La Orquesta Mozart de Viena maravilló al público lagunero con su extenso repertorio
TORREÓN, COAH.- Pocos minutos después de las siete de la noche y con un breve, la de afinación, se emprendió el viaje hacia las cortes y palacios europeos del siglo XVIII: La Orquesta Mozart de Viena iniciaba su primer concierto en la región. El domingo 21, en Torreón, y ayer lunes, en Gómez Palacio, los principales teatros de ambas ciudades fueron escenarios de un espectáculo de gran calidad.
Como parte del Tercer Festival Internacional de las Artes, organizado por el Instituto Coahuilense de Cultura y la Fundación Cultural de La Laguna, la Orquesta Mozart de Viena trajo a La Laguna el ambiente de las Academias Musicales o Conciertos por Subscripción para los que Mozart llegó a escribir varias de sus composiciones.
Vestidos, hombres y mujeres, a la usanza barroca: con pecheras plisadas, sacos hasta la rodilla diseñados en finas telas, pantalones cortos, medias blancas, zapatos con tacón y hebilla y pelucas blancas, aparecieron 27 músicos. La violinista Esther Haffner salió con un vestido de cintas al frente, también de época. La orquesta, completa, fue seguida por su director titular desde 1988, Manuel Hernández Silva.
La obertura de la ópera “Le nozze di Figaro” fue la primera melodía en el concierto del domingo en el Teatro Isauro Martínez. Al continuar, con un aria de la misma obra, hizo su aparición el barítono Georg Lehner, imprimiendo con su voz, interpretación y vestuario un aire militar a la música que se escuchó. La soprano Claudia Emá Camie, que hizo gala de una voz extraordinaria y versátil, dedicó su primer aliento a un allegro titulado “Alleluja”.
La batuta dirigió después el tercer movimiento de la Sinfonía Nr. 39, un minueto y luego un allegretto. Enseguida, de la ópera “Zaide”, la soprano representó a su protagonista en un aria llena de energía y letra, mediante la cual contaba al público su historia. La alegría fue en ascenso con el movimiento final, un presto, de la Sinfonía Nr. 35 en Re-Mayor, en la cual la violinista Haffner tuvo un papel importante.
Los sonidos de su violín, la intención y la fuerza que imprimió hacia el clímax de la melodía fueron reconocidos por el público, pero también por los músicos que la acompañaron con su actitud y por el director, que al final aplaudió su esfuerzo.
Se acercaba el final de la primera parte del concierto y llegó el turno del solista Gerhard Krassnitzer, que con su clarinete tocó las fibras sensibles de aquellos que gustan de los adagios, interpretando el segundo movimiento del Concierto para clarinete en La-Mayor, KV622. Pero la nostalgia dejó paso a la armonía del tercer movimiento de la misma obra, un Rondó y Allegro. Así, con notas alegres y semejantes a las de las aves, que caracterizan a la música barroca, llegó el intermedio.
La segunda parte del concierto trajo consigo el impacto de la obertura de la ópera “Don Giovanni”, uno de los momentos más intensos del evento, más cuando el director, tocando él mismo una mandolina, acompañó al barítono Georg Lehner mientras el resto de la orquesta, especialmente las cuerdas, hacían un acompañamiento suave y constante.
El primer movimiento del Divertimento en Re-Mayor, KV136 llegó para establecer el orden entre el director y su orquesta, pero sin perder la frescura y entrega que mantuvo Manuel Hernández Silva durante todo el concierto. Otro de los momentos más aplaudidos fue la intervención de la cantante Claudia Emá Camie cuando la orquesta interpretó el Aria de la Reina de la Noche de la ópera “Die Zauberflöte”, KV620. Ella, vestida de azul, con un tocado y velo negro, cautivó con su voz y actuación. Los tonos variados, de arriba abajo y viceversa que salieron de su boca y se reflejaban en todo su cuerpo conmovieron al auditorio, que la hizo regresar tres veces al escenario con sus aplausos.
