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UN VIAJE AL PASADO CON...

...“SIR PAUL McCARTNEY”

En aras de la brevedad, si ello fuera posible me reservaré las peripecias que tuve que hacer para poder estar listo el domingo dos de noviembre a la entrada del Palacio de los Deportes, en el siempre bello y amontonado “D.F.”.

Acompañado por mi esposa y mis buenos amigos Lourdes y Saúl Gutiérrez entramos al lobby del palacio, desde donde nos pasarían a la parte preferencial del recinto central. Al punto de entrar nos encontramos con unos 200 “chavos” que departían educadamente mientras un grupo de meseros nos ofrecía un whisky. El 80 por ciento de los asistentes eran chavos como nosotros... ¡¡claro!!... chavos de entre 45 y 55 años... ¡¡obviamente!!... el resto eran nuestros hijos.

Es un hecho real que los fans de los Beatles siempre hemos vestido acordes a nuestra era, y si en los años 60´s íbamos de pelo largo, playera multicolor y un viejo chaleco con el símbolo de “Peace and Love”, hoy seguiríamos siendo “coherentes a nuestro tiempo”, por lo que asistimos al concierto vestidos... ¡¡claro!!... de saco y corbata.

En el ambiente se respiraba cultura, limpieza, y orden, y ello me hizo caer en cuenta de que los verdaderos fans de los Beatles, luego de 30 años fuimos gente de provecho, de trabajo, gente honesta, y allí estaba la prueba, aquello estaba tan elegante que más parecía la presentación de los coches Mercedes Benz 2003, que un concierto de rock.

Al punto de entrar, el nerviosismo se sentía en el ambiente, la adrenalina empezaba a correr por nuestras venas, la máquina del tiempo se había echado “a andar” y mientras caminábamos buscando nuestros lugares reservados, plausiblemente sentíamos caer de nuestros hombros los 30 años que nos separaban de “aquellos tiempos”, hasta detenerse finalmente el reloj cuando sólo teníamos... 18 años.

De pronto... Las luces se apagaron y tras una pantalla blanca apareció la sombra de Paul McCartney colocándose su clásico “bajo”. Se levantó la pantalla y allí estaba Paul vestido de pantalón azul de mezclilla, camisa roja y saco blanco, aparentando no más de 45 años. Y al punto de decir... Hola mi querido México... los mas de 20 mil asistentes nos paramos electrizados gritando y aplaudiendo, mientras a manera de saludo la banda empezó a tocar con 30 mil watts de potencia (Sí... leyó usted bien... treinta mil watts)...You say yes... I say no… You say why… and I ay I don´t know... mmm... ooooh Nooo… ¡¡You say good bye… and I say hello… mientras eso sucedía la adrenalina corría a raudales por nuestras venas al grado de que podía hasta olerse en el ambiente.

Terminada la canción, el griterío era ensordecedor , y en eso dice Paul: esto va para ustedes con... ALL MY LOVIN... Y al uno, dos, tres de la batería empezó: Close your eyes, and I kiss you, tomorrow I miss you... Y fue allí que yo no sé qué me pasó, pero ya no pude más, me solté llorando a lágrima viva mientras como un loco brincaba y gritaba de la misma manera que aquellas muchachas a las que entonces consideré “locas neurasténicas” cuando gritaban, lloraban y se desmayaban luego de los primeros acordes de... “I SHOULD HAVE KNOWN BETTER”... pues nada... que allí estaba el doctor Llama perdiendo toda compostura previa, y cuando voltee la cara a ver a los que me rodeaban pensando que me juzgarían de loco por estar llorando... ¡¡¡Dios mío!!!... ¡¡¡SI TODOS ESTABAN LLORANDO!!.

Sin parar la algarabía general, Paul siguió con GETTING BETTER, luego COMING UP... y... LET ME ROLL IT... La nueva canción LONELY ROAD fue un respiro emocional para poder limpiarnos las lágrimas, sentarnos un poco, y desacelerar nuestro joven corazón que estaba al punto del infarto.

Y siguieron DRIVING RAIN ...y ... LOVING FLAME, con las que nuevamente prendió al auditorio, y más cuando dijo que la siguiente canción la había compuesto como canción de protesta para defender los derechos de los negros de Estados Unidos y así empezó a tocar BLACKBIRD.

A una hora de haber empezado el concierto la máquina de tiempo había hecho su efecto, los “chavos de a tostón” que abarrotábamos el estadio ya nos habíamos quitado el saco y la corbata. Aquello era una comunión entre Paul y cada uno de los que allí estábamos, bueno... llegó un momento de clímax, en que para cada uno de los que allí estábamos, materialmente los demás asistentes habían desaparecido, y allí estábamos nosotros solos, gritando, llorando, viajando al pasado y regodeándonos en nuestros recuerdos. Nadie volteaba a ver al que tenía al lado, bien fuera su amigo o su esposa, aquello era una comunión directa... sólo entre Paul y cada uno de nosotros.

