“Pero para llegar a vencer este mal, el mal de la pobreza, si nos pudiéramos seguir al ritmo de lo que sucedió estos dos años, en diez, 12 o 15 años ya podemos cantar victoria”. Vicente Fox
¿Puede realmente México derrotar la pobreza en 15 años? Todo depende de qué signifique derrotar la pobreza. Y todo depende también de las políticas que siga nuestro país.
Si México tiene un crecimiento promedio del cinco por ciento anual en 15 años aumentará su producto interno bruto en 108 por ciento. Si la expansión es del seis por ciento, el PIB subirá en 140 por ciento. Aún con el crecimiento previsible de la población, esta tendencia llevaría a duplicar el producto por habitante de nuestro país en los próximos 15 años.
¿Significaría esta duplicación del producto interno por mexicano que ya no habría pobreza en México? Estrictamente hablando no. Podría haber quizá una baja de la pobreza del actual nivel cercano al 50 por ciento a un 20 por ciento. La pobreza extrema podría descender del actual 24 por ciento a un diez por ciento. Pero la pobreza no desaparecería, como no ha desaparecido en Chile, país que sin embargo ha logrado avances espectaculares en este tema.
El que un crecimiento del seis por ciento al año no nos lleve al paraíso terrenal, sin embargo, no es razón para que no hagamos el esfuerzo para lograrlo. Yo sé que una reducción de la pobreza sería un golpe muy fuerte contra los intelectuales y los políticos populistas que viven de ofrecer promesas a los pobres. Pero un producto interno bruto de 13 mil dólares por persona nos pondría por arriba del nivel de ingresos que Corea del sur tiene actualmente. Además, una baja del 50 al 20 por ciento en el nivel de pobreza haría que más de 30 millones de mexicanos dejaran de ser pobres. Y una reducción del 21 al diez por ciento en la pobreza extrema significaría que más de 11 millones de mexicanos dejaran la miseria en que viven actualmente.
¿Qué la economía mexicana no puede crecer al cinco ó al seis por ciento al año durante 15 años? Ya lo hicimos una vez, y de manera razonablemente sana, en los años del desarrollo estabilizador de 1954 a 1970. Por otra parte, Corea del sur ha venido creciendo en las últimas décadas -con excepción de la crisis del 97- a un ritmo de seis por ciento al año. Y China lo está haciendo al ocho por ciento anual. Ciertamente no es imposible.
¿Qué tendremos que cambiar algunos elementos fundamentales de nuestro sistema económico para lograr esta tasa de crecimiento? Eso es evidente. En materia de desarrollo no vamos a descubrir el hilo negro. La única forma de generar crecimiento económico y empleos es a través de la inversión productiva. Y es verdad que ésta puede ser pública o privada, pero nuestros políticos se han encargado de destruir una y otra. Los políticos han perdido la brújula en el gasto público y lo han encauzado a funciones no productivas, con lo que han permitido un crecimiento explosivo de la burocracia, mientras que por el otro lado han mantenido un gasto deficitario que ha hecho que crezca de manera irresponsable el servicio de la deuda pública. Entre el aumento del gasto corriente y el servicio de la deuda pública se ha castigado la inversión productiva, que es la que genera prosperidad. Pero al mismo tiempo que los políticos han atacado la inversión pública, le han puesto una gran cantidad de trabas a la inversión privada, especialmente en campos estratégicos como el petróleo, la electricidad y la petroquímica. Parece increíble, pero en un país que necesita inversión para crecer, para generar empleos y para combatir la pobreza, nuestros políticos han prohibido la inversión privada precisamente en aquellos sectores estratégicos donde esa inversión sería un mayor detonador de actividad económica y de prosperidad. Quizá en nuestro país no nos guste castigar a los homicidas o a los secuestradores, pero ciertamente amenazamos con cárcel a quienes se atreven a pensar en el pecado de arriesgar su dinero para crear empleos en nuestro país. Lo curioso del caso es que los políticos populistas y los prelados de la Iglesia Católica parecen escandalizados de que alguien quiera reducir drásticamente la pobreza mexicana en 15 años. En lugar de preguntar qué necesita México para crecer al cinco ó seis por ciento al año, prefieren seguir sembrando de obstáculos el inevitablemente difícil camino del combate a la pobreza. Con esta actitud parecen confirmar que su interés real es mantener la pobreza en nuestro país.
Encuestas
La última encuesta de Reforma pone por primera vez al PRI delante del PAN en las intenciones de voto para diputados federales. Una encuesta de El Universal coloca a ambos en empate, pero con la misma tendencia: el PAN baja y el PRI sube.
Correo electrónico: sergiosarmiento@todito.com