EL PAÍS
MADRID, ESPAÑA.- Gran parte de las ciudades de Marsella, Aviñón y Montepellier se han visto anegadas por el “diluvio” que devasta el centro y el sur de Francia desde el lunes pasado. Cinco cadáveres han sido recuperados hasta ahora y si los daños humanos no son mayores se debe a la intensa movilización de las autoridades y de los equipos de socorro, que han evacuado a más de diez mil personas en medio de un panorama definido por 278 carreteras inundadas y 25 mil líneas telefónicas cortadas.
Las lluvias torrenciales, pero prolongadas, afectan a un eje de varios cientos de kilómetros perpendicular al litoral mediterráneo, en el que se albergan 19 departamentos (provincias). Numerosos puntos de esta enorme región han recibido, en un día, el equivalente a tres meses de lluvias. “Jamás he visto tanta agua en 30 años”, afirmaba el alcalde de Montpellier desde su célula de crisis, en una ciudad cuyos transportes están paralizados y en la que ha caído un rayo sobre un tren de alta velocidad, afortunadamente sin víctimas.
El río Ródano se ha desbordado en la parte del delta, donde el gran río se divide en brazos. Los 190 kilómetros de diques han evitado una catástrofe mayor, pero en Beaucaire, un pueblo de 14 mil habitantes, la mitad de la población recibió ayer la orden de evacuación inmediata cuando quedaban 40 centímetros para que el río Ródano anegara el “bulevar insumergible”, como se nombra al paseo que bordea el río con diques reforzados. El pueblo de Aramon (cerca de Nimes), que sufrió cinco muertos por las inundaciones del año pasado, fue evacuado también ante la nueva crecida. La autopista Lyon-Saint-Etienne fue cerrada por completo, la que comunica con España sufre grandes problemas y la de París-Marsella ha sido reducida a un carril a su paso por la Alta Provenza y las Bocas del Ródano.
La cota de alerta de mil metros cúbicos de agua por segundo fue rebasada por el río Durance cerca del sitio nuclear de Cadarache, el lugar elegido por la Unión Europea como sede del futuro reactor ITER. Las autoridades se apresuraron a descartar todo peligro en las instalaciones de Cadarache.
“La situación está bajo control”, garantizó ayer el ministro del Interior, Nicolas Sarkozy, que acompañó al presidente, Jacques Chirac, en una visita al puesto de mando de los socorros para las zonas inundadas.
Las tormentas del año pasado resultaron mucho más mortíferas –hubo 24 víctimas en septiembre de 2002- que las de este otoño, pero la zona afectada ahora es mucho mayor y los daños materiales, todavía no evaluados, sin duda serán cuantiosos.
El Gobierno francés ha aprendido la lección. Esta vez ha movilizado inmediatamente a todas las fuerzas de bomberos, policías, gendarmes y militares disponibles. El Ejecutivo ha querido ahorrarse las acusaciones de ineficacia sufridas frente a la ola de calor veraniego, que provocó 15 mil muertos, dando origen a una áspera polémica sobre la lentitud con que reaccionaron las autoridades y el propio Chirac, de vacaciones durante toda la tragedia del estío.