Y así siguieron WE CAN WORK IT OUT… y....YOU NEVER GIVE ME YOUR MONEY, mientras los gritos llenaban todos los rincones y no había forma de oír ni lo que te gritaba al oído... mmm... ¿sería eso?, o sería el “casi estado de shock” en el que estábamos... y de pronto, la puntilla... THE FOOL ON THE HILL (el tonto de la colina)... y todos de golpe para atrás a sentarnos y a seguir sumidos en aquel ambiente de sueño y de hipnotismo.

Por extraño que les parezca, al terminar cada canción los deciveles subían al punto de poder deshacer la cúpula de cobre del estadio, pero bastaba que Paul tomara el micrófono y automáticamente “el silencio era total”, al grado de que se podía oír la respiración del vecino. Y fue en uno de esos silencios cuando Paul dijo: Esta canción que sigue la acabo de componer y es un homenaje a mi querido amigo “John” y al instante el público estalló en aplausos para el desaparecido “John Lennon” y así empezó a tocar HERE TODAY que narra una plática actual entre Paul y John, luego de ella, hizo un corto homenaje a su también amigo y recientemente desaparecido GEORGE HARRISON tocando con una pequeña guitarrita de 4 cuerdas su conocida canción... SOMETHING.

Terminado eso se hizo un gran silencio y Paul y su banda lo aprovecharon para iniciar estrepitosamente la hermosa canción ELEANOR RIGBY, y por si eso no fuera suficiente y aun hubiera algún asistente que no hubiera llorado, nuevamente “la puntilla” con... HERE THERE AND EVERY WERE ( aquí, allá y en todas partes).

Paul nos platicaba que en su tiempo... ¡¡uuuuuuu... le dijo la gente!!.. y él contesto con un ademán de... !!también fui niño!!... en sus inicios se vestía de camisa negra para parecer “FRANCÉS” y un día que John lo vio, ambos compusieron por ello una canción, y tomando la guitarra inició con los clásicos acordes de... MICHELLE.

A Michelle le siguió BAND ON THE RUN… BACK IN THE USSR… y... MAYBE I´M AMAZED...

Pero el toque sentimental tenía que llegar, cuando Paul no pudo evitar derramar un par de lagrimas, cuando nos dijo: Esta canción la compuse especialmente para mi esposa “LINDA” (fallecida) y sentado en un piano negro de cola empezó a tocar... MY LOVE.

A ésta siguieron SHE´S LIVING HOME… CAN´T BUY ME LOVE, y como siempre la puntilla la dio con 2 enormes explosiones en el escenario que llenaron todo de humo mientras entonaba LIVE AND LET DIE, ( tema de la película de James Bond) y mientras el sonido hacía parecer que explotaría la cúpula del Palacio de los Deportes, fuegos pirotécnicos bajaban del cielo iluminándolo todo.

Pero si usted cree que aquel despliegue de luces, fuegos y colores era el clímax del momento, todo fue poco cuando sentado en aquel piano negro de cola empezó a tocar una de las canciones más hermosas que hayan compuesto los Beatles ; una canción que fue considerada por muchos EL TESTAMENTO DE LOS BEATLES... una canción que a mí en lo particular me hizo llorar inconsoladamente de emoción y todo empezó cuando luego de un profundo silencio Paul empezó a tocar en su piano... LET IT BE... y aquello fue la explosión total, la gente brincó de sus asientos como si hubieran pasado por ellos 10 mil volts, y les juro que los gritos, los llantos y los aplausos debieron escucharse hasta el mismo “Zócalo”.

Para mí, oír "Let it be" fue transportarme al pasado, a la prepa, a mi pelo largo , mi ropa multicolor y mi entrañable conjunto de rock, cuando Carlitos Pérez del Olmo, Silvestre Gómez y Humberto Morales, nos quedábamos luego de clases a sacar aquella novedosa canción que acababan de componer los Beatles meses antes, llamada... LET IT BE.

Cuando terminó Let it be, presupuse que el espectáculo había sido minuciosamente planeado para dejar a más de 10 “infartados”, cuando Paul nos dice... ¿Podrían cantar conmigo esta canción?... y desde un órgano multicolor nos dispara... HEY JUDE, aquella hermosa canción que Paul le compuso a “Julián Lennon” (hijo de John) cuando éste era pequeño y sus padres le decían de cariño JUDE (diminutivo de Julián)... En determinado momento de la canción, Paul se paró del órgano, la música se suspendió, pero el público no dejaba de cantar, aquello de... ¡¡la,la,la la,la,la,la... Hey Jude!!... y pasando Paul al frente del escenario dirigió a un público que cantó “a capela”... el resto de la canción.

