La reciente visita del ex presidente de los Estados Unidos William Clinton a nuestro país, ofrece la oportunidad de analizar la posición de México frente a los retos de la economía global y la crisis de seguridad que afecta al mundo contemporáneo. Como es del conocimiento, el personaje referido fue invitado por una sociedad financiera a dictar una conferencia, ante una asistencia de más de cuatrocientas personas entre líderes de opinión y empresarios.
En su charla, Clinton opina que nuestro país debe acelerar las reformas estructurales que impacten la infraestructura de producción de energéticos y en educación, como condición para superar los rezagos que existen en ambos rubros. De cara a la competencia que ofrece el arribo de China a la Organización Mundial de Comercio, el ex presidente del país más poderoso del mundo sugiere una estrategia comercial en renglones en los que no sea decisiva la mano de obra.
La conveniencia de planear en escenarios de largo plazo, de abandonar nuestra condición de país maquilador y desarrollar industrias en términos de un mayor cuidado del medio ambiente, fueron algunos de los consejos recibidos por los asistentes. La plática ofreció un recetario de verdades de perogrullo que los mexicanos conocemos de sobra y sin embargo, en la práctica resulta difícil aterrizar las estrategias de pizarrón, que requiere la solución de problemas cuyo planteamiento es de sobra conocido.
De la plática es rescatable una advertencia ineludible, según la cual en el entorno competitivo en que vivimos, los mexicanos somos los únicos responsables de nuestro propio destino. Para enfrentar esta verdad debemos construir la vida pública que deseamos para nuestros hijos, a partir de un esfuerzo productivo y la práctica constante de los valores de la democracia, que nos permita superar en la unidad, la diversidad que define nuestro estilo como sociedad.