AGENCIAS
NUEVA YORK, EU.- Un hombre armado abrió fuego en la alcaldía ayer y mató a un concejal conocido por sus campañas contra la violencia urbana. Un agente de policía de civil a su vez mató a tiros al asaltante, dijeron fuentes policiales.
El asesino era un adversario político del concejal y había ingresado con él al edificio, dijo una fuente policial que habló con la condición de no ser identificada.
Su relación con el concejal aparentemente le permitió al asesino burlar los dispositivos de seguridad, dijo la fuente.
“Evidentemente, hubo una falla grave en alguna parte”, dijo el alcalde Michael Bloomberg, que estaba en su oficina en el momento del ataque y resultó ileso.
“No es terrorismo”, fue un “acto de violencia aleatoria por un desconocido”, destacó Bloomberg. “Es un ataque terrible no sólo contra dos gentes, este es un ataque contra la democracia”, añadió.
Un funcionario municipal dijo bajo la condición de anonimato que el concejal James Davis, del distrito de Brooklyn, ex agente de policía, murió de dos disparos en el pecho.
El asesino, Othniel Askew, de 31 años la segunda víctima fatal falleció en otro hospital de la ciudad poco después de las 16:00 hora local.
Durante la confusión policías antimotines bloquearon el sector sur de Manhattan mientras buscaban al pistolero dentro y en los alrededores de la alcaldía.
Davis, de 41 años, ingresó a la policía en 1983 después de sufrir una golpiza, presuntamente a manos de dos agentes blancos.
En 1991, Davis, que es negro, fundó “Ámate a ti mismo, detén la violencia”, una organización contra la violencia en las ciudades. Fue elegido en noviembre del 2001 y además era ministro protestante.
Askew estaba sentado en la galería cerca de Davis cuando bruscamente disparó contra el concejal, dijeron las fuentes policiales. El agente de seguridad que estaba en la sala disparó contra el asesino y le acertó con cinco disparos, dijeron las fuentes.
Al menos una decena de tiros resonaron por el segundo piso del edificio histórico en el Bajo Manhattan, lo que provocó que la gente se arrojara al piso detrás de sus escritorios en la rotonda del vestíbulo, mientras los gritos llenaban el aire.
“Sonaba tan fuerte que no podía escuchar de dónde venían”, dijo Dan Luhmann, fotógrafo del Concejo Municipal. “Al principio hubo una calma sepulcral. Y luego la gente salió corriendo y se ocultó debajo de sus escritorios; fue caótico”.