Prevención
La enfermedad cardiovascular ocupa los primeros lugares en mortalidad a nivel mundial. Es por ello que la atención primaria se hace imprescindible. Recientemente en nuestra ciudad ha funcionado la Clínica de Colesterol, coordinada por el Dr. Óscar Hernández, y que tiene como finalidad identificar a pacientes con diversos factores de riesgo para enfermedad coronaria o cerebral, y desde luego, iniciar terapéutica preventiva.
El colesterol, la presión arterial y el tabaquismo, son los factores modificables de enfermedad coronaria (EC), cuyo control puede cambiar el riesgo. En la prevención primaria de los factores de riesgo de EC, se debe estimar el riesgo coronario global, antes de decidir la introducción del tratamiento antihipertensivo o estatínico (para reducir colesterol).
La estimación del riesgo cardiovascular se realiza a través del método Colestec, el cual se basa en la ecuación obtenida por el estudio Framingham.
Indudablemente, el más potente de los factores de predicción de probabilidad de un futuro episodio coronario es la presencia de enfermedad coronaria clínicamente evidente. La mitad de los eventos coronarios observados aparecen en pacientes con EC previa. Esto no excluye la influencia de otros factores de riesgo, por ejemplo, los pacientes con embolia cerebral previa o insuficiencia arterial de las piernas.
Después de la EC preexistente, el factor de riesgo más potente es la edad. El riesgo aumenta en forma proporcional en hombres y mujeres. Tratar de definir el punto o límite de edad para iniciar la reducción de colesterol es un tema controversial.
El colesterol sérico ocupa un lugar central entre los factores modificables de riesgo para enfermedad coronaria. Se ha postulado “No puede haber infartos sin colesterol”. El colesterol es el factor de mayor impacto al asociarse con otros riesgos como tabaquismo, diabetes mellitus y la hipertensión arterial, factores que por supuesto deben también controlarse. Anteriormente existían países con colesterol bajo, como Gran Bretaña, en donde el infarto al corazón fue algo insólito no diagnosticándose por un médico hasta 1912, sin embargo, sus hábitos dietéticos se occidentalizaron y pasó a ser una sociedad con colesterol alto.
En los últimos años se ha subdividido el colesterol, identificándolo como LDL (productor de ateroesclerosis) y HDL (cardioprotector). Este último, presenta una relación inversa con EC, no tiene sentido medir colesterol sin estimar HDL ya que éste es indispensable para medir el riesgo cardiovascular; por otra parte, hoy en día la concentración sérica de triglicéridos parece constituir un factor de riesgo mucho más importante que lo sugerido con anterioridad.
Las últimas recomendaciones de la Sociedad Británica de Hipertensión para el tratamiento de la tensión arterial elevada, indican que se debe evaluar el riesgo cardiovascular antes de decidir el inicio de un tratamiento antihipertensivo, que generalmente se combina con la reducción del colesterol.
Universalmente se acepta que dejar de fumar reduce el riesgo de EC. Su trascendencia radica en que es un riesgo modificable.
La diabetes se asocia a colesterol alto e hipertensión arterial. Un adecuado control de las concentraciones de azúcar en sangre retrasa la aparición de enfermedad cardiovascular. Se han identificado también al estrés y sedentarismo como factores de riesgo cardiovascular.