Hace días leíamos en un suplemento de este mismo diario, un artículo de Sergio Sarmiento acerca del cambio significativo que se ha presentado en nuestro país acerca del ahorro. En efecto, coincidimos con él en decir que durante muchos años, se siguió una política de estímulo al ahorro, en la que no se concebía que se pagara al ahorrador tasas de interés real negativas. Hoy en día, la política del cambio, ha provocado un descenso tal en las tasas de interés que se pagan a los ahorradores, que estos, en lugar de conservar y acrecentar el valor real de su dinero, lo disminuyen.
Coincidimos también en que estas bajas tasas de interés son positivas en muchos aspectos, lo cual es por principio lógico evidente, ya que no existe variable económica alguna cuya variación no represente ventajas para ciertos sectores de la población, al tiempo que representa desventajas para otros. Así, la baja en las tasas de interés ha beneficiado a los consumidores principalmente que, como bien dice el señor Sarmiento, ?hace posible que la gente compre bienes duraderos?. Nosotros queremos insistir en que este apoyo de la actividad económica en el sector del gasto en consumo, como medida antirecesiva, ha resultado fundamental ante la caída de la inversión productiva. Por esto mismo, no podemos estar de acuerdo con lo dicho en el artículo que comentamos, en el sentido de que la baja en las tasas de interés, ?también promueve la inversión productiva de las empresas al reducir el costo de financiamiento?.
¿Cómo explica entonces Sarmiento la caída de la inversión productiva? Lo que los hechos demuestran significativamente es que la baja en los intereses ha servido de poco para promover dicha inversión. Queremos recordar también los datos estadísticos disponibles que demuestran que, en un porcentaje elevadísimo, las empresas mexicanas se financian fundamentalmente a través del crédito otorgado por los proveedores y no por el crédito bancario. Baste mencionar las declaraciones de un funcionario de la Bolsa Mexicana de Valores, en el sentido de que ?ante el retroceso del financiamiento bancario?, la Bolsa ha jugado un papel fundamental en la dotación de recursos frescos para las empresas mexicanas.
¿Cómo puede conciliarse entonces el planteamiento de ?librito? de que las bajas tasas de interés estimulan la inversión, con el hecho irrefutable de que dicho financiamiento a la inversión prácticamente es inexistente? O mejor dicho, ¿cómo explicar que los bancos son extremadamente celosos a la hora de otorgar un crédito, de tal forma que sólo lo hacen cuando tienen enormes condiciones de seguridad y que, por lo tanto, sólo canalizan el crédito a grandes corporaciones o estratos de la población de altos y seguros ingresos?
En el artículo que comentamos se anota que quienes han pagado el precio han sido quienes tienen cuentas en los bancos, principalmente los jubilados, que han visto reducidos sus ingresos por intereses. Sin embargo, se olvidó de señalar que aquellos estratos de la población que dispongan de capitales mayores si tienen acceso a fondos de inversión con tasas reales, con lo que el costo lo pagan principalmente los ahorradores y no los inversionistas.
Sarmiento señala en la parte final de su artículo que la causa de este ?castigo? al ahorrador, sólo se puede evitar disminuyendo la diferencia entre las tasas que cobran los bancos (tasas activas) y las que pagan (tasas pasivas), cuando de lo que se trataría es de explicar por qué, a pesar de pagar tasas de risa, los bancos siguen cobrando tasas altísimas por los créditos que otorguen. ?Esta diferencia no se puede bajar por decreto, pero sí eliminando las dificultades que tienen hoy los bancos para cobrar los créditos? nos dice el autor. Sin embargo, debemos recordarle que los créditos que no pudieron cobrar, tanto los verdaderos como los fabricados, ya están convertidos desde hace mucho en deuda pública a través del penoso asunto del Fobaproa, y que los créditos que hoy otorgan gozan de la protección que los últimos cambios a las leyes les han proporcionado y son créditos digamos ?seguros?. Para colmo, nos dice el señor Sarmiento que como que es muy difícil cobrarle a quienes no pagan, pues entonces hay que pagar intereses mayores. Sin embargo no nos dice nada del interés que los banqueros, extranjeros en su mayor parte, puedan tener en el negocio del crédito, y tengan puesta la mira, y abierto el bolsillo por supuesto, en la compra de valores tanto privados como gubernamentales y sobre todo y por encima de cualquier otra cosa, en los pagarés del IPAB que cada año debe liquidar el gobierno federal y que tanta controversia causan actualmente.
Desde luego que estos hechos no explican en su totalidad, ni la baja en las tasas de interés ni la política financiera de los propios bancos, persiguen únicamente dar luz sobre la política deliberada de bajar los intereses para desplomar el ahorro interno. Parecería cosa de locos que se pretenda reducir este cuando se sabe también que si no hay suficiente ahorro, no se tendrán los recursos suficientes disponibles cuando llegue el momento de que se reactive la inversión. Pero es completamente lógico, e incluso necesario, si tomamos en cuenta que la política oficial es depender del ahorro y la inversión extranjera. Si partimos de este hecho fundamental, entonces el misterio de por qué es necesario reducir el ahorro interno a la nada queda resuelto. El país no dispondrá de recursos para financiar nada, de ahí solo resta la dependencia de la inversión extranjera. La entrega de una mayor proporción de activos nacionales al extranjero.
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