TORREÓN, COAH.- Trabajadores del Hospital General Torreón y Centro de Salud Abastos, realizaron un plantón en la explanada de la presidencia municipal, para exigir públicamente una entrevista con la secretaria de Salud en el Estado, Bertha Castellanos Muñoz.
“Ya basta de seguir solapando los abusos que la Secretaría de Salud tiene con nosotros y con nuestras familias, por eso te decimos: Únete para pugnar por nuestros derechos laborales, asignación de plazas vacantes, movimientos escalafonarios, recodificación, movimientos y rescisión de personal, estímulos y recompensas a los que tenemos derecho”, se lee en un volante que repartieron ayer durante la manifestación.
Aurora Nuño Rivera, doctora que presta sus servicios en el Centro de Salud Abastos, denunció las represalias de parte de los directivos del Hospital General luego que dieron a conocer sus inconformi-dades ante el Congreso Local, pues a las cuatro enfermeras que acudieron a Saltillo les retiraron sus tarjetas para registrar la entrada y salida de sus labores.
El director del Hospital General, dijo, desconoce el Reglamento de Condiciones Generales de Trabajo de la Secretaría de Salud, pues no existe motivo para retirar las tarjetas y que les impidan a las trabajadores no registrar su entrada.
Lo único que estamos solicitando, dijo la doctora, es hablar con la secretaria de Salud directamente, no con representantes de ella, puesto que no tienen capacidad resolutiva.
“Considero que la doctora Bertha Castellanos tiene la capacidad para dialogar con nosotros, ya que no estamos incurriendo en faltas a las Condiciones Generales de Trabajo, queremos nada más que nos respeten nuestros derechos laborales”.
Adelantaron que no van a desistir de su intento para solucionar las irregularidades y si es necesario harán movilizaciones a nivel regional, estatal y nacional hasta resolver la situación.
Todo el problema, aseguraron los manifestantes, es originado por la secretaria general del Sindicato de Trabajadores de la Secretaría de Salud, Rosario García Padilla, quien apoyada por sus incondiciona-les, familiares y otros empleados, infunde incluso terrorismo laboral que no permite avanzar en la democratización del sindicato.