TORREÓN, COAH.- La galería del Museo Histórico de la Ciudad “Casa del Cerro” alberga desde el pasado miércoles, la muestra fotográfica del artista lagunero Salvador Botello, titulada “Fe, devoción y entrega”.
Se trata de veinticuatro retratos en los que se plasman los rasgos más característicos de Oaxaca: su gente, su arquitectura y su cosmogonía.
Botello logró captar toda la magia del pasado, a través de una revisión del presente, mientras caminaba por sus calles y avenidas, mismas por las que han desfilado importantes personajes y acontecimientos de este estado.
“Oaxaca tiene su propio ritmo, no por eso menos vital, tiene un insospechado tesoro cultural, a cualquier lado del camino donde uno quiera mirar”, opina el artista.
Pero, “más allá del Oaxaca cotidiano”, agrega, “se encuentra otro subyacente: el Oaxaca milenario, el de las ruinas de Monte Albán o Mitla, o el de los monasterios e iglesias que dejaron esparcidos por casi todo el estado los Dominicos, el Oaxaca místico que nos asombra”.
Salvador Botello a través de la lente puede descubrir la esencia de las cosas, les da un significado, aunque muy personal, pues a final de cuentas la fotografía es un trabajo de creación: las cosas están ahí y no se mueven, pero hay que encontrar el lado correcto y el momento justo para lograr la mejor de las tomas. Ese es el trabajo de un fotógrafo, jugar con la luz y con el espacio, pero también con la forma.
“Ir a un lugar con tanta riqueza visual como lo es Oaxaca, puede darte un mundo de posibilidades y de opciones, pero también puede, ante tantas cosas bellas, cerrarte las puertas de la creación”.
Y es que, precisamente, en uno de sus tantos viajes, le ofrecieron la oportunidad de realizar una exposición de imágenes oaxaqueñas. Bastaron tan sólo dos meses para reunir el material suficiente para dicha muestra. Antes de presentarse en la Casa del Cerro, “Fe, devoción y entrega” se exhibió en una galería del estado sureño.
“Oaxaca es un estado que me fascinó, me devela muchas de las cosas más representativas de México como país, su sincretismo y su arquitectura le dan una personalidad única. El colorido y su vida cotidiana es muy diferente al norte del país, que como todos lo saben se rige por patrones culturales más semejantes a lo que se podría decir en un tono eufemístico, globalizados, pues es obvio que crecemos en ese status”, concluyó el autor de esta obra.