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Addenda/País maravilloso

Germán Froto y Madariaga

El ciudadano Vicente Fox puede decir, al igual que lo puedo hacer yo, que el nuestro es un país maravilloso. Pero el presidente Fox no puede hacerlo fundándose en la ponderación de las acciones realizadas por él y por su administración, pues como reza el viejo adagio: “Alabanza en boca propia, es vituperio”.

El Presidente funda su dicho en las siguientes consideraciones personales: “Hacemos un recuento... y lo que ha sucedido, expresado en indicadores objetivos, reales... es que tenemos un país maravilloso”. “Las cosas caminan en el país que la gente trabaja, que la gente hace inversiones, que progresamos y avanzamos”. “Todos los trabajadores han ganado poder adquisitivo con sus salarios. Éste permite un mayor consumo... que la economía se solidifique y avance”.

Es éste en efecto un país maravilloso. De gente ingeniosa y laboriosa. Un país en el que no existen las confrontaciones armadas ni conflictos sociales que amenacen la paz comunitaria. Su geografía y riquezas naturales son en realidad envidiables. Y su gente, en términos generales, es alegre y entrona. Es un pueblo rico en folclor, tradiciones e historia.

Pero de ahí a que el titular del Ejecutivo pueda sostener su aserto de que es el nuestro un país en el que vamos de maravilla, hay un mundo de diferencia. Tan es así, que en menos de veinticuatro horas Fox ya estaba tratando de desfacer el entuerto.

Apoyándose en el documento elaborado por la Presidencia de la República, denominado: “A la mitad del camino”, el Ejecutivo también sostuvo que: “a pesar de la resistencia para aceptarlo por algunos grupos... el progreso es palpable. Se avanza en la educación y la salud y la economía es sólida y fuerte”.

La reticencia de esos grupos a los que alude Fox, se funda en el hecho de que no podemos aceptar que el país marcha maravillosamente, cuando existen más de cincuenta millones de personas que viven en la pobreza.

Cuando los niveles de crecimiento han descendido notablemente en los últimos años y los mercados de valores se tambalean ante la posibilidad de que no se pueda concretar una Reforma Fiscal que posibilite la mayor captación de impuestos y el dólar cobra notable fuerza frente al peso. Los especialistas estiman que las expectativas de crecimiento para este año serán apenas del 1.25 %, pues en el tercer trimestre este indicador no alcanzó ni el 0.5 %.

La educación y la salud, a su vez, son rubros en lo que ha disminuido el gasto gubernamental. De manera especial en lo que a salud se refiere y por ello, como sucedió recientemente, hay lugares en donde un recién nacido fallece ante la falta de una incubadora. La inversión federal para el sector salud en Coahuila disminuirá el próximo año, en términos reales, en un 30.8 %.

En educación, si bien es cierto que se mantienen gratuita para que cualquier niño o joven pueda si así lo decide entrar a estudiar, también lo es que de las universidades egresan cada año miles de profesionistas que no encuentran trabajo. Pero además, de acuerdo con datos proporcionados esta misma semana, en Coahuila la inversión federal para la educación básica disminuirá en un 2.9 %.

Si tomamos en cuenta los índices de desempleo existentes ante la falta de inversiones, no podemos decir que se ha mejorado el poder adquisitivo de los trabajadores. Porque esos índices nos demuestran que hay una gran oferta de mano de obra y pocas oportunidades, lo que obligadamente nos conduce a bajos niveles de salario.

En ese sentido, ¿cuál es el país que está viendo “maravillosamente” el Presidente? ¿El que él observa desde Los Pinos? ¿El que le describen sus asesores? ¿El del “realismo mágico” que le presenta su esposa cuando platican por las noches? ¿Cuál de ellos?

Como en los días de campaña política Fox se mostró entusiasmado ante el panorama que deriva de sus propias percepciones. Sólo que entonces veía un país casi destrozado, ahogado en la corrupción, sostenido por inútiles y decrépitas instituciones, sin oportunidades de crecimiento a corto plazo y un pueblo agraviado por las notables diferencias sociales.

Sin embargo, en tres años la República no ha cambiado mucho en esos aspectos, aunque algunos de ellos fueron magnificados negativamente por el propio candidato en campaña. Porque en el dos mil ni el país estaba al borde del colapso ni las instituciones se habían tornado inútiles, prueba de ello es que la nación continúa en pie y esas instituciones de antaño son las mismas que hogaño lo sostienen.

Claro está que la visión cambia de acuerdo al ojo del observador, pues no creo que muchos mexicanos coincidan con la apreciación del Presidente. Ahí están para muestra las declaraciones del presidente del grupo IMSA, Eugenio Clariond, quien al referirse a las declaraciones comentadas, categórico afirmó: “Fox está en la Luna”.

Desde las barriadas urbanas y los cinturones de miseria el panorama se muestra muy distinto. Ahí siguen viviendo millones de familias agraviadas por un sistema económico que sostiene e impulsa una injusta distribución de la riqueza.

Desde el fondo de las cañadas aún se puede escuchar el grito de rebeldía que sale de las gargantas de millones de indígenas que no encuentran respuestas gubernamentales para sus demandas más sentidas.

Desde los barrios obreros se pueden oír las quejas y los lamentos de las madres de familia que no logran satisfacer las necesidades básicas de alimentación de sus menores hijos.

Desde los parajes solitarios de ciudades como Juárez se alzan los gritos de !!!Justicia¡¡¡ de los familiares de cientos de mujeres que han sido asesinadas y que, al margen de competencias jurisdiccionales, reclaman que se ponga freno a la inseguridad.

Desde los hospitales del Gobierno se escuchan las voces de los enfermos que claman por una atención médica humanitaria y de calidad.

Y así podríamos seguir enumerando áreas en las que las cosas permanecen igual o peor de lo que se encontraban antes de diciembre del dos mil. Porque lo maravilloso, extraordinario, excelente o admirable sería de veras que Vicente Fox le hubiera cumplido al pueblo siquiera la mitad de las promesas que le hizo en campaña.

Pero poco o nada puede remediar quien cree haberlo remediado todo.

O dicho en otros términos: Nada funciona bien en un sistema, en un país, en que los hechos contradicen palmariamente las palabras de quien lo gobierna y aún así éste cree que estamos de maravilla.

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