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MIAMI, EU.- Una joven de 15 años, con las piernas hinchadas hasta quedar deformes, abandonó la escuela y si no recibe tratamiento nunca podrá trabajar para ayudar a sus padres a mantener a casi una decena de familiares.
La mayoría de ellos están enfermos de filariasis linfática, una parasitosis que causa un grotesco aumento en el volumen de las extremidades, los genitales masculinos, las mamas y provoca dificultades para desplazarse y aislamiento social.
Popularmente conocida como elefantiasis -a pesar de que médicamente el término sólo se usa para la forma crónica de la infección-, esta enfermedad tropical transmitida por un mosquito hace de sus víctimas un blanco constante de burlas por su apariencia grotesca, impide muchas veces las relaciones sexuales y las confina a la soledad de sus casas.
Más de 120 millones de personas en el mundo padecen filariasis linfática (FL) y 1,100 millones viven en áreas endémicas y están en riesgo de infectarse, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La mayoría de los enfermos vive en países pobres, donde las malas condiciones de salubridad se prestan para la multiplicación de los mosquitos y dificultan la higienización.
La FL es la segunda causa de discapacidad en todo el mundo y en 80 países, entre ellos Brasil, varias naciones africanas, India y Haití, es endémica.
Pero ¿cómo, si la FL es tan común, pocas personas han oído hablar de ella? El problema es que en las zonas donde es endémica, la población está familiarizada con la enfermedad pero, como no mata, los esfuerzos de salud pública suelen desviarse hacia los grandes asesinos: el sida, la tuberculosis y la malaria.
El aseo con agua y jabón en casa evita episodios dolorosos, debilitantes y dañinos de inflamación de los vasos linfáticos que casi siempre se desencadenan por infecciones bacterianas y micóticas que se aprovechan de los tejidos debilitados.