El agua es el componente más abundante e importante de nuestro planeta, gracias al cual se ha producido la aparición y el mantenimiento de la vida en la forma en que la conocemos.
Sólo el 3% del agua de nuestro planeta es agua dulce, pero el 2.997 % resulta de muy difícil acceso para el consumo, ya que se sitúa en los casquetes polares y en los glaciares. Por tanto, sólo el 0.003% del volumen total del agua de nuestro planeta es accesible para el consumo humano.
La sexta parte de la humanidad vive en zonas de clima seco y cálido, en el llamado Tercer Mundo; el 55% de la población rural y el 40% de la urbana carecen de acceso adecuado a fuentes de agua potable.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 1,500 millones de personas carecen de abastecimiento de agua potable y 1,700 millones no cuentan con instalaciones adecuadas para recibir dicha provisión.
Además, el mismo organismo asegura que unos 5 millones de personas fallecen anualmente a causa de enfermedades transmitidas por medio del agua.
Los mayores volúmenes de agua potable vienen del subsuelo y casi toda el agua subterránea se filtra a medida que pasa a través de capas de tierra hacia dentro de embalses subterráneos conocidos como acuíferos.
Generalmente, el agua que los proveedores bombean de los pozos contiene menos materiales orgánicos que las aguas superficiales pero su calidad dependerá en las condiciones locales.
El tratamiento más común del agua potable, el cual se considera por muchas personas como el avance científico más importante del siglo 20, es la desinfección. La mayoría de los proveedores de agua añaden cloro u otros desinfectantes para eliminar bacterias y otros gérmenes.
De acuerdo a la calidad de la fuente de agua, los proveedores de agua usan otros tratamientos como se requieran. Por ejemplo, los sistemas cuyas aguas están contaminadas con químicos orgánicos pueden tratar su agua con carbón activado, el cual absorbe o atrae los químicos disueltos en el agua.