La decisión de Amigos de Fox, en el sentido de entregar al Instituto Federal Electoral la información sobre el financiamiento de la campaña de dicha asociación en apoyo del entonces candidato a la Presidencia de la República, es positivo para nuestro sistema democrático.
Como es del conocimiento, recién celebradas las elecciones federales del año dos mil y declarado que fue Presidente Electo el actual Mandatario, iniciaron las acusaciones respecto al uso de recursos privados, en forma que a juicio de los denunciantes es ilegal.
Aún están frescas en la memoria las imágenes del entonces líder de los Diputados del Partido revolucionario Institucional, Enrique Jackson Ramírez, quién exhibió las copias de unos cheques por medio de los cuales los Amigos de Fox habrían recibido treinta mil y pico de dólares procedentes del extranjero.
A partir de tales documentos se inició una investigación sobre el financiamiento de la campaña paralela emprendida a favor de Fox Quezada, que generó dos vertientes de opinión en el seno de los simpatizantes del Presidente: El Partido Acción Nacional deslindó el manejo de sus propios recursos y sugirió que Amigos de Fox abriera sus cuentas y proporcionara toda la información que se le requiriera.
La asociación cuestionada en cambio, optó por cerrarse a toda solicitud al respecto mediante una lucha jurídica basada en el secreto bancario. Según Lino Korrodi, responsable máximo de las finanzas de los Amigos de Fox, la negativa obedeció a la discreción ofrecida a los empresarios que aportaron recursos en la campaña y a que el derecho les asiste a observar dicha discreción, ya que Amigos de Fox es una asociación cívica y no política y por ende, no está regulada por la legislación electoral ni bajo la jurisdicción del IFE.
La diversidad de opiniones y estrategias, generó una ruptura entre los Amigos y el Partido del Presidente, que en el caso de Korrodi ha llegado a exaltada irritación sin embargo, lo correcto a la luz del interés público, es que las cuentas de los Amigos de Fox sean abiertas, con independencia de las consecuencias jurídicas y políticas que ello pueda implicar.
En efecto, es cierto que Amigos de Fox no es partido ni asociación política y por ende, no puede ser sancionada por el Instituto Federal Electoral. Se trata de una agrupación de ciudadanos independientes que al margen de los Partidos Acción Nacional y Verde Ecologista, apoyaron a Vicente Fox en su campaña hacia la Presidencia. El crecimiento explosivo y la penetración profunda de la asociación no tiene paralelo, pues sólo en Torreón sobrepasó a los ochenta mil adherentes.
El gran pecado de la asociación no es el manejo de recursos que sin tasa ni medida gastan los partidos, sino el de haber sentado el precedente de una asociación cívica exitosa, cuyo ejemplo en cualquier momento pude repetirse con el dirigente y la causa adecuados.
Por otra parte, quienes aportaron dinero a la causa foxista tienen derecho a pedir sigilo, sin embargo, la eventual revelación de sus nombres constituye un mal menor de acuerdo a las actuales circunstancias, comparado con el mantenimiento por tiempo indefinido de una sospecha que cuestione el origen de tales recursos y señale a los contribuyentes como involucrados en un hecho ilícito.
Los adversarios políticos del Presidente y su partido, han utilizado este tema y lo seguirán utilizando para desprestigio. De hecho, ante el anuncio de la apertura de las cuentas de los Amigos de Fox, el PRI ha solicitado que el PAN reciba un castigo ejemplar, que implique incluso la pérdida del registro de dicho partido.
La reacción priista es exagerada, porque en el supuesto de que se llegara a probar ante el IFE que el PAN haya recibido noventa millones de los Amigos de Fox que no aparecen en la declaración de gastos de dicho Partido, sería acreedor a una multa proporcional a la aplicada al PRI con motivo de los mil millones de pesos sustraídos de Petróleos Mexicanos para la Campaña de Francisco Labastida.
Frente al gran riesgo de que nuestra democracia como cualquiera otra en el mundo, derive en una plutocracia encubierta o descarada, es menester ventilar en público, el origen de todo dinero que en forma directa o indirecta, ingrese al juego político. A los electores mexicanos toca juzgar las revelaciones que a sus ojos, deriven del ejercicio de la transparencia.