Empezó el año 2003 y con él, las anunciadas movilizaciones campesinas en contra del capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La amenaza de bloqueos a carreteras para detener los camiones que transporten alimentos a nuestro país y regresarlos hacia los Estados Unidos, aunada a la posibilidad de una gran concentración de fuerzas contrarias a dicho tratado ha preocupado al gobierno. Atrás quedan la presencia de provocadores asaltando el Congreso con lujo de violencia para desvirtuar el movimiento y, de paso, culpar al PRD y amenazar con encerrar en la cárcel a los líderes por violar ?la ley?; atrás quedan las declaraciones de que es inviable renegociar con nuestros vecinos el tema agropecuario.
La CNC priísta, aprovecha oportunamente la situación para negociar con el gobierno, en momentos en que las organizaciones campesinas necesitaban aparecer más firmemente unidas que nunca, ya que mal empieza el movimiento final de resistencia contra los nocivos efectos de la desgravación arancelaria total si las fuerzas opositoras no se encuentran unidas y de acuerdo.
El gobierno aprovecha esto y llama a la celebración de una serie de reuniones en ?mesas de trabajo? para discutir los diversos aspectos del problema. El gobierno convoca a discutir, no a luchar. Ante el divisionismo y la falta de acuerdos previos firmes entre las propias organizaciones campesinas, se ha impuesto el objetivo gubernamental y tendremos que esperar hasta febrero, el día 5 en que se conmemore un aniversario más de la Constitución del 17, para saber a que conclusiones se llegaron.
El simbolismo de la fecha en la que se anuncia la resolución, presagia uno de esos actos cínicos con los que los últimos gobiernos honran un marco constitucional vigente (o lo que queda de él) que no respetan y del cual tratan de deshacerse lo más pronto posible. Presagia, además, un acto vergonzoso en el que se reafirme una alianza del gobierno con los campesinos, como si el presente gobierno fuera emanado del movimiento de la revolución mexicana o estuviese de acuerdo con sus principios. Más aún, se tratará de presentar al gobierno unido con unos campesinos a quienes quiere desaparecer y convertir, entre otras cosas, en jardineros de Los Ángeles.
Sin embargo, una cosa queda en claro desde el inicio, que al gobierno le preocupa, y aún le asusta la sola posibilidad de tener a grandes masas de campesinos movilizadas y que, además, contarían de seguro con el respaldo de muchas otras organizaciones de trabajadores, universidades, etc., conflicto que, en un año electoral decisivo como este, resulta sumamente peligroso. Quizás ahí encontremos explicaciones del por qué a ciertas organizaciones les interesa mucho más escalar el conflicto más tarde, para aprovechar la coyuntura electoral, mientras que otras, se han desligado de la negociación y preparan, sin duda alguna, sus próximas estrategias de lucha.
Por lo pronto, la Secretaría de Hacienda nos ha dado la noticia de que, aunado al ?blindaje? agropecuario, se han cancelado los adeudos fiscales de los productores agrícolas, ganaderos, silvícolas y pesqueros. La información no dice nada acerca del monto que representa dicha medida ni quienes son los beneficiarios de ella, pero tomando en cuenta todos los que no gozarán de la medida no parece que represente un gran alivio para los productores involucrados. Así, por ejemplo, no se contempla a quienes tengan adeudos por el pago de tenencia de vehículos, quienes tengan la obligación de dictaminar sus estados financieros, que son los que obtienen los mayores ingresos anuales, etc. Esto parece indicar que la medida va encaminada únicamente para el sector campesino y no a los productores de la economía empresarial, lo que parece lógico. Sin embargo, aceptar que los campesinos tengan grandes adeudos con el fisco por impuestos no pagados, significa aceptar que obtuvieron grandes ingresos, lo cual contradice la naturaleza misma del problema.
Es curioso, como en naciones como Venezuela, por ejemplo, vemos que un gobierno afecta con sus políticas los intereses de líderes sindicales corruptos y grupos empresariales voraces, y su presidente es llamado ?loco?, ?dictador?, ?comunista?, etc. Sin embargo, en nuestro país la política oficial afecta los intereses directos de una de las clases más desprotegidas como es la campesina y ante su movilización se arrojan las culpas sobre el PRD y otras organizaciones de izquierda. En fin, no creemos descubrir el hilo negro al afirmar que a nuestro pueblo le falta mucha cultura política, sólo que si en muchos casos es por ignorancia, en muchos otros resulta una acción premeditada.
Las masas campesinas van hoy en contra del liberalismo económico y son sus víctimas principales, tal como lo fueron antes. Las cartas están echadas.
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