene la red social de apoyo de la tía, la abuela, la prima, que muchas veces sirven para ayudarse unos a otros. Al llegar a la ciudad se convierten en familias solas, aisladas y eso las debilita.

?Ese es otro indicador que posibilita que el niño pase a la calle porque la situación que vive no le ayuda, no está construida esa red social alrededor del menor y eso es justamente lo que los organismos debemos hacer, debemos acercar a la familia del campo con otras?.

Se trata, dice, de ayudarlos a restablecer esa red social entre las familias, donde aprendan a escuchar-se, a ser más solidarios unas con otras, además deben contar con proyectos de vida para salir adelante poco a poco.

?El león no es como lo pintan. Se ha querido ver a la familia como la responsable de todos los males de la sociedad, pero no es así, nadie está por gusto en las calles?.

Una sociedad sana e inteligente, agrega, se ocupa de los sectores más vulnerables, pues si descuida a una parte de ella habrá resentimiento, envidias, pero sobre todo habrá una situación de injusticia.

El problema de los niños de la calle y en la calle, señala, es tan grave que el DIF no se ha podido poner de acuerdo con los Organismo No Gubernamentales (ONGS), para seguir un mismo programa.

?Es un problema complejo, difícil, pero todos somos responsables, hay que quitarse los prejuicios para entender este nuevo fenómeno social y buscar soluciones en conjunto?.

DIAGNÓSTICO

En el contexto de una depresión económica nacional, a partir de 1994-1995 se empieza a observar un incremento de niñas desempeñando diversas actividades en los cruceros de la ciudad de Torreón, Coahuila.

Gran cantidad de estos menores vive en asentamientos marginales de la periferia oriente de la ciudad y habitan casas de cartón o material de desecho, en un entorno de violencia intrafamiliar y social.

?Espíritu que Danza? observa que estos niños suelen carecer de una figura paterna y esta circunstan-cia los obliga a desempeñar en ocasiones, el rol de proveedor del hogar, una presión desproporcionada para su edad, en consecuencia hacen a un lado su infancia y se inician precozmente en oficios subalternos callejeros, que involucran riesgos y un daño emocional en su desarrollo psico-social.

Otro de los aspectos que observan en sus primeros contactos con los niños, fueron sus enfermedades gastrointestinales y bronco respiratorias, éstas son endémicas en la población infantil marginada debido a las condiciones insalubres de su asentamiento y a la precariedad de los materiales de construcción a una falta total de atención médica.

Aún así, algunos niños expresan sentirse bien, aunque un análisis más detallado revela que su peso y estatura no son los indicados para su edad debido a la mala calidad de su alimentación.

Uno de los síntomas que manifiesta el niño de la calle, entre otros, es el de la deserción escolar.

Debido al ambiente en que viven, algunos de ellos han probado inhalantes desde una edad muy temprana. En algunos casos han roto el lazo familiar y lo sustituyen incorporándose a alguna pandilla. A través de un proceso el niño empieza a vender mercancía pequeña, realiza diversas actividades en los cruceros o comete pequeños robos.

De esta forma, el menor queda expuesto a una serie de situaciones de riesgo que ha de enfrentar solo y sin recursos. También el inicio de esta actividad delictiva lo llevará a la cárcel, o los llamados centros de readaptación, de los que saldrá para seguir delinquiendo y así sucesivamente.

Poco antes de 1996, ?Espíritu que Danza? realiza un estudio sobre el niño de la calle, a partir del cual se generó el primer plan de trabajo de la institución. En aquel tiempo, uno de los propósitos era vincular el proyecto naciente con alguno de los programas locales existentes.

Sin embargo, ninguna de las alternativas, públicas o privadas, tenía la visión de una atención integral y personalizada que es la esencia del proyecto ?Espíritu que Danza?.

La institución considera que la presencia creciente de niños trabajadores y niños de la calle demuestra el fracaso de las políticas públicas y la falta de voluntad política para destinar presupuesto suficiente para enfrentar la extrema pobreza que aflige a sectores marginales urbanos y semiurbanos.

Por ello, ?Espíritu que Danza?, A.C., propone un modelo de rehabilitación integral del niño que considere su contexto familiar y social, con el objetivo de revertir el ciclo, al parecer, inexorable del niño de la calle. Un colectivo formado por profesionales forma el núcleo de la asociación que de su diaria convivencia con los niños extraen la experiencia que les permite reorganizar su conocimiento en un proceso constante de búsqueda para mejorar la calidad de su trabajo.

De manera estratégica, la asociación misma funge como canal concientizador al involucrar a diversos sectores de la sociedad civil en una participación colectiva, al tiempo que acompaña a los niños en su proceso de transformación como personas y lo hacen luchando de forma cotidiana por sus derechos.

CADA VEZ SON MÁS

Cada día es mayor el número de niños de la calle y en la calle, las estadísticas y el estudio ?Yo también cuento? -ordenado por la UNICEF- así lo demuestran.

· Los datos preeliminares del estudio ?Yo también cuento?, muestran que en 1997 había dos mil 71 menores de calle o trabajando. Este año se tiene un registro de tres mil 504 menores, es decir, en cinco años se incrementó en un 69.19 por ciento.

· El 90 por ciento de los niños que están en situación de calle han consumido drogas

· De los que han consumido drogas, el 95 por ciento son hombres y el resto mujeres.

· Por grupos de edades, de recién nacidos a tres años (acompañantes de trabajo de los padres de familia), se incrementó en un 167 por ciento, y de cuatro a siete años en un 147 por ciento.

· Otro factor importante fue el hecho de que los menores de género femenino se incrementó en este periodo un 123 por ciento, mientras que los menores del sexo masculino sólo un 48 por ciento.

Los conceptos

Niños de la calle: son menores que al haber roto totalmente su vínculo familiar hacen de la calle su hogar: ahí trabajan, piden dinero, comen y duermen.

Niños en la calle: son menores que realizan distintas actividades: limpian vidrios, venden chicles, periódicos, rosas, son acompañantes de adultos o piden dinero en los distintos cruceros de To-rreón.

FUENTE: DIF-Torreón

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