EFE
MOSCÚ, RUSIA, (EFE).- El aplastante triunfo del oficialismo, el grave retroceso de los comunistas, el notable auge nacionalista y la rotunda derrota de los liberales marcaron ayer los resultados preliminares de los comicios parlamentarios en Rusia.
El presidente ruso, Vladímir Putin, consiguió su meta de hacerse con el control absoluto de la asamblea del Estado, con altas posibilidades de sumar una mayoría constitucional de dos tercios que le permitiría incluso modificar la Ley Fundamental.
Ahora la pregunta del millón es cómo utilizará Putin ese inmenso poder tras renovar su mandato en marzo próximo, y qué hará con los ultranacionalistas que el Kremlin ha criado para que arranquen votos a la tradicional oposición comunista.
Con todos los instrumentos del poder puestos al servicio de su campaña, el partido del poder, Rusia Unida, un equipo de ministros y funcionarios sin otra ideología que la lealtad a Putin, encabeza los comicios con un 36.7 por ciento de apoyo, tras ser escrutados el 76.62 por ciento de los sufragios.
A medida que avanzaba el recuento durante la noche, el Partido Comunista, que se perfilaba como la mayor fuerza opositora, subió del tercero al segundo lugar, con un 12.9 por ciento, aunque está seguro de que le robaron votos mediante fraude.
En las legislativas anteriores de 1999, el PC fue el más votado, con un 24.29 por ciento de los sufragios.
La ligera recuperación de los comunistas durante la noche fue fruto del descenso del apoyo al Partido Liberal Democrático (PLD) del ultranacionalista Vladímir Yirinovski, quien aún así obtenía un 12.1 por ciento, frente al 5.98 de hace cuatro años.
La cuarta y última fuerza que superaba la barrera del cinco por ciento de apoyo para acceder al reparto de los escaños es la gran sorpresa de estos comicios, el bloque Patria (Ródina), que obtenía el respaldo del 8.8 por ciento de los votantes.
Patria es una alianza de fuerzas nacionalistas y de izquierda que sedujo a los electores con ideas populistas, como recuperar el peso de Rusia en el mundo o “restablecer la justicia social” arrebatando sus propiedades a “oligarcas” que amasaron fortunas en la década pasada.
Aunque tanto Patria como el PLD dicen ser fuerzas independientes, el primero ha recibido grandes apoyos del Kremlin y uno de sus dos líderes, Dmitri Rogózin, es representante de Putin para el enclave báltico de Kaliningrado, y el segundo partido siempre ha votado como convenía al poder.
Otra gran sorpresa de estas elecciones es el fracaso de los dos partidos liberales, Yábloko y Unión de Fuerzas de Derecha (UFD), que han intentado infructuosamente unirse en vísperas de los comicios y ninguno de los cuales alcanza ahora la cota del cinco por ciento.
Yábloko se mantiene en un 4.2 por ciento de apoyo, frente al 5.93 de hace cuatro años, y UFD sólo tiene un 3.8 por ciento, cuando en los anteriores comicios había conseguido un 8.52.
Además un 4.7 por ciento de los que acudieron a las urnas votaron “Contra todos” los partidos, posibilidad prevista en la legislación rusa.
La participación fue ligeramente superior al 50 por ciento del censo, muy por debajo del 61.85 por ciento registrado hace cuatro años.
Los resultados citados, que según el presidente de la Comisión Electoral Central, Alexandr Veshniakov, “tendrán pocas variaciones”, corresponden a la elección de los 225 de los 450 diputados de la Duma que se eligen por listas de partidos. De acuerdo con estos datos, Rusia Unida tendría 118 de esos 225 escaños.
La otra mitad de los escaños se reparte por circunscripciones mayoritarias, en las que también se espera que el partido del poder tenga una gran ventaja, gracias al llamado “recurso administrativo”.