No están exentos los recintos legislativos de que de vez en cuando aparezcan tipos pintorescos que con sus visajes provocan que los en otrora dignos trabajos que ahí se realizan sufran un cambio radical, volviéndose escenario de grotescas comicidades. Es en tiempos de embrollos cuando surgen del propio basamento social individuos con singulares características cuya presencia y actitudes relajadas agreden las buenas costumbres, pisoteando la representación política que les fue concedida. El General Porfirio Díaz, odiado por unos y querido por otros, pero nunca olvidado, sentado en la silla presidencial por tres décadas tuvo como “rival, en cada reelección, al inmarcesible Nicolás Miranda y Zúñiga, que la hacía de comparsa, cuya reiterada candidatura causaba más conmiseración que risa.
Aquí en nuestra época tenemos a Félix Salgado Macedonio (PRD) quien se ha dedicado con gran denuedo a arrastrar el cargo por el fango con actitudes poco serias, que han sido mostradas por los medios electrónicos en los que se le ha visto conduciendo una motocicleta, al parecer en estado inconveniente, discutiendo con uniformados y lanzando puñetazos mientras cae al suelo con la mirada extraviada. Usted lo recordará cuando en un informe presidencial, parándose frente a sus compañeros, se puso una careta de marrano lo que dio lugar a que, encolerizado Diego Fernández de Cevallos, pretendiera, de no ser detenido por sus amigos, despojarlo de tal atuendo con no buenos modales.
Donde creo que FSM se ha pasado de la “raya” ha sido esta semana, cuando en la Cámara de Diputados, al aprobarse reformas para incrementar recursos hasta el equivalente de un ocho por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) para la educación, apabullando el PRI y el PRD,-dice la nota periodística,- a la bancada panista que había propuesto minutos antes que la sociedad civil también aportara recursos para la educación, cuando Salgado Macedonio, haciéndose el chistoso, dijo que “el origen de todo este rechazo, de ustedes los panistas para destinar ocho por ciento del PIB a educación, es que el Producto Interno Bruto, pero muy bruto, se llama Vicente Fox”. Eso no puede ser calificado sino como una burda insolencia.
Pero aun hay más. En fotos de una revista, editada en la ciudad de México, aparece el diputado Francisco Solís (PAN) como Dios lo trajo al mundo, desnudo de pies a cabeza, con un pequeño adminículo, en el que se leían las siglas de su partido, cubriéndole sus partes pudendas. Desde luego, conocido por sus excesos en bares y cantinas, asistente a los “table dance,” se muestra sin tapujos revelando que carece del más mínimo respeto al partido político que lo postuló a la curul que actualmente ocupa. Es un caso digno de un psiquiatra. No debe olvidarse a Eduardo Andrade, (PRI) quien en evidente estado de ebriedad irrumpió violentamente en un programa de televisión que conducía Joaquín López Dóriga. Un ramillete de picardías que dejan en claro la realidad de una clase política que se ha ganado a pulso el repudio popular.