Según las últimas noticias parece que el equipo más popular de México, las Chivas Rayadas del Guadalajara, cambiarán de dueño; por lo menos eso parece indicar la modificación de régimen jurídico aceptado por la asamblea que permite convertir a la Asociación Civil en una Sociedad Anónima, con lo que queda abierta la puerta para el ingreso del joven empresario al raro mundo del futbol.
La gente que conoce a Jorge Vergara tiene un común denominador: admira su audacia, se quita el sombrero ante la magnitud de su negocio y duda sobre la legitimidad de su dinero. O sea, admiradores y detractores asumen que una fortuna de ese tamaño no es necesariamente bien habida.
Esto no quiere decir que Vergara sea un delincuente o lave dinero, más bien obedece al hecho de que nuestra sociedad rara vez acepta el éxito ajeno y si es repentino peor, lo que explica las dudas populares acerca del súbito enriquecimiento de este magnate de los complementos alimenticios.
Mi duda no va por ahí, es decir, me importa un rábano de dónde sacó sus dólares el buen Jorge o de qué talla usa sus camisas; en buen español, me vale, pero sí me interesa la validez de su propuesta y la viabilidad de sus promesas, y es en este renglón donde aparecen mucho más dudas que certezas en el "salvador" del Guadalajara.
Obvio es que, instalado en el trono del poder económico, Vergara sabe cómo tentar, comprar o de plano corromper conciencias.
Tan es así que él mismo le puso un precio exorbitante a los certificados de aportación que hasta hace seis meses no valían ni el papel en el que estaban impresos. Ahora muchos asociados ven en la venta de su certificado no sólo un negocio sino un verdadero seguro de vida.
Mucha liquidez tendrá el oferente para poder entregar en efectivo las cantidades en que tasó a cada uno de los propietarios, cosa que dudo mucho.
Otro golpe de timón fue el cambio en el enfoque del equipo propiamente dicho pues a priori descalificó al plantel y atendió al director técnico Daniel Guzmán calificándolos de mediocres. Hoy, jugadores y entrenador han demostrado que, pese a las limitaciones propias de un equipo económicamente recortado, ahí la llevan y van a entrar a la Liguilla.
La promesa de construir otro estadio que reemplace al "Jalisco", adquirir a los mejores jugadores del balompié mexicano, estructurar un esquema lógico de fuerzas básicas, dignificar a la afición y elaborar las mejores tortas ahogadas, parecen más las típicas promesas de campaña que realidades que se puedan concretar a mediano plazo.
No tengo el gusto de conocer personalmente al señor Jorge Vergara pero sí sé de la cantidad de cosas que ha prometido; ojalá cumpla y los socios no se arrepientan de haber puesto la Iglesia en manos de Lutero.
No sería la primera vez que un millonario exitoso en los negocios, pierda piso, cabeza y dinero en los menesteres futbolísticos.
Por el bien de las Chivas, de su afición y del futbol mexicano en general, que este Jorge Vergara resulte muy inteligente.