En su diccionario del Uso del Español, María Moliner es muy claro respecto al significado de la palabra abstencionismo: Actitud o criterio de los que propugnan la abstención o no participación en cierta cosa; por ejemplo, en unas elecciones. De estar vivo el autor, ¿qué hubiera pensado del abstencionismo que se dio en nuestro país en las pasadas elecciones? ¿Cómo lo hubiera clasificado, si éste representó un 60%? ¿Le hubiera llamado abstencionisísimo o bien abstencionisotote?
Por su parte F.C. Sainz de Robles, en su diccionario de Sinónimos dice que el verbo abstener-se también se puede decir: inhibirse, contenerse, refrenarse, privarse, renunciar y callar. Así mismo se podrían emplear las siguientes expresiones: hacerse el distraído, o hacerse el loco. ¿Cuántos mexicanos y mexicanas se hicieron los distraídos o locas, el domingo pasado? Si calculamos el porcentaje que se abstuvo sobre el padrón que representó 64 millones de ciudadanos, se abstuvieron 38 millones de posibles electores. Son muchos, muchísimos. Si así fuera, ¿quiere decir que una buena parte de México es medio distraído o bien, está media loca? No. Yo creo que más bien los 38 millones de electores que no fueron a votar el domingo (tengo entendido que dos de tres electores son mujeres), es simplemente porque están de-sen-can-ta-dos. Luego, somos un pueblo el cual dejó de estar en-can-ta-do. Pero, ahora ¿quién nos va a desencantar? ¿Vicente Fox? ¿Roberto Madrazo? ¿Rosario Robles? ¿El joven Emilio González? ¿Dante Delgado? O, ¿el presidente del P.T?
El Diccionario de la Lengua Española, apunta que abstener, quiere decir no participar en algo a que se tiene derecho, o en otras palabras, privarse de alguna cosa. ¿Cuántos de los que se abstuvieron lo habrán asumido a conciencia, es decir, como una postura política? Y, ¿cuántas de ellas o ellos de plano no fueron a votar por las siguientes razones a) perdieron su credencial de elector. b) se fueron de vacaciones c) no estaban enterados. d) les dio una inmensa flojera. e) no sabían con quién dejar a los niños. h) se les hizo tarde. i) no encontraron la casilla que les correspondía. j) se les olvidó por completo. k) estaban secuestrados. O bien, porque hace algún tiempo, renunciaron a su nacionalidad mexicana.
Ayer se publicó en un diario capitalino una carta sumamente llamativa precisamente en relación al abstencionismo. El título lo decía todo Furia Ciudadana. Es cierto que la misiva estaba redactada con absoluta furia, incluso la autora, Rocío Chávez de La Herradura, Huixquilucan, Estado de México, empieza diciendo: Estoy enojada, encolerizada, decepcionada, más que desencantada y esta vez la causa no es el Gobierno de Fox, no es la dominación del PRI o la fragilidad republicana del PRD, tampoco los “chiquillos” son la razón de mi decepción. Esta vez la causa de mi desamparo son los ciudadanos que nos fallaron, que les fallaron a sus hijos, a sus amigos, a sus vecinos, a todo México, porque se ausentaron en un día crucial para la historia y el futuro de nuestro país.
No hay duda que esta ciudadana se siente confundida. No entiende por qué hubo tanta gente que no votó, prefieren seguir siendo víctimas que actores, porque han decidido recorrer el camino de nuestra incipiente democracia de rodillas y no de pie.
Me temo que Rocío tiene razón. Porque si se hubiera optado por abstenerse (lo cual no deja de ser una postura política respetable), estos ciudadanos hubieran podido, por lo menos, presentarse en la casilla y anular la boleta, tachando más de un partido. Creo que hubiera sido mucho más constructivo hacer valer, personalmente, su punto de vista y no caer en la simple apatía.
Respecto a estos abstencionistas, en su carta la señora Chávez, se pregunta ¿Qué vamos a hacer?, sólo tomaba cinco minutos ir a votar. ¿Cómo hacemos con ellos?, qué palabras o acciones pueden convencerlos de que no era un regalo su voto sino una obligación, un compromiso adquirido con la nación que mal o bien los alberga. Me temo que una vez más Rocío tiene razón.
No hay duda que ir a votar es un acto de responsabilidad, es nuestro deber, como diría nuestra vecina de La Herradura un compromiso adquirido. Y ¿el supuesto “compromiso adquirido” de los políticos, dónde quedó? ¿Dónde quedó su obligación y su responsabilidad? Resulta interesante que la decepción de Rocío provenga más de la ciudadanía que de los señores del gobierno.
¿No vino acaso el abstencionismo por culpa de los políticos? ¿Quién es más culpable, el ciudadano o nuestra situación política? ¿Por qué en estas elecciones de los tres partidos el triunfador es el PRI? ¿Por qué perdió el PAN? ¿Por qué nos tienen tan decepcionados los perredistas?
¿Por qué no obtuvo su registro México Posible? ¿Por qué Roberto Madrazo está anunciando en todos los medios informativos su partido como si ya estuvieran de regreso definitivamente?
¿A quién le agradece el dirigente del PRI frente a las cámaras todos esos votos que obtuvo? ¿Al abstencionismo? ¿Al fracaso del gobierno de Vicente Fox? O ¿a los ciudadanos que están dispuestos a creer otra vez en el PRI?
No cabe duda que los resultados de las pasadas elecciones más que aportarnos definiciones, nos aportaron preguntas y más preguntas sin saber qué contestarnos. Igualmente se pregunta doña Rosario si no hay reclamos o castigo para los que se abstuvieron. Después no se quejen, no tendrán derecho a llorar como niños lo que no pudieron defender como hombres y mujeres. He allí un reclamo contundente.
Si no votamos, entonces no tendremos derecho de quejarnos. Si lo hacemos nuestra queja se diluirá hasta desvanecerse por completo. En ese caso, sería completamente estéril.
¿Por qué no aprovechamos el domingo pasado para haberlo hecho de una forma más democrática?
Lo que temo del abstencionismo en un momento de transición y tan razonado, es que a la larga nos convierta en ciudadanos escépticos, cínicos y desapegados. Temo que poco a poco nos vaya minando nuestra voluntad de cambio y nuestra gana de seguir luchando por consolidar la democracia. Temo que sin darnos cuenta, nos hagamos más indiferentes y desconfiados. Temo que cada vez veamos más alejado aquel día tan maravilloso que representó el seis de julio del 2000 día en el cual gracias a nuestro voto y hartazgo logramos que se fueran los priistas.
Pero lo que más temo de todo, es que el próximo seis de julio del 2006 regrese el PRI por culpa del desencanto, de la decepción, de la desesperanza y de un abstencionismo del 60 por ciento.
Ojalá que para entonces la señora Rocío Chávez formara un partido que se llamara LCA Luchemos contra el abstencionismo. Pero me temo que no logrará su registro precisamente por el fantasma que nos tiene tan aterrados llamado: a.b.s.t.e.n.c.i.o.n.i.s.m.o.