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The nine team

Arturo Brizio Carter

Aprovechando mi estancia en los Estados Unidos, donde vine a platicar con jóvenes de Granger Junior High School del tema "Trabajo en Equipo", les saludo desde National City, California, y les quiero comentar del trabajo que harán en la Liguilla los integrantes del "nine team" o "equipo nueve" o sea, los Señores Árbitros.

Para nadie es un secreto que no ha sido una buena temporada para los hombres de la ocarina pues demasiados yerros han incidido en forma directa en los resultados de los encuentros aunque, a fuerza de ser veraz, ninguno de los equipos que se quedaron en la orilla puede culpar al arbitraje de su desgracia. El problema adquiere en estos encuentros de 180 minutos otra connotación; el posible error arbitral cuesta la eliminación y con ello, el trabajo de toda la temporada.

Claro está que la falla, el error y la equivocación no son propiedad exclusiva de los jueces, por el contrario, pareciera que el futbol es una aberrante mezcla perpetua entre el desacierto y el tino. Directores técnicos, jugadores, directivos y por supuesto, los ex hombres de negro parecen confabularse para hacer del resultado de un partido una pirámide colosal, un dominó gigantesco, entreverando error, acierto, error, acierto...

La situación me parece evidente: mientras que al jugador que se equivoca, todos, absolutamente todos animan y tratan de levantar moralmente, al juez le caen con palos y piedras.

Con inusual frecuencia y ante la falta de técnica en el remate o contundencia que debía tener un delantero y que motiva perderse un gol, los comentaristas lo disculpan diciendo: "Rematar a gol no es lo suyo"; "No le cayó el balón en la pierna buena" o "La intentó de sexto año" para explicarle al público la palmaria falla del "tronco" en cuestión.

!Ah!, pero si el árbitro es el que cayó en falta, es descalificado a priori y nadie procura explicar su colocación en la cancha o su ángulo visual. Se equivocó y ya. !Fusílenlo!. Y así, el responsable reglamentario del partido parte rumbo al paredón de la Opinión Pública, viciada de antemano en la creencia de que el yerro arbitral es producto del dolo y la mala fe.

La realidad es que los ocho árbitros escogidos para participar en la Liguilla se preparan con el mismo ahínco, dedicación e ilusión que los equipos para intentar acceder a la Gran Final y con ello, inscribir su nombre en la Historia, por eso hablamos del equipo nueve, el cuadro que junto con los equipos calificados, dirimirá quién es el mejor en el futbol mexicano.

De los convocados, hay cuatro indiscutibles: Felipe Ramos Rizo, Gilberto Alcalá, Armando Archundia y Eduardo Brizio. Este "póker" de ases se encuentra a la altura del mejor arbitraje del mundo. La segunda parte de este grupo de élite es donde surgen dudas por ejemplo, la presencia de Antonio Marrufo tras una temporada más gris que un ataúd o el riesgo innecesario que se corre al poner una promesa como Sergio Silva que puede perderse tras un mal trabajo como le ha sucedido al tapatío Paul Delgadillo o la aparición de Germán Arredondo, tibio y poco comprometido con su labor.

En fin, que el hueco aparece por este lado donde quizá el rescatable sea Abramo Lira y esto siempre y cuando no salte a la cancha en plan de "divo".

Fuera de la competencia quedaron tres árbitros internacionales:

Marco Antonio Rodríguez, con su forma tajante de aplicar el reglamento, José de Jesús Robles, ya de salida y Jorge Gasso tras una pésima temporada.

Ojalá que a los dos primeros no se les extrañe.

Suerte, señores; que la diosa Fortuna les sonría y que veamos buen futbol aderezado con arbitrajes inteligentes y prácticos. !Así sea!.

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