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¿Abatimiento de la delincuencia?

Juan de la Borbolla R.

En esa verborrea diaria de la que es tan pródigo en sus reuniones de madrugada con los reporteros de la fuente, el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador ha declarado enfáticamente que la delincuencia en la capital de la República ha disminuido prácticamente en todos los niveles y esto se refleja en un menor robo de vehículos diario, ya que al inicio de esta administración eran hurtados 120 y ahora 96.

Al propio tiempo el tabasqueño aseguró que casos como la ola de asesinatos en Tepito de principios de año “ya se arregló en su totalidad” y ocho homicidas están presos. Continuando con esas “buenas noticias” agregó el popular político que ya muchos contemplan como abanderado presidencial por el PRD, que en comparación con otras ciudades del país y del mundo, el número de asesinatos en el Distrito Federal es menor, ya que se registran 700 casos al año en una población de nueve millones.

“No me gusta hacer comparaciones, pero ya dije que ocupamos el lugar 16 en todo el país en homicidios hay menos homicidios que en Los Ángeles y que en otras ciudades del mundo”, comparó el personaje a quien... no gusta hacer comparaciones.

Sin embargo la Ciudad de México real: la de la violencia en las calles, la de la desconfianza generalizada; no la de las ruedas de prensa llenas de bromas y chascarrillos festinados por la mayoría de los asistentes a la cotidiana reunión con los amigos de la prensa, no respira tan optimistamente como lo hace “Andrés Manuel”.

Todos los días se sabe del caso de algún amigo, familiar o conocido que fue asaltado en la vía pública, fue secuestrado por un taxista y sus compinches, sobre todo en el caso de ese problema que constituyen los famosos taxis “tolerados”; ya dejó de ser noticia la cantidad de violaciones perpetradas dentro de minibuses o los asaltos perpetrados en ellos. Desgraciadamente ya no aparecen en las páginas rojas de los distintos periódicos los asesinados en la vía pública o dentro de sus hogares por haber hecho algún tipo de resistencia al asalto del que eran víctimas.

El “negocio” que tiene más oportunidades de prosperar en la Ciudad de México y en algunas otras ciudades de la República es el de delincuente merced a la incapacidad policíaca de prevenir el crimen, la incapacidad de la Procuraduría del Distrito Federal, de concretar las investigaciones y la exoneración de muchos jueces, en ocasiones por la incapacidad del Ministerio Público en otras por auténtica banalidad de las actuaciones judiciales.

La suegra de un querido amigo mío fue encontrada asesinada en su departamento a principios de julio de 2002; desde entonces a la fecha la Secretaría de Seguridad y la Procuraduría del Distrito Federal han manifestado a todas luces su incapacidad técnica y su inhumanidad para tratar de desentrañar la muerte violenta de una anciana de más de 80 años que fue privada de todas su pertenencias por los asaltantes y quienes además la privaron de la vida.

Las multiplicaciones de casos como el anteriormente relatado, con pérdidas lamentables de vidas humanas y con los delincuentes gozando de su impunidad, es lo que mueve a la rabia frente a declaraciones triunfalistas e irresponsables como las referidas al inicio de este artículo.

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