BANDERAZO DE SALIDA.- Maximilian Schell no es tan conocido en América como lo es en Europa. En Estados Unidos filmó algunas películas y ganó dos Oscar por sus grandes actuaciones en las películas “Juicio en Nuremberg” y “El hombre en la cabina de cristal”. Pero Hollywood no era lo que él quería y regresó a Europa, donde ahora dirige, hace teatro, y enseña actuación en varias universidades... Lo importante de Max, como le gusta que lo llamen, es su vida: Su papá era un poeta que caminaba desde el barrio pobre de Viena, donde vivían, hasta el centro de la ciudad, para ahorrarse los cinco centavos del tranvía. Iba allá a tratar de vender algunos de sus poemas a los periódicos locales, y no siempre lo lograba. Su mamá enseñaba actuación a estudiantes pobres, y también ganaba poco, así que los cuatro hermanos Schell pasaron verdaderos apuros en sus primeros años. Pero dos de ellos serían famosos: el propio Max y su hermana, la preciosa actriz María Schell.
CURVA PELIGROSA.- Dice Max que aunque eran pobres, su padre les hizo creer que eran los niños más ricos del mundo. “Yo era el dueño de todas las luces azules de la ciudad de Viena, donde nacimos, y que veíamos de noche a lo lejos, y mis hermanos poseían las luces rojas, amarillas y verdes. Ningún otro niño vienés tenía un tesoro como nosotros”... Primero Max fue pintor y después director de teatro, hasta que se dedicó a actuar y de allí saltó al cine. Max está considerado como todo un personaje y ahora es millonario con una gran residencia y una colección de pinturas en la que abundan los Picassos, los Renoir y los Manet, estimada en veinte millones de dólares. También posee una colección de coches convertibles, que son los vehículos que más le agradan, y su mayor orgullo son un Mercedes Benz y un Cadillac hechos con algunos accesorios personales.
RECTA FINAL.- Hace algunos años, el gobierno ruso quiso que se hiciera una miniserie especial sobre Pedro el Grande, y contrató a una constelación de estrellas. Las principales fueron Vanessa Redgave, Omar Sharif, Michael Caine, y por supuesto Max Schell. En la miniserie actuó una preciosa actriz rusa llamada Natalia Andreichenko. Él tenía entonces 56 años de edad y ella 39 más un hijo, Mitya, de cuatro años. Se casaron enseguida, y aunque Max le consiguió a ella un pasaporte suizo, Natalia sólo puede estar seis meses cada año fuera de Rusia, que aprovechan para viajar a Estados Unidos y a otras partes del mundo, Max, durante ese tiempo, cancela todos sus compromisos para estar con su esposa.
META.- Maximilian Schell fue gran amigo de Lucía Bosé y de su esposo el torero Luis Miguel Dominguín, de Ernest Hemingway, de Pablo Picasso y de Marlene Dietrich... Recuerda que una vez Picasso hizo un retrato de la hija de Lucía y de Dominguín, y que la niña, cuando vio el cuadro cubista del pintor preguntó con horror “¿Y ésa soy yo?”. Picasso se rió y años más tarde, casualmente, una dama aristócrata le hizo la misma pregunta cuando el pintor le hizo un retrato. Y el pintor, nada cortés, le contestó. “En pocos años será usted igual al cuadro”. Ahora, Maximilian Schell ya no tiene necesidad de ser el dueño de las luces azules de Viena porque es rico, se dedica a leer, a llevar una vida tranquila. Pero nunca olvida aquellos años de su infancia, pobre en dinero, pero rica en recuerdos.