Otra vez, para comenzar a perfilar lo que se creía era el final del concierto, se escuchó el primer movimiento de la Sinfonía Nr.40, Sol-Menor, KV550, un molto allegro, que demostró que los conciertos que la Orquesta Mozart de Viena, desde su fundación en 1986, lo que buscan es llevar la música del compositor austriaco a todos los rincones de la Tierra representando esos conciertos en los que se tocaban arias, duetos u oberturas de las óperas de reciente creación, en muchas de las veces con la presencia del autor.
Una vez más la ópera “Die Zauberflöte” se escuchó, pero ahora su Aria del Papageno, para lo que el cantante Lehner se enfundó en un vistoso traje y cargó una jaula con aves. Y el Dúo Papageno – Papagena, para el que una avecilla, caracterizada por la soprano Claudia Emá Camie apareció en escena y con quien cantó la célebre “Pa – pa”. Hasta aquí marcaba el programa preparado para esa noche (pues ayer fue diferente), pero el público pidió más.
El encore lo constituyeron tres melodías más. A la segunda, el director se presentó diciendo: “creo que sabemos una más. Llevo más de 40 años practicando el español, así que creo podrán entenderme”, haciendo alusión a su nacionalidad española. Dando media vuelta, comenzó una nueva composición, pero a la mitad, se dirigió nuevamente al público y con batuta en mano dirigió los aplausos de los asistentes como un instrumento de percusión que se integró a la orquesta.
El final del concierto fue emotivo, pues terminó con un vals que, aunque no es de Mozart (era de Strauss), sí representa la magnificencia de la música de Viena. El generoso público de Torreón despidió a la orquesta de pie y bravos, sobre todo por parte de las personas del segundo piso del teatro, a quienes los artistas agradecieron con una gran sonrisa.
ALGO PARA RECORDAR
El público quedó cautivado con la música, formó parte del grupo y pudo adquirir un grato recuerdo.
*Una orquesta de cientos de personas.
Los asistentes al concierto de la Orquesta Mozart de Viena fueron partícipes de la música de ese país, no sólo al escucharla, sino al ser dirigidos por Manuel Hernández Silva como un instrumento de percusión que se fundió al resto de la orquesta en una de las melodías del encore. Los aplausos, por secciones en el teatro, por volumen y por velocidad formaron parte de la partitura en una de las composiciones de Mozart.
*Venta de corbatas
Para demostrar que también Viena fue líder en moda en el siglo XVIII, se vendieron corbatas fabricadas en tela vienesa a 360 pesos, como recuerdo del evento.
*Venta y firma de discos
El director de la orquesta y los dos cantantes dedicaron algunos minutos después de la función para firmar los discos que estuvieron a la venta durante el concierto a la entrada del teatro. Con una sonrisa y amabilidad eternas, atendieron a todo aquel que se acercó a saludarlos.
MOZART (1756 – 1791).
Uno de los grandes.
Este genio de la música, en su corta y difícil vida, tiene una producción de más de 600 obras, lo que da muestra que desde niño dominaba la técnica de la composición y que poseía una imaginación desbordante. Entre ellas encontramos en las instrumentales: sinfonías, divertimentos, sonatas, música de cámara para distintas combinaciones de instrumentos y conciertos. En sus obras vocales hay básicamente óperas y música de iglesia.
A lo largo de su música se pueden apreciar las combinaciones de las melodías del estilo italiano y la forma y contrapunto germánicos, sin perder su autenticidad. Por supuesto, es un claro ejemplo de la música barroca, con sus adornos e intensidad emocional.
LA AGRUPACIÓN
Nace en 1986 y abre un nuevo periodo en la interpretación Mozartiana en Viena, Austria.
Ésta se compone de 30 músicos titulares que provienen de las corporaciones musicales más destacadas de la ciudad de la música, además cantantes de la Ópera Nacional y la Ópera Popular. Esta orquesta busca rescatar la tradición de la música austriaca, en especial la de Mozart, recreando la época con un vestuario inspirado en el siglo XVIII.