CIUDAD DEL VATICANO.- El Papa Juan Pablo II recibió ayer la Nochebuena, expresando esperanzas de que la fiesta ayudará a traer la paz a la humanidad, en medio de las tensiones de una posible guerra con Iraq, a la que se ha opuesto El Vaticano.
?Jesús nace para la humanidad que va en busca de libertad y de paz?, dijo el Papa en la Misa del Gallo en la Basílica de San Pedro en El Vaticano.
La Navidad ?es señal de esperanza para toda la familia humana: señal de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos; señal de liberación para los pobres y los oprimidos; señal de misericordia para quien se encuentra en el círculo vicioso del pecado; señal de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado?, dijo.
Horas antes, el diario vaticano L?Osservatore Romano apareció con el titular ?La humanidad puede ganar la ?batalla? de la paz?.
?Mientras siguen acumulándose los nubarrones de la guerra, las mentes y los corazones de los hombres en todos los continentes están centrados en la Navidad?, dijo el diario en un artículo de primera plana.
Fue la última de las expresiones vaticanas en contra de una guerra en Iraq, país que según Estados Unidos esconde armas de destrucción masiva.
En los últimos días, los directivos del Vaticano dijeron que una guerra ?preventiva? contra Iraq carece de justificación legal y podría ocasionar una campaña anticristiana sobre todo en el mundo árabe.
Pese a la posibilidad de una guerra, las festividades comenzaron puntualmente en El Vaticano con el descubrimiento de un Nacimiento de tamaño natural en la Plaza de San Pedro.
Al sonido de las gaitas y de coros infantiles, los visitantes pudieron admirar en una templada y bonancible noche invernal el Nacimiento y el árbol de Navidad croata levantado junto al obelisco. Al anochecer, el Papa acudió a la ventana de su estudio y encendió un cirio, una vigilia silenciosa en favor de la paz como lo ha hecho durante los 24 años de su papado.
La candela fue apagada por el viento pero uno de sus ayudantes volvió a encenderla y el obispo de Roma bendijo a la multitud que lo acompañó.