Hay biografías individuales que merecen comentarse porque tienen bifurcaciones hacia temas de interés colectivo. Mariana Frenk-Westheim nació en el siglo XIX y en este cuatro de junio del siglo XXI cumple 105 años. Una vida larga y plena que justifica algunos comentarios sobre la historia y el arte de vivir, tema relevante para una sociedad que, como la nuestra, envejece a pasos agigantados.
Una forma de hablar de Mariana es tomando capítulos de su vida como las flechas que conducen a conflictos que han cincelado el ascenso del vecino del norte a la categoría de superpotencia. En 1898 -año en que nació la homenajeada— Estados Unidos aplastaba la resistencia española en una guerra librada para arrebatar a Madrid influencia y territorios. 105 años después la España de José María Aznar busca recuperar protagonismo aliándose a Washington en la guerra contra Iraq. Entre ambas guerras el hilo conductor ha sido una estrategia de dominación e influencia bastante original en el momento de su surgimiento. A diferencia de los imperios europeos, a Estados Unidos no le interesaba ocupar territorios; lo que buscaba era tener el poder y la influencia para defender sus intereses imponiendo lineamientos a las naciones del mundo sobre la corrección económica, política, ideológica y cultural (los documentos que mejor capturan estas ideas son las “Notas de las Puertas Abiertas” elaboradas por el Departamento de Estado en 1899 para exigir que China se mantuviera abierta al comercio mundial). Pese a que hay similitudes en la estrategia estadounidense de 1898 y 2003, también hay profundas diferencias. La principal es que en el último siglo ha surgido un movimiento universal que busca contener las expresiones más negativas y groseras que tiene el uso de la fuerza. Mariana Frenk ejemplifica de varias maneras la resistencia frente a la barbarie. Estaría, en primer lugar, su testimonio de vida. Por ser judía abandonó su natal Alemania para escapar de la irracionalidad Nazi. México la recibió en 1930 con esa generosidad que ha caracterizado nuestra política de asilo. Mariana se fundió con el país donde ha desplegado una larga y fructífera carrera como traductora, profesora y promotora de la cultura. Entre sus logros está haber ayudado a difundir la idea de que las piezas arqueológicas son arte, lo que fue otra forma de fortalecer la autoestima nacional.
Mariana también regaló a México dos hijos, Margit y Silvestre, diez nietos y 28 biznietos que han fertilizado las artes, las ciencias sociales y duras, los organismos civiles que defienden el ambiente y la política. Los Frenk son parte de la historia contemporánea de México. En sus escritos Mariana se ha pronunciado una y otra vez a favor de la razón y en contra de la violencia. Hace 16 años, en una reflexión sobre el cambio de milenio (“Despedida”, Nexos, No. 120, 1987), expresaba su horror ante la violencia humana: “nuestro milenio huele a sangre... Sangre vertida ¿por qué? ¿para qué? Para conquistar... un pedazo de tierra o el mundo entero”. En el siguiente párrafo hace a un lado el pesimismo y recuerda que “ha habido, y hay, puntos luminosos... maravillosas obras de arte, maravillosas hazañas científicas y seres humanos maravillosos, dignos de esta condición”.
La edad de Mariana conduce, también, a un asunto bien importante. La población mexicana está envejeciendo porque la esperanza de vida se ha duplicado en los siete últimos decenios. En 1930 se vivía en promedio entre 35 y 38 años y actualmente el promedio está entre 71 y 77 (las mujeres viven más que los hombres). Como en tantos otros temas, el país no está preparado para atender con dignidad a esta población. Según Ernesto Padilla, director de un organismo civil ligado a la iglesia católica (CARITAS, Bienestar del Adulto Mayor) los adultos mayores están lejos de obtener la atención que se merecen. Hay pocas instituciones especializadas y el país sólo cuenta con 240 geriatras para una población que ronda los siete millones. Otras aristas del problema son las pensiones miserables, el abandono y soledad y la violencia al interior de las familias. El problema es generalizado. Incluso los académicos que tenemos en este momento un trabajo seguro y razonablemente bien remunerado vemos con angustia la llegada de la tercera edad.
Como parte de los ajustes estructurales neoliberales impuestos por los organismos financieros internacionales y asumidos voluntariamente por un sector de la élite política priista, se pervirtió el esquema salarial en las universidades e instituciones públicas de educación superior. El ingreso se ha llenado de bonos y compensaciones que desaparecen al momento de jubilarse. En la etapa de mayor vulnerabilidad y necesidad acecha la maldición de la pensión ridícula. En tanto se hace conciencia del problema -lo que se beneficiaría de una mejor organización de ese sector- y se consensuan las soluciones institucionales y estructurales, una salida está en divulgar el conocimiento sobre los métodos y técnicas que permiten tener una buena vejez. Las investigaciones más serias coinciden en que los tres ingredientes indispensables para transitar la última etapa son una dieta adecuada, ejercicios apropiados para la edad y, sobre todo, mantener ocupada la mente. Tener conciencia del tiempo es uno de los rasgos que distinguen a los humanos pero es, también, la más implacable, tirana e inexorable de las dimensiones. Hay que ser precavidos a la hora de generalizar biografías individuales. Mariana Frenk-Westheim sigue rodeada de cariño familiar y tiene sus necesidades básicas resueltas lo que no es el caso con todos los adultos mayores. Aceptándolo, y con sus 105 años a cuestas, Mariana tiene cosas que ofrecer sobre el arte de envejecer con dignidad (tal vez la madre de todas las virtudes).
Apenas empezaba junio cuando conversé con ella. Me respondió con ese buen humor y lucidez que siempre la han caracterizado. Me preguntó de todo y sobre todos después de lanzar una declaración de principio: “todavía amo la vida”-. Luego se puso a explicar sus planes a futuro que incluyen incrementar sus actividades; no se resigna a sólo comer y dormir. Dolencias tiene pero de lo único que se queja es de la reducción en su capacidad visual que trajo como consecuencia la “terrible renuncia a leer” que equipara con “una verdadera mutilación”. No falta quién le lea periódicos lo que le permite estar razonablemente al tanto de los grandes debates nacionales y mundiales sobre los que tiene una opinión generalmente progresista. Pero además de mantener permanentemente ocupada su mente, la clave de su vitalidad puede estar en la frase con la que dio por terminada la conversación: “he vivido de acuerdo a un refrán budista: si me caigo siete veces, ocho veces me levantaré”. Luego me despidió con una sonrisa.
La miscelánea
Más sobre la incursión de las mujeres en la vida pública. Este jueves a las siete de la tarde se presentará en la Casa Lamm del Distrito Federal, el libro Dulce Asalto al Poder de Amparo Espinosa Rugarcía con Francisco Javier Osornio Corres. También aborda el caso Marta Sahagún de Fox, aunque lo hace desde una perspectiva menos crítica. Entre los aspectos más interesantes de la obra es que incluye una encuesta sobre la opinión que tienen las y los mexicanos sobre la esposa del Presidente. Por otro lado, la mejor de las suertes para Raymundo Riva Palacio y Javier Solórzano en su nuevo proyecto editorial.
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