Para Ana Guevara con la esperanza de que sea un espejo donde se reflejen nuestros deportistas.
A pesar del magnífico entrenamiento que hemos adquirido para sobrevivir a situaciones de alto riesgo como la nacionalización de la banca por los purititos meros de López Portillo, el irresuelto asesinato de Colosio que nos colocó al borde del precipicio financiero o el malhadado error de diciembre, hay que reconocer que las amenazas de los petroleros nos espantaron el sueño.
Pasado el susto, la asignatura pendiente sería diseñar estrategias para que nunca más unos cuantos líderes tan siniestros como corruptos, tengan el poder de ponernos contra la pared. Pero bueno, todo tiene su tiempo y cuanto se hace bajo el Sol tiene su hora (EC-3-1) Hace apenas veinte meses que salimos del oscuro rincón de las ratas y paso a pasito, titubeando aquí, tropezando allá pero sin perder el rumbo y sobre todo sin caer en las grandes catástrofes que nos vaticinaban los priístas si no nos sometíamos una vez más a su mandato, todos estamos aprendiendo nuevos modos de hacer aunque ya se sabe, desanudar los apretados nudos de la corrupción y asumir la corresponsabilidad que nos exige la democracia, no será ni fácil ni rápido.
Sin embargo, el apoyo que ha recibido el presidente Fox ante las amenazas de los líderes petroleros es una muestra de que los ciudadanos ya sabemos cómo es el México que queremos. Es tiempo de aprendizaje y entre muchas otras cosas nuestro Presidente está aprendiendo a plantarse, los ciudadanos andamos a los tropezones con eso de la corresponsabilidad y Martita acaba de descubrir que “la pobreza es agente de violencia y desestabilización”, aunque todavía le llevará un tiempo darse cuenta de que por su extrema gravedad y urgencia, todo esfuerzo gubernamental dirigido a corregir este lacerante problema debe quedar en manos de gente profesional y calificada para ello, sin restar por eso importancia a la fundamental participación de la sociedad civil para aliviar en lo que se pueda.
Le falta a la señora de Fox descubrir que las Evitas Perón han pasado de moda, que ya hace un buen tiempo que los mexicanos dejamos de creer en los sexenales arrebatos de preocupación que por los desamparados del país, atacan a las consortes presidenciales, y que los aplausos con que algunos le festejan todos sus movimientos, son el resultado de la inercia de vasallaje ante el poder, imprescindible para medrar hasta hace apenas unos años.
-Que yo no entiendo nada- dice el Querubín quien vino a meter la nariz en la pantalla de mi computadora. Es verdad, mi estatus de ciudadana no da para mucho, debe ser por eso que no alcanzo a entender por qué un grupo de señoras que sin cargo alguno que les permita tomar decisiones oficiales y sin contar con ningún presupuesto, se reúnen con privilegios de jefes de Estado con el objeto de “unir esfuerzos para superar la lacerante situación de pobreza en que viven millones de niños en el hemisferio”, cuando lo más que pueden hacer es un intercambio de buenas intenciones. Tal vez no entiendo nada pero por lo que escucho a mi alrededor, percibo que la sociedad ya no quiere dejar el delicado asunto de la pobreza ni de ninguna otra cosa en las manos improvisadas y temporales de las consortes presidenciales. ace@mx.inter.net