Reuters
Ramallah, Cisjordania.- El líder palestino Yasser Arafat, nuevamente prisionero el viernes dentro de su cuartel general de Cisjordania, enfrenta una batalla por la supervivencia política, después de una reanudación de la violencia que socavó aún más su autoridad.
Israel demolió el viernes parte del complejo de Arafat en la ciudad cisjordana de Ramallah, ocupado por tanques israelíes el día anterior después de un atentado suicida que dejó seis muertos en Tel Aviv, y funcionarios palestinos advirtieron que la estructura podría derrumbarse sobre su acosado líder.
Un fotógrafo palestino encerrado con Arafat en el edificio de oficinas, el único que seguía de pie la noche del viernes en el cercado complejo presidencial, dijo que el proyectil de un tanque impactó el segundo piso de la estructura, obligando a sus ocupantes a refugiarse más abajo.
El ataque suicida del jueves y uno similar que causó la muerte de un policía israelí el miércoles desafiaron los llamamientos de Arafat a que se suspendieran los atentados.
Arafat luce impotente para controlar a los militantes, pero también dice que no puede llevar a cabo las reformas exigidas por Washington e Israel debido al cerco del ejército y a los bloqueos de áreas palestinas.
Existe intensa presión dentro y fuera de los territorios palestinos, dos días después del inicio de un levantamiento palestino que no ha logrado conseguir la creación de un estado independiente para su pueblo.
“Su posición es tambaleante y creo que está en una situación muy difícil y complicada”, dijo a la radio del ejército el ministro israelí de Defensa, Binyamin Ben-Eliezer.
Aún así, muchos palestinos aún creen que Arafat saldrá airoso de la crisis.
“Arafat no está terminado, Es un superviviente”, dijo el analista político palestino, Mehdi Abdel-Hadi.
Según sus asistentes, Arafat confía en que la catastrófica situación que enfrentan actualmente los palestinos sea una nube que se disipará.
“Cree que emergerá fuerte de esta crisis. Estos son tiempos muy difíciles para él”, dijo un funcionario allegado a Arafat.
Surgido del exilio
Arafat, quien tiene actualmente 73 años, emergió del exilio en Túnez como líder de la Organización para la Liberación de Palestina en 1994 para encabezar una recién creada zona autónoma palestina en Cisjordania y Gaza, tras la firma de los acuerdos de paz interinos de Oslo en 1993.
Para 1997, había ganado mediante los acuerdos el control total o parcial de aproximadamente 40 por ciento de Cisjordania y la mayor parte de Gaza.
Compartió el Premio Nobel de la Paz con el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, asesinado en 1995 por un judío derechista opuesto a sus políticas de paz, y Shimon Peres, el actual ministro israelí de Relaciones Exteriores, por firmar los acuerdos de 1993.
Pero las negociaciones de un tratado de paz permanente se estancaron en el 2000 en torno a temas entre los que se encontraban la retirada israelí de las áreas ocupadas, la condición de Jerusalén y los refugiados.
En cuestión de algunos meses, comenzó la ola de violencia israelí-palestina más sangrienta en varias décadas.
El presidente estadounidense, George W. Bush, prácticamente descartó que Arafat sea el jefe de un estado palestino, un duro golpe para un hombre que llegó a simbolizar la causa palestina mientras recorría el mundo con su cabeza cubierta por un pañuelo blanco y negro con la forma del mapa de Palestina.
Arafat no ha sido invitado a Washington desde que Bush, quien ha instado a los palestinos a escoger nuevos dirigentes que “no estén comprometidos con el terrorismo”, asumió el cargo en enero del 2001. Pocos líderes internacionales prominentes ahora van a visitarlo a Ramallah.
También está bajo intensa presión de su propio pueblo y de su influyente grupo político Fatah.
para que haga reformas y ponga fin a la presunta corrupción de algunos de sus ministros de la Autoridad Palestina.
“Creo que la gente ya no está dispuesta a aceptar políticas que no sean convincentes (...) Creo que ya entendió el mensaje”, dijo recientemente el legislador palestino Ziad Abu Amr.