En las páginas de El Siglo de Torreón, en su edición del día primero del mes en curso, apareció una entrevista que el joven periodista Patricio de la Fuente González Karg le hizo a don Emilio Herrera Muñoz, en la que con geniales pinceladas y trazos vigorosos, hace un retrato fiel de lo que esta ilustre persona es, con su ?sencillez y sabiduría que engalana?.
Tengo el honor de ser amigo de don Emilio desde los años sesenta y desde entonces, con ésa su forma tan gentil de ser, en múltiples ocasiones me ha distinguido con el envío de sus producciones literarias: Su soneto El Tiempo, los versos escritos con motivo del Día de la Amistad, Arenillas del Nazas, la colección de Pequeñeces, Mi Ciudad ?en ocasión del LXXV aniversario de Torreón? Viñetas de Parras y sigue y dale, sin olvidar que en sus Rimas de los Jueves, me dedicó unos versos con motivo del octagésimo aniversario de mi natalicio y otros en nuestras bodas de oro.
En una ocasión en que recibí el obsequio de sus letras, le escribí agradeciendo su envío, más o menos en los siguientes términos:
Para una persona no docta en la materia como su servidor, que no tiene autoridad para hacer ningún análisis crítico, por desconocer las reglas que rigen una composición poética sólo se tiene una alternativa, la más simple, la de me gusta o no me gusta.
Sus sonetos, como todo lo que usted, don Emilio, escribe, me gustan. La literatura, como las otras artes, música, pintura, ballet, me entran por los sentidos sin saber de cánones ni tecnicismos. De sus sonetos seleccionaría El Reloj de la Casa Lack, La Fuente del Pensador, Hermano Pino y El Tiempo, este último que al pasar los años ha tenido pulimento. Me gustan, los he disfrutado, porque en esto de ver, oír y gustar, se acomodan en consonancia con los propios sentimientos, con la propia idiosincrasia.
Ésa es también la explicación de por qué del pintor zaragozano Francisco de Goya nos gusta la producción de su primera época. Por qué de las nueve sinfonías de Beethoven nos hacen vibrar la Quinta y la Novena y por qué de la poesía se ha memorizado Cuando Sepas Hallar una Sonrisa de Enrique González Martínez, En Paz de Amado Nervo, Pax Animae de Manuel Gutiérrez Nájera, La Canción de la Vida Profunda de Porfirio Barba Jacob, El Manantial de León Tolstoi y el místico Amado Inmóvil de Alfonso Junco.
¿Por qué me gusta leer Pequeñeces, Arenillas, las Rimas de los Jueves y Mirajes? Por lo cotidiano, por su esencia humana, por su amor ?que se traduce- a su esposa e hijos, por su devoción a la amistad, por su pasión por nuestra ciudad, en suma, porque dice en sus escritos lo que uno ha pensado y quisiera decir, pero no se tiene el don para decirlo.
Felicito a ese brillante periodista, Patricio de la Fuente González Karg, por haber iniciado su serie de entrevistas mensuales, escogiendo a un personaje de la talla de don Emilio Herrera Muñoz: poeta, escritor, editorialista y ¡Amigo!