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“Pa’que me sirve la vida”

juan manuel gonzález

“Lo único que se requiere para morirse es estar vivo”. Esto lo dice un buen amigo mío en referencia a que nuestra muerte puede llegar en cualquier momento aunque aparentemente no estemos enfermos y aunque todo parezca indicarnos que todavía falta mucho tiempo para que nos llegue la hora de partir. Todos conocemos casos de amigos o conocidos que han muerto sorpresivamente, sin siquiera haber dado muestras de estar enfermos; yo conozco el caso de un joven vecino que estando sentado viendo la televisión después de cenar, en aparente calma, murió como si se hubiera quedado dormido. Los japoneses, cuando una persona fallece no dicen de ella que “se murió”, simplemente dicen que “cambió de vida”. Pero, morirse o cambiar de vida, nunca está en nuestros planes, no me refiero a que alguien planee su muerte porque ya no quiera vivir, sino a que concientes de que somos mortales, aprovechemos el tiempo al máximo porque no sabemos cuando llegará ese momento y lo peor es que pensamos que todos se pueden morir, menos uno mismo; es como los infartos pensamos que a todos les pueden dar, menos a nosotros. Mientras no haya señales de enfermedad grave, actuamos como si fuéramos eternos, vemos muy lejana la posibilidad de la muerte propia pero no la de los demás. Definitivamente, nos vamos a morir. Como dice mi tía Goya de El Cercado, Nuevo León: “No te tomes la vida muy en serio, al cabo no saldrás vivo de ella”. Si no tuviéramos el tiempo de vida que creemos tener –y no estamos seguros de que lo tenemos- ¿Cuáles serían nuestras prioridades? Con toda seguridad nuestra óptica, nuestro modo de ver las cosas, cambiaría drásticamente. Hay muchas personas que por enfermedad o accidente han estado muy cerca de la muerte y “vuelven a nacer” después de ello, cambian su manera de pensar y de actuar dándole a todas las situaciones de la vida el justo valor que representan. Precisamente por ello decimos que estas personas “vuelven a nacer”, son totalmente distintas a como eran antes, cambian para ser mejores, viven la vida disfrutando cada momento conscientes de que el tiempo pasa y de que debemos aprovechar cada minuto como si fuera el último. En lo personal, tengo un amigo que por varios años vivió aquí en La Laguna y quien después de experimentar un pavoroso accidente carretero en su automóvil, habiendo salido increíblemente ileso del mismo, a partir de ese día cambió drásticamente para ser una mejor persona en todos los aspectos. Hay muchos ejemplos de casos como el anteriormente descrito. Las personas que han estado cerca de la muerte, después de ello viven la vida dándole la máxima importancia a la familia, a valores como la amistad, el amor, la solidaridad, la espiritualidad y también, dándose ellos mismos la propia importancia y respeto que antes pasaban inadvertidos. Cuando alguien muere, después del funeral, como dice la canción: “vuelve el rico a su riqueza, vuelve el pobre a su pobreza y el señor cura a sus misas”, tarde o temprano, dependiendo de la cercanía que guardábamos con el difunto cuando vivía, volvemos a olvidar nuestra temporalidad y a pensar en la muerte solamente hasta que otra vez, alguien conocido por nosotros se muera, o cuando sea dos de noviembre.

Si nuestra perspectiva de la vida cambia después de haber tenido a la muerte cerca y ello nos hace ser mejores personas en todos los aspectos, eso nos demuestra una vez más que lo único que necesitamos es voluntad para superarnos, para disfrutar cada momento de nuestras vidas. Debemos aprovechar nuestro tiempo para realizarnos, para ser útiles a los demás y a nosotros mismos.

De nueva cuenta, Konosuke Matsushita, el creador de uno de los cinco consorcios industriales más importantes del mundo, tiene razón al afirmar que las “fechas fatales” –como él llama a las fechas que se fijan para la consecución de los objetivos- generan presión y nos mueven a dar nuestro mejor esfuerzo. Con toda seguridad si cada uno de nosotros conociéramos la fecha exacta de nuestra muerte, procuraríamos sacarle provecho a cada segundo de nuestra existencia, extraeríamos de nuestras profundidades lo mejor que cada uno llevamos, muchas veces sin utilizar y sin explotar, para compartirlo con nuestros semejantes; tendríamos nuestros objetivos bien definidos e iríamos tras ellos con toda el alma antes de que se nos acabe el tiempo. Disfrutaríamos los días y las noches apreciando todo lo que de ellos, hasta hoy, hemos visto en forma rutinaria. Conviviríamos más con nuestros seres queridos, buscaríamos trascender y dejar huella. Haríamos todo aquello que hemos querido hacer pero que no nos hemos dado el tiempo para realizarlo. Si supiéramos la fecha de nuestra muerte advertidos de que si no cuidamos nuestro cuerpo, esa fecha se adelantará, sin duda tomaríamos todas las precauciones que actualmente no tomamos. Le ponemos atención a nuestro cuerpo y a nuestra salud solamente hasta que empiezan a aparecer los síntomas de no haberlo hecho antes. Debido a que vemos muy lejos el momento de nuestra muerte, no le invertimos a la prevención de las enfermedades que aparecen por llevar una vida sedentaria o por tener vicios como el fumar y tomar alcohol en exceso.

No debería ser necesario estar cerca de la muerte para encontrarle sentido a la vida, la vida sirve para muchas cosas, menos para desperdiciarla ni para , “cambiarla por tequila” como dice la canción. Con esta reflexión, también viene a mi memoria otra frase de mi tía Goya: “no te mueras antes de aprovechar la vida”.

E-mail:

jgonzalez2001@hotmail.com

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