EDITORIAL Columnas Editorial Caricatura editorial

Addenda/¿Con qué derecho?

Germán Froto y Madariaga

Acabo de presenciar el primer gran ataque de las fuerzas aliadas, comandadas por los Estados Unidos, contra el ejército y el pueblo de Iraq, en la milenaria ciudad de Bagdad.

En lo que los voceros de la Casa Blanca llaman “operación libertad”, sus militares lanzaron, para empezar, sobre aquella ciudad un ataque con más de cuarenta misiles tomahawk. Eran en México las doce treinta horas del día de ayer, viernes 21, y la ciudad de las Mil y Una Noches ardía en llamas.

Ante aquellas escenas dantescas, me preguntaba ¿con qué derecho dos señores (Bush y Hussein) disponen de las vidas de otros?. Y todavía tienen el cinismo de invocar a Dios para justificar sus acciones.

Las razones dadas a conocer sobre todo por los voceros oficiales del gobierno de Washington no me convencen. Como tampoco convencen a millones de personas en el mundo. Dicen que lo hacen para “liberar” al pueblo iraquí y que el grado y la precisión de las armas que utilizan son tales que eso garantiza la ejecución de un ataque “humanitario”.

¿Se puede hablar de humanitarismo, cuando se utiliza la fuerza de las armas para lograr un objetivo tan irracional?

¿Qué autoriza a un estado a usar la fuerza para darle a un pueblo algo que ese pueblo no le ha pedido?

El presidente George W. Bush debería estudiar y meditar sobre los textos que dejaron escritos algunos de los patriotas norteamericanos. Concretamente la llamada doctrina Jefferson, que citada por el maestro César Sepúlveda, consiste en que: “Un gobierno legítimo es aquel creado por la voluntad de la nación substancialmente declarada”. A lo anterior, Sepúlveda añade: “Al existir un gobierno que recibe el asentimiento de la población, debe ser reconocido sin considerar la cuestión de legitimidad”.

En ese sentido y aunque sea el de Hussein un gobierno dictatorial, de acuerdo con Jefferson, ningún estado soberano está facultado para cuestionar su legitimidad y menos para realizar una defensa que no le ha sido solicitada.

Palacios y edificios de Bagdad son blanco de las bombas norteamericanas. De acuerdo con la información de la Casa Blanca, serán siete mil objetivos los que bombardearán las fuerzas aliadas. Y nos dicen que será ése un bombardeo “quirúrgico”, para dar paso después a la ayuda “humanitaria” que les enviarán. Ayudarán así, llegado el momento, a la reconstrucción de lo que ahora están destruyendo. ¡Qué gran absurdo!.

Primero, tratarán de matarlos y después, a los que sobrevivan, les extenderán su ayuda fraternal.

¿Qué culpa tiene el pueblo, la población civil, de los diferendos entre gobiernos?. ¿Cómo justificarán la muerte de tantos inocentes?.

La verdad es que no hay forma. No hay argumentos que sean valederos, ni justificación alguna que pueda esgrimirse para fundar estas criminales acciones.

¿Qué Saddam es un asesino, un criminal? Es cierto. Pero eso no autoriza a otros a convertirse en lo mismo para acabar con él, sobre el argumento de que así salvaran a la humanidad.

El mundo no ha cambiado en las últimas décadas. Sigue siendo el mismo, con la agravante de que, cada vez más, los Estados Unidos se consolidan como el país hegemónico que es juez en todo y “tiene derecho” a meterse en todo.

En 1983, durante un curso de derecho Internacional, le escuché a Bernardo Sepúlveda Amor, a la sazón secretario de Relaciones Exteriores de México, la siguiente afirmación: “A la expresión cabal de la paz y la vigencia plena del derecho internacional se oponen también los valladares de un sistema económico mundial injusto y en deterioro, el armamentismo creciente, la política del poder y el hegemonismo”.

Esta nueva guerra, se cimienta en idénticos intereses y hace aún más elevados los valladares que impiden el cabal imperio de la paz y la vigencia irrestricta del derecho internacional.

Un orden económico mundial terriblemente injusto en el que unos cuantos lo tienen todo y miles de millones no tienen nada.

Un creciente armamentismo del que incluso se ufanan, como lo hacen hoy los EU y las naciones poderosas. “Lo que sucede ahora en Bagdad –dijo uno de los voceros de Bush—no es comparable con lo que se ha visto en el pasado. Las armas ahora utilizadas, son mucho más potentes y sofisticadas que cualesquier otras de las usadas en el pasado”.

Qué orgullo deben sentir los norteamericanos al saber que sus soldados están asesinando a otros seres humanos, pero con bombas nunca antes vistas.

Tanto Hussein como Bush, deberían saber que, como dijo el general prusiano Carl von Clausewitz: “La guerra es un acto de violencia destinado a forzar al contrario a ejecutar nuestra voluntad”.

En cierta forma, el uno quiere que todos los “infieles” se vuelvan musulmanes, y el otro quiere que todos los musulmanes se vuelvan cristianos.

Uno pretende que todos adopten su concepto de “libertad”, y el otro presiona para que se admita su concepción de “unidad”.

En un antiguo proyecto de Código de Delitos Contra la Paz y Seguridad del Hombre, elaborado en la Organización de Naciones Unidas, en 1950, se consignó lo siguiente: “Los actos de agresión no se dirigen contra un gobierno en particular, ni dañan un sistema político; son actos que infringen los fundamentos mismos de la comunidad internacional, actos que ponen en peligro la coexistencia pacífica de las naciones”.

Lo que están haciendo las fuerzas aliadas en Iraq, encabezadas por los EU, ya dañó seriamente los fundamentos de la comunidad internacional y ha puesto en grave peligro la coexistencia pacífica de la mayoría de las naciones del mundo.

En el concierto de las naciones, formado por casi doscientas soberanías, cuarenta y cinco de ellas, pero en especial Estados Unidos, Inglaterra y España, hay dado una nota estridente. Lo que vendrá después, no puede ser una sinfonía.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 24584

elsiglo.mx