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TAPACHULA, Chis.- Por menos de tres mil 500 pesos, el militar guatemalteco Belisario Ramírez Chilel condujo a otros seis sicarios centroamericanos para asesinar a su cuñado, con tan mala fortuna que no sólo terminaron con la vida de su pariente político sino también con la de su propio padre, dos de sus hermanos y sus sobrinos.
En conferencia de prensa, el procurador general de Justicia del estado, Mariano Herrán Salvatti, reveló que Ramírez Chilel, un soldado raso del Ejército de Guatemala de 21 años, encabezó a los hombres armados que el domingo pasado incursionaron en territorio mexicano y asesinaron a balazos a seis guatemaltecos -entre ellos una niña de diez años de edad- y a dos mexicanos en el Rancho JR localizado cerca de la frontera con Guatemala.
Ramírez Chilel fue contratado por varios hombres por dos mil 500 quetzales (unos tres mil 472 pesos) para que los condujera a donde vivía Luis Pérez Morales, un guatemalteco de 52 años encargado del Rancho JR, y quien vivía con Carmela Ramírez Chilel, hermana del militar.
Según declaró a las autoridades mexicanas, el soldado guatemalteco fue contactado el domingo pasado por tres hombres, cuya identidad no ha sido revelada, en la comunidad de La Soledad, departamento de Malacatán, Guatemala, que le propusieron participar en una acción para asesinar a su cuñado.
Ramírez Chilel, también conocido como "El Cayo" y capturado el domingo pasado poco después de registrarse la matanza en el Rancho JR, dijo haber aceptado participar en el ataque motivado por algunas fricciones que había tenido con su cuñado cuando trabajó en el rancho de 120 hectáreas. Según el militar, Pérez Morales le había reclamado porque metía al rancho mujeres con las que sostenía relaciones amorosas.
Herrán Salvatti relató que el soldado guatemalteco se comprometió a llevar a los hombres al rancho ubicado en el municipio de Tuxtla Chico y que el domingo a las 17.00 horas, cuando se encontró con ellos, se dio cuenta que iban armados con una escopeta calibre 16, una pistola escuadra calibre 22, un revólver 38 especial y una calibre nueve milímetros. Ahí, uno de los hombres "invitó" al militar a "aventarse el tiro" y les ordenó que rodearan el rancho.
Cuando Ramírez Chilel y los otros guatemaltecos armados llegaron a la casa, la sobrina del militar, Cristina López Ramírez -de diez años de edad-, conversaba en el corredor con tres personas, un hombre y dos mujeres de origen mexicano, a quienes encañonaron con las pistolas y los rifles y les ordenaron entrar a la vivienda.
Ramírez Chilel también vió que su hermana Carmelina Ramírez Chilel, junto con su hermano Domingo Ramírez Chilel, el padre de todos ellos Cirilo Ramírez Escobar y su sobrino Leonel López Ramírez, cenaban en el interior de la casa.