El arzobispo emérito Antonio López Aviña exigió al clero diocesano luchar por la santidad en el ministerio, por mantener la fidelidad a la vocación y fortalecer la vivencia de fe y el testimonio evangélico, ayer durante la celebración de la Misa Crismal celebrada en la Catedral Basílica Menor, en la cual los presbíteros renovaron sus promesas sacerdotales.
En sustitución del arzobispo Héctor González Martínez, quien permanece como administrador apostólico de la Arquidiócesis de Antequera, Oaxaca, López Aviña reiteró que pese a los tiempos actuales el sacerdote debe mantener una búsqueda constante de la santidad.
“Nadie puede incurrir en la osadía de decir que, por su riqueza, sus méritos, su inteligencia u otras atribuciones, fue escogido para ser sacerdote”, asentó ante más de un centenar de presbíteros diocesanos, “dado que la elección de la vocación sacerdotal es un misterio.
“El Padre Celestial sabía de la conducta de los sacerdotes antes de serlo, conocía las debilidades, defectos y errores, sin embargo, pese a esta situación fuimos elegidos para asumir el ministerio sacerdotal”, apuntó el Arzobispo Emérito, quien presidió la Misa del Santo Crisma, donde se bendijeron los óleos que se distribuyen entre las parroquias y templos para imponerlos en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación, el Orden Sacerdotal y para la Unción de los Enfermos.
“No obstante nuestras miserias, carencias, caídas y defectos, somos la prolongación de un Jesús vivo y actuante por la oración y la administración de los sacramentos”, enfatizó monseñor López Aviña, quien precisó que el sacerdocio no es para una época o un período transitorio, sino que se lleva para toda la vida.
Reiteró que antes de la Ordenación Sacerdotal Jesús sabía de las debilidades de los candidatos a este ministerio, “sabía que lo podían vender, traicionar, negar o rechazar,