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Addenda/Mientras dormías

Germán Froto y Madariaga

Para Ricardo

Son momentos difíciles en los que la incertidumbre se apodera de nosotros y el único remedio para eso es llegar a la certeza lo antes posible.

La mayoría de la gente se ve inmersa en circunstancias semejantes porque el ser humano es frágil, muy frágil no obstante que en la juventud creemos que nosotros jamás pasaremos por esos trances.

¿Cuántas personas han vivido procesos semejantes? ¿Cuántas más están hoy, como tú, viviéndolos?

Hay a quienes les gusta ingresar a un hospital. Pero son individuos que constituyen la excepción que confirma la regla. Por lo general a nadie le gusta verse postrado en una cama. Pero todo en la vida tiene un lado positivo y uno negativo. En tu caso, ya vamos de gane con que esta intervención se haya podido programar con toda anticipación y cuidado. Acuérdate de que ya hemos pasado por trances en los que de improviso hay que ingresar al hospital en condiciones críticas. Y sin embargo, aquí estamos aún, porque Dios así lo quiere.

Tenemos que verlo así, como una oportunidad para hacer ajustes en nuestro organismo y poder seguir adelante en mejores condiciones de vida. Tú sabes que me gustan las historias que ilustran. Por eso, te cuento ahora ésta del águila (o como decía Vasconcelos: La águila):

“El águila es el ave de mayor longevidad de su especie. Llega a vivir setenta años.

Pero para llegar a esa edad, al cumplir cuatro décadas, deberá tomar una seria y difícil decisión.

A los cuarenta años sus uñas están apretadas y flexibles. Por ello, no consigue tomar a las presas de las cuales se alimenta.

Su pico largo y puntiagudo se curva apuntando contra su pecho. Sus alas están envejecidas y pesadas, y sus plumas gruesas. Volar se le hace ya muy difícil.

Entonces, el águila tiene solamente dos alternativas: Morir o enfrentar un dolorido proceso de renovación, que durará ciento cincuenta días.

Este proceso consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí en un nido cercano a un paredón, en donde no tenga la necesidad de volar.

Al encontrarse en ese lugar, el águila comienza a golpear la pared con su pico hasta conseguir arrancarlo.

Después de arrancarlo, espera el crecimiento de uno nuevo con el que desprenderá una a una sus uñas y espolones.

Cuando los nuevos espolones comienzan a nacer, ella misma empezará a despojarse de sus viejas plumas.

Después de cinco meses, sale para el famoso vuelo de renovación que le dará treinta años más de vida”.

Algo semejante sucede a veces en nuestras vidas y el que así sea debemos tomarlo como un privilegio y no como un motivo de pena.

Lo mismo para atender alguna deficiencia de nuestro organismo que para limpiar nuestra alma de los lastres que la van afectando, debemos resguardarnos por un tiempo a fin de iniciar un proceso de renovación.

Y debemos hacerlo para poder continuar “el vuelo”. Imprimirle nuevo ritmo a nuestras vidas y, además, para darnos cuenta cabal de las cosas que realmente son importantes en este devenir de nuestra existencia.

Curioso es, dicho sea de paso, el que invariablemente nos preocupe nuestro estado físico, mientras que al espiritual casi nunca le damos “mantenimiento”.

Deberíamos de cuando en vez realizar un proceso de revisión mediante el cual nos desprendiéramos de todo cuanto envenena nuestra alma. De los odios, las envidias, los rencores, la soberbia, así como de lo mucho en que, en no pocas ocasiones, por circunstancias casi pueriles nos alejamos de las personas que queremos y para cuando intentamos acercarnos ya es demasiado tarde.

El diálogo interior con la Divinidad es algo también que suele darse en momentos críticos y en la cotidianeidad de nuestra vida olvidamos que Dios está ahí siempre dispuesto a escucharnos, aunque nosotros no acostumbremos hablarle con frecuencia.

En todo esto reflexionaba mientras “dormías”. Mientras estabas inconsciente y a tu derredor, como abejas en panal, afanaba exitosamente un equipo de médicos, en tanto que tu cuerpo se mantenía vivo gracias a un corazón artificial. Maravillas que tiene la ciencia médica y que para mí son siempre críticas.

Dicen que a los amigos se les conoce en la cárcel y en la cama. Y yo debo decirte que tú cuentas con muchos amigos y todos, de una forma u otra, estuvieron pendientes del desarrollo de este proceso que es el principio de una renovación que te dará aliento para seguir, como dijera Alberto Cortez: “A todo corazón”.

Además, te debo decir que por enésima vez pude comprobar con mucho gusto que formamos parte de una familia unida y profundamente afectiva y solidaria.

Así como todos solemos hacer acto de presencia en los grandes momentos de alegría, afuera del quirófano tú tenías toda una corte de familiares y amigos que estuvieron al pendiente de tu estado de salud en todo momento.

Sábete envidiablemente querido por todos. Pero de manera significativa por Irma, que después de tantos años junto a ti, te sigue amando como el primer día.

Por tus hijos y nietos; por tus hermanas, cuñadas y cuñado; por tus nueras y, como te decía, por muchos amigos a los que has logrado cultivar como tales a lo largo de tu vida.

Muchas cosa pasaron mientras dormías... Pero lo más significativo es que estás de vuelta con nosotros.

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