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BANDERAZO DE SALIDA.- María Sabina vivía feliz en la sierra mazateca de Oaxaca, en un pueblo pequeño llamado Huautla. Vendía pan y velas, y había procreado cuatro hijos y tres hijas con su esposo, que murió en la Revolución con el grado de Mayor. Dos de sus hijos fueron asesinados también por aquel entonces... María Sabina recuerda que era una niña cuando conoció por primera vez los hongos alucinógenos que la harían famosa en el mundo entero. “Yo cuidaba pollos y chivos en el monte, pero siempre tenía hambre. Un día comí hongos sin saber si eran buenos o malos, pero me sentí bien y comencé a oír voces que me hablaban de la tierra y del aire, de otros mundos y del más allá y del más acá, y también escuché la voz de Dios”.

CURVA PELIGROSA.- María Sabina tuvo el privilegio de conocer el poder y la fuerza de los hongos, y llegó a dominarlos. Algunos decían que era bruja y otros la llamaban chamana, pero ella decía que era una mujer-doctora... En 1957 llegó a Huautla el arqueólogo norteamericano Tom Wasson con una carta de las autoridades donde le pedían a María Sabina que le enseñara a Wasson todo lo que sabía de los hongos, porque él quería conocer los secretos de la sierra mazateca... María le reveló lo que sabía de los hongos, y se los dio a probar, y entonces Wasson se maravilló y contó toda la historia al mundo entero, elogiando lo mágico y lo maravilloso que eran aquellas pequeñas sombrillas vegetales que nacían a ras del suelo, y que se comían crudas o hervidas, y lo elevaban a uno a dimensiones desconocidas.

RECTA FINAL.- A Huautla llegaron en romería hombres de todas partes del mundo, y con ellos llegó la maldad, dijo María Sabina. Todos querían encontrar en los hongos alucinógenos la solución a sus problemas del cuerpo y del alma... Llegó un obispo, viejo y enfermo: quería una muchacha y juventud. Otros querían que los hongos fueran como un túnel del tiempo para escapar de la realidad y de las miserias en que vivían. Comían toda clase de hongos y nadie cuidaba los “viajes” que hacían, los comían y vomitaban. Los hongos comenzaron entonces a clasificarse, y el peyote y “la pastora” fueron catalogados como narcóticos y se prohibió su venta. Los hombres blancos y negros se fueron entonces de Huautla y la normalidad volvió al pueblo.

META.- Los últimos que llegaron fueron los jipis: ellos vistiendo en forma desastrosa y ellas largas y transparentes túnicas, y adornando sus cabellos con flores. Alcanzaron los últimos hongos malos y hacían sus “viajes” bailando en la calle, haciendo el amor con los indígenas, y quedándose dormidos en la calle. Pero ante la intervención de las autoridades, también se fueron... Ahora los hongos son sólo de los mazatecos, que los usan para sus fantasías silenciosas y para acercarse a Dios, como ellos dicen. También para olvidar el hambre y sus miserias como yo lo hice, dijo María Sabina poco antes de morir... La gran chamana de Huautla se había hecho vieja, desdentada y calva. Sus últimos días fueron de triste soledad después de que su nombre y su retrato aparecieron en todas las revistas del mundo, y sobre la que se escribieron libros y artículos periodísticos en varios idiomas. La choza de María Sabina en Huautla está tapizada de fotos y recortes de esos periódicos, es una atracción turística, pero ya no hay más hongos alucinógenos, y el recuerdo de María Sabina queda sólo como algo mágico y legendario.

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