HIDALGO, Coah.- “La postura de México ante las Naciones Unidas debe sostenerse, y mantener con firmeza su no a la guerra entre los Estados Unidos e Irak”, demandó en nombre de la Iglesia Católica en este desértico municipio en la frontera de Coahuila y Nuevo León, el Obispo de Saltillo, Raúl Vera López, ante gobernadores, mandatarios estatales y participantes en la cabalgata de los tres estados del noreste del país.
Dijo que la Iglesia Católica exhorta a nuestras autoridades federales a seguir insistiendo con los gobernantes de los países que aun dudan de rechazar la guerra, para que tomen esta misma posición”, agregó el Obispo.
“No se puede negociar con la dignidad de un país ni con sus principios básicos. Esto lo digo como mexicano, con orgullo y con memoria”, expresó emocionado Vera López.
Indicó que es conocida en el mundo la vocación de México por la paz, y que también internacionalmente se reconoce su gestión permanente a favor de la reconciliación, mediante la fina y a veces difícil tarea de la diplomacia.
En este municipio, colindante con Texas, Vera López recordó que en 1847 México sufrió los horrores y las injusticias de la guerra, cuando fue invadido por los Estados Unidos, “y lo que es tener que pagar por una guerra que ni causamos ni queríamos”.
Señaló que la humanidad esta en peligro, pero por el hambre, la pobreza, las enfermedades y fundamentalmente, por la ambición.
“Esa ambición pretende encubrir la guerra en discursos nebulosos, como los de ‘salvar a la humanidad’ o ‘preservar nuestra civilización”.
Luego cuestionó que cuál civilización se pretende “salvar”, si en esa civilización un puñado de personas concentra las dos terceras partes de la riqueza mundial, que gasta mil millones de dólares diarios en armamentos, y que se niega a firmar el ecologista Protocolo de Kioto, para preservar el ambiente”.
Asimismo, al dirigirse a los miles de jinetes de esta cabalgata que parte de este municipio, atraviesa la pequeña franja fronteriza de Nuevo León y concluye en Tamaulipas, dijo que es urgente unirse a las protestas internacionales contra la guerra, porque sólo los arrogantes no escuchan el clamor de la paz; “sino sólo escuchan su propia ambición”.