Con la llegada del 2003, la Academia de San Carlos cumple 219 años de fundación
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MÉXICO, D. F.- Mañana primero de enero, la Academia de San Carlos cumplirá 219 años de existencia, aunque sus actividades como escuela de las tres nobles artes (pintura, escultura y arquitectura) iniciaron en 1781, según consta en documentos de la época resguardados por el Archivo Histórico del Distrito Federal (AHDF).
La idea de establecer esta Academia surgió en la quinta década del siglo XVIII, tiempo en el que un gremio de artesanos había formulado peticiones a la Corona Española para que se les reconociera como tal.
Conforme a los documentos (localizados en Fondo: Ayuntamiento, Sección, Academia 1772-1834, vol. 14, exp. 2, del AHDF) el proyecto fue básicamente de Antonio Gerónimo Gil, quien en 1778 fue designado grabador de la Real Casa de Moneda y tenía el encargo de crear una escuela de grabado en la Nueva España.
En agosto de 1781, el superintendente de la Real Casa de Moneda, Fernando Joseph Mangino, dirige la propuesta al virrey Martín de Mayorga con el propósito de atender los mismos fines para los cuales fueron fundadas distintas academias en España.
La propuesta, que debería ser aprobada por Real Orden, sugería la conformación de una Junta Preparatoria y acudir a distintas instancias (Reales Consulados de Comercio y de Minería, Cabildos Eclesiásticos y particulares interesados) para conseguir apoyo financiero.
Tras la aceptación de este proyecto por parte del virrey, quien emitió un decreto del 12 de septiembre de 1781, la escuela comenzó a funcionar de manera provisional el 4 de noviembre de ese mismo año en las instalaciones de la Real Casa de Moneda.
El expediente contiene también una copia de la Real Orden del 25 de diciembre de 1783, mediante la cual el rey Carlos III autoriza la creación de la Real Academia de las Artes San Carlos de Nueva España, que entraría en operaciones el primero de enero del año siguiente.
Conforme a la documentación, la aprobación de esta Academia se da en el marco de las disposiciones político-administrativas instrumentadas por la corona española que provocaron una serie de modificaciones estructurales, las cuales afectaron distintas esferas del gobierno y desataron procesos de cambio social, tanto en la metrópoli como en las colonias.
Estas disposiciones son conocidas de manera genérica como Reformas Borbónicas, llamadas así porque fueron impulsadas por la Casa de Borbón, la cual ostentó el trono de España hacía la segunda mitad del siglo XVIII.
Como primera consideración para la aprobación del establecimiento de la Academia, en la Real Orden se señala lo siguiente: “En estos documentos (las Actas de la Junta Preparatoria) vio el Rey las providencias económicas que se fueron acordando en las primeras sesiones, y las recomendaciones que hizo de este establecimiento el mismo Virrey, prometiéndose de él muchas ventajas al Real Servicio y al bien público”.
Las corporaciones que apoyaron económicamente a la escuela en su periodo provisional fueron: los ayuntamientos de las ciudades de México, Veracruz y Querétaro, de las villas de San Miguel el Grande, Orizaba y Córdova, y “muy singularmente a los Reales Tribunales del Consulado y Minería”.
El documento deja entrever que la aprobación de esta Academia indica que la aportación social que se buscaba con esta institución iba más allá del desarrollo de las artes y los campos a los que se pretendía reforzar con su entrada en operación eran diversos.
Los demás expedientes que integran el volumen relativo a la Academia dan cuenta de las dificultades económicas para sostener a la institución; son frecuentes, por ejemplo, las solicitudes al Ayuntamiento para que cumpla con la pensión de mil pesos a que se había comprometido dotarla anualmente.