Tras "Hey Jude" los cinco integrantes de la banda se pusieron al frente y se abrazaron emocionados ante tal manifestación de afecto, el baterista ABE LABORIEL –un moreno de 120 kilos- (sobrino de Johnny Laboriel) se tocaba el corazón emocionado no dando crédito a lo que veía. Los cinco integrantes dejaron el escenario y las luces se apagaron. Fue entonces que el público empezó a patalear las tarimas creando un ensordecedor ruido semejante a un terremoto que aunado a los aplausos y a los silbidos, hicieron -luego de tres minutos- que Paul nuevamente saliera al escenario, prendieran las luces y dejara al público sin habla y petrificado de pie, al interpretar la hermosa canción THE LONG AND WINDING ROAD (Largo y sinuoso camino), que cambió -en el ambiente- los gritos de los hombres por los “suspiros” de las damas.

Cuando todos estábamos reponiéndonos de las descargas de adrenalina que daban nuestras cansadas suprarrenales, Paúl toma el micrófono y dice... ¡¡quieren rock!!, y antes de que pudiéramos decir algo, el ambiente se llenó con las notas de... LADY MADONNA... mientras todos saltábamos de los asientos para cantarla y en el escenario se pasaban sucesivamente las fotos de las mejores "ladys" del mundo, desde Isabel I de Inglaterra, a Teresa de Calcuta, pasando por Marilin Monroe, Areta Franklin, y las más famosas deportistas del mundo. Luego de “Lady Madonna” vino un segundo cierre final con I SAW HER STANDING THERE y nuevamente los abrazos y los músicos se marcharon del escenario.

Pero la gente quería más, y el zapateo de las tarimas acompasaron a los gritos y a los llantos, y luego de tres minutos, un detalle “sólo propio de un caballero”... sale “Sir Paul Mc Cartney” enarbolando una enorme bandera de México... que les puedo decir, si aún nos quedaba algo de fuerzas para gritar, ése era el momento de hacerlo, y tras unos minutos de gritos y vivas, Paul cambia la bandera por la guitarra acústica y cierra la noche nada más y nada menos que con... YESTERDAY.

Por aquello de que alguno aun tuviera algo de fuerzas para gritar, no sólo nos dio el cierre con YESTERDAY sino que remata con SARGENT PEPPERS LOVELY HARD CLUB BAND... luego de lo cual, ya no teníamos más fuerzas para gritar, ya no había más lágrimas que verter, ya las suprarrenales estaban vacías, y no había más adrenalina que mandar a la sangre. Y fue entonces que supimos que “el final había llegado”, luego de que varias explosiones cimbraron el techo del Palacio de los Deportes e hicieron caer una lluvia de papelitos de colores verde, blanco y rojo. Y mientras el ambiente se cubría con los colores de la bandera, Paul nos dijo un “ADIÓS MÉXICO”, mientras nosotros emocionados hasta las lágrimas sólo alcanzamos a murmurar... HASTA OTRO MOMENTO.

Al día siguiente yo amanecí con una cruda moral terrible, realmente me sentía mal, y no había tomado una gota de licor. Y fue entonces que le dije a Paty mi esposa que saldría al Mall a ver qué encontraba para calmar mi cruda moral, pues de 18 años que había tenido hacía tan sólo unas horas, durante las horas de la noche, había envejecido 31 años, y vaya que mi cuerpo lo resentía.

Entré al Mall y vi un BAR... pero no, no era vino lo que me curaría esta cruda. Vi una tienda de ricos pastelillos... pero no, no era tampoco comida lo que necesitaba... en eso vi un pequeño establecimiento y mis ojos se iluminaron... entré, y diez minutos más tarde salía de allí con una sonrisa en los labios, mi cruda moral se estaba pasando “poco a poco”, mientras mi mano derecha acariciaba la bolsa de mi camisa donde guardaba celosamente lo que había mitigado mi dolor... ¡¡Dos boletos para el próximo concierto que daría Paul Mc Cartney dos días después!!!...

¡¡Sí, ya sé que estoy loco!!... tuve que cambiar los boletos de regreso, cancelar la consulta y reprogramar los pacientes, mandar dinero a casa -pues me esperaban ese día- y mil cosas más, pero a las 8:30 de la noche del martes cuatro de noviembre allí estábamos Paty y yo entre un mar de nervios y adrenalina caminando por los pasillos del Palacio de los Deportes dispuestos a viajar nuevamente al pasado, con... SIR PAUL Mc CARTNEY.

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