CD. LERDO, DGO.- Poco más de 13 mil visitantes registró ayer el Panteón Municipal donde familias enteras entraban cargadas con sus casos repletos de flores al tiempo que otras, salían con sus tinas, escobas o azadón en mano.
Un camposanto atiborrado de vendedores ambulantes dio la bienvenida al visitante. La presencia de los guardias de Seguridad Pública y Vialidad, se notó desde la calle Allende y Canal donde a los automovilistas se les invitaba continuar por los Periféricos I y II para evitar posibles congestionamientos.
Las unidades de la Cruz Roja brindaban seguridad a los lerdenses que caminaban junto con sus familiares hacia una de las entradas del Panteón Municipal por la prolongación Hidalgo, donde la presencia de vendedores de coco, pan de trigo, miel, mezcal, tamales, frutas, tacos, gorditas, granadas, cañas, nieve y camisetas de algodón, que a viva voz vociferaban “¡pásele!, ¡pásele!, ¡sólo le cuestan 15 pesitos!”, no podía faltar.
Que el Municipio permitiera el uso del agua para que los visitantes regaran sus flores y lavaran las lápidas de sus deudos, fue agradecido por los lerdenses que se esmeraban por arreglar las tumbas de sus seres queridos, “de por sí nomás venimos cada año, como que no hubiera sido justo que nos hubieran prohibido no usarla, como así sucedió en otras partes”, comentó María del Socorro Sosa.
Algunas personas tuvieron para arreglos florales vistosos y costosos, otros como la familia Alba Díaz, su presupuesto nomás les alcanzó para ramos de 15 pesos, “pero lo importante es que aquí estamos”, dice Raquel, quien estaba junto a la tumba de sus padres, dos hermanos y un hijo.
La gente en el panteón luego del remozamiento de sus tumbas, buscaba la sombra de un pinabete, otros rezaban o cantaban a sus difuntos, los más aún colocaban flores en los sepulcros. La visita al “Ángel del Amor” era obligada. Ahí nadie podía pasar sin tocarlo o sin comentar algo al respecto. Los más relataban a su acompañante una historia diferente sobre sus poderes milagrosos.
Esperanza Holguín de lejos veía cómo sus hermanos y hermanas arreglaban la tumba de sus padres y dos hermanos, “ahí están juntos y cada año los cinco que quedamos venimos a visitarlos”, comenta al tiempo que sus ojos se llenan de lágrimas.
La septuagenaria comenta que los años no han podido cambiar la tradición de visitar a los muertos, “aquí después de tantos años, lo único diferente es que hay más difuntos”, dice al tiempo que comenta, “sólo los mexicanos hacemos esto y es algo que nos debe llenar de orgullo”, comenta y luego recuerda cómo anteriormente el Panteón Municipal presentaba un mayor descuido, “ahora se ve que sí lo cuidan”.
También evocó el tiempo en que el camposanto fue dividido con una barda que separaba a los difuntos ricos y pobres, “pero hace muchos años a un buen Presidente Municipal se le ocurrió derribar esa barda y ahora todos, gordos, flacos, altos, pequeños, ricos y pobres, tenemos derecho de descansar en paz, en este lugar que será nuestra morada eterna”.
Muy temprano en Gómez
Desde las siete de la mañana de ayer que fue la hora en que inició la Misa para los Santos Difuntos, el Panteón Municipal de Gómez Palacio registró actividad, aunque la afluencia de visitantes fue más notable al mediodía.
Para Leticia Pérez de Reyes, quien vive en la colonia Chapala, la tradición mexicana de visitar y llevar flores a los difuntos, “está claro que no terminará, aquí año con año, lo único que cambia es que llegan más vendedores ambulantes a hacer su negocio y que no respetan una fecha tan nuestra, es lo que no me gusta”.
Y es que a la entrada del camposanto, los puestos ambulantes de tacos, lonches de adobada, semillas, cuadros, juguetes de plástico, cañas, mezcal y artículos diversos, impedía el paso de los visitantes.
Adentro la gente coloca en las tumbas sus ramos de flores naturales, pero también había quien se decidió por arreglos artificiales. Pero para María de Jesús Subirías viuda de Hernández, “faltó el agua para limpiar las lápidas como debía ser, pero qué le vamos a hacer”.
Con tristeza recordó cómo en el mismo año se murió su esposo e hijo, “eso fue hace seis años, mi hijo se electrocutó en un mes de agosto y mi esposo con la diabetes se impresionó tanto que sólo me duró cuatro meses y murió el 20 de diciembre del mismo año”.