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MÉXICO, DF.- En San Francisco del Mar, comunidad indígena perteneciente al municipio de Juchitán, Oaxaca, el hambre se aquieta con pescado y camarones secos que la gente almacena por días... y hasta meses.
El ajonjolí, el sorgo, la sandía, el melón... la milpa que sembraron, todos se perdieron con las lluvias del último trimestre. Es ya casi tradición que aquí se declare zona de desastre, dicen... De hecho, el único camino de 48 kilómetros de terracería que tienen para salir hacia Juchitán y vender sus productos se destruyó por enésima vez.
“Esto pasa tres veces al año, y tenemos que viajar como reces o puercos en camiones de redilas, y soportar los golpes, ¡pura piedra!”, confiesa el munícipe Facundo Martínez, quien añade que este pueblo está sometido a la miseria desde el siglo XV y no se ha desarrollado por tener que atender los problemas de invasiones que, de hecho, ya alertan sobre un nuevo “foco rojo” de violencia en el sur del país por la posesión de tierras.
Hasta hace una semana, todo aparentaba ser normal en esta región del istmo de Tehuantepec. No obstante, a esta gente que sobrevive con escasos 20 a 30 pesos diarios, llegaron las malas noticias: un juez del Tribunal Agrario otorgó a mestizos influyentes más de dos mil hectáreas de tierras que los propios caciques les invadieron.
El juez José Lima Cobos, magistrado numerario del Tribunal Unitario Agrario en Tuxtepec, determinó que esos indios huaves deben entregar a la colonia mestiza 20 de Noviembre dos mil 314 hectáreas de las tierras.
Por decreto presidencial desde 1971, los huaves son propietarios de esos terrenos que totalizan 49 mil 964.75 hectáreas, y cuyos títulos de propiedad -aseguran- datan desde 1550, con el sello de la Corona española.