¿En qué se parecen Elba Esther Gordillo y Marta Sahagún? En mucho. Por extraño que parezca estas dos mujeres comparten varios aspectos de su personalidad e intereses que, sin duda, las asemeja enormemente. A pesar de la diferencia de edad entre las dos, podríamos empezar enumerando sus similitudes físicas.
En primer lugar ambas son bajitas; lo más probable es que usen talla “petite”, tanto de calzado como de ropa. Por otro lado, las dos tienen el cabello teñido de rubio, un rubio dorado matizado con “luces”. Esta opción, -seguido incómoda por la presión de pintarse el pelo cada 28 días- nos habla de un deseo profundo por ser “güerita” en un país donde la mayoría de la población es de tez morena. ¿Se sentirán más seguras así de rubias? ¿Pensarán en efecto que los caballeros prefieren a las rubias? O porque “blondes have more fun” como dice la publicidad? El caso es que cada una de ellas han padecer las mismas raíces negras y oscuras. Curiosamente se peinan con el mismo estilo, las puntitas de atrás ligeramente alzadas hacia arriba.
¿Quién copia a quién? Podríamos decir así mismo que tanto Martita como Elbita se maquillan exageradamente, sobre todo los ojos. Mientras que la primera trata de agrandarse los ojos, la segunda, los tiene rasgados. Nos preguntamos si es a causa de los pellizquitos que se ha dado a lo largo de los años (curiosamente las dos tienen miedo a envejecer). Estas señoras que ya son tan íntimas amigas, gustan vestir con ropa muy cara e importada, (adquirida en las boutiques de Presidente Mazaryk, nuestro Rodeo Drive). Sin importarles lo que gastan. Es de vox populi que las dos son muy consumistas (la profesora carga los gastos a su sindicato, Martita a su ONG). No nada más adquieren vestidos y trajes sastre, sino también costosos accesorios, como mascadas y lo que parece ser bisutería fina. Pero, lástima que a pesar de todo el dinero que invierten en su guardarropa, por alguna razón, ninguna de las dos logra lucirla con elegancia. (A las dos les encantaría pasar por niñas bien). Por último y en relación a su estilo de vida personal, no hay que olvidar que las dos invirtieron mucho, mucho dinero en la boda de sus hijos.
En cuanto a su respectiva personalidad, también tienen muchos trazos que las asemejan. En primer lugar, estaría su conspicua ambición. ¡Ah, qué ambiciosas son las dos! ¡Ah, qué trepadoras y qué obvias nos resultan en sus ascendentes carreras! ¿Acaso las dos no hicieron todo lo posible por acercarse al presidente en turno? ¿Acaso las dos no están obsesionadas por la política? Es cierto que Elba Esther tiene más experiencia y conocimiento en la materia, en otras palabras, más horas de vuelo. Pero doña Marta nos ha demostrado que también tiene alas para emprender altos vuelos.
Queremos pensar que entre las dos existe un tema que quizá las oponga, pero que por lo mismo se atraen. Nos referimos al de Jorge Castañeda. Mientras que la profesora le manifiesta afecto y admiración, dicen que Martita no lo puede ver ni en pintura. ¿Será éste un motivo de fricción entre ellas? ¿O Elba Esther ya convenció a su “cuatacha” Martita que era mejor para su carrera política estar en buena lid con el ex secretario de Relaciones Exteriores? En el caso de la alianza de estas dos personajas (aquí sí vale el femenino), ¿quién de las dos utiliza a quién? Pensamos que aunque Gordillo tiene el saber, Martita tiene el poder. Mientras que Elba Esther asegura yo sé, Martita asevera yo puedo. ¡Combinación perfecta para una mancuerna con miras a tomar las riendas de todo aquello que se proponen!
¡Qué curioso que las dos estén, como dice el Presidente: duro y dale, duro y dale para su respectivo proyecto! ¡Qué curioso que la primera dama sea católica, apostólica y romántica y que la profesora sea agnóstica, utilitaria y pragmática! (Mientras que Martita se ha de encomendar a Dios, la profesora le ha de rezar a Maquiavelo). Y finalmente, ¡qué curioso que ambas se preocupen por la educación de millones de mexicanos, cuando las dos actúan con tan poca educación, con el secretario Reyes Tamez!
Cuando las vemos aparecer en los noticiarios de nuestras pequeñas pantallas, no podemos dejar de preguntarnos, ¿cuál de las dos tiene el ego más grande? ¿Qué sentirá la primera dama de la Nación de tener que compartir el escenario con una posible candidata a la presidencia del PRI? ¿Al haberse hecho tan amigocha de Elba Esther, también tendrá que serlo de Madrazo? Porque como bien dice el dicho norteamericano “love me love my friends”. ¿Se hablarán desde sus celulares todos los días? ¿De qué se platicarán? ¿De las intrigas de sus respectivos partidos? ¿De los editoriales de los periodistas negativos y envidiosos que no cesan de criticarlas? O bien, ¿se concentran en los temas de educación?
Algo que las asemeja mucho es su protagonismo, exhibicionismo y su triunfalismo. Imaginamos que su tema favorito es hablar de su pasado, el cual a pesar de haber sido tal vez modesto, pudieron superarlo gracias a su tenacidad y su desmedida ambición. No obstante la gran amistad que han establecido últimamente, imaginamos que cada una por su lado, critica a la otra de lo mismo que es criticable.
Por último, queremos señalar que todos los conceptos manejados líneas arriba de modo alguno no fueron motivados por un espíritu misógino, ni antifeminista. Si algo apreciamos es la mujer que se atreve, es la mujer verdaderamente luchadora y la mujer que se vale por sí mismo. Las que reprobamos son las arribistas, manipuladores, falsas, autoritarias y dispuestas a lo que sea con tal de lograr sus propósitos personales. Ésas no nos gustan. Ésas pueden hacer mucho daño.
Como bien dice Catón en su espléndida columna: Doña Elba Esther -que lleva a cuestas la ironía de ser llamada lideresa “moral” del magisterio- usa a su marioneta, cualquiera que sea el nombre de quien ocupa el cargo de secretario general del SNTE. Y “la señora Presidenta” -tal título le dieron en Europa- toma su inesperado status de esposa del Presidente de México como base para sus particulares fines y para favorecer ideologías y propósitos que pueden ser buenos y bien intencionados, pero cuyo manejo desmañado terminará a la postre por dañarlos.
Que no se sorprenda el Presidente que los periodistas estemos duro y dale, duro y dale, cuando en realidad es la misma señora Marta de Fox, que está duro y dale, duro y dale....
P.D. La pregunta en Zamora es, ¿por qué le dicen el membrillo a Martita? La respuesta es porque no llega a Perón.