Amor a la vida
El apego a la vida es tan natural como la vida misma. Sólo los humanos llegamos a tenerla en baja estima o engañarse respecto a lo que en realidad la vida significa.
Todos los seres vivientes sentimos impulsos reproductivos, de alimentación, de alejarse de los peligros potenciales y a estar en el ambiente más propicio para lograr seguridad y bienestar. Los seres desarrollados vivimos esto en forma más complicada, pero con los mismos objetivos básicos, los instintos, emociones e inteligencia están al servicio de la vida individual y para la permanencia de la especie.
A las personas a los que se les ha dado una información inadecuada y viven una cultura que no corresponde a su particular naturaleza tienen una actitud equivocada frente a la vida, debido a creencias erróneas o a emociones enfermas, no disfrutan de una manera sana la existencia y por lo tanto el amor a la vida esta disminuido o distorsionado e incluso llegan a odiarla.
Erich Fromm en sus libros muestra descubrimientos respecto a factores sociales que han causado un efecto negativo sobre el apego a la vida. La enajenación y masificación de los grandes grupos de la población, creer que lo que somos depende de lo que tenemos, valorar equivocadamente nuestras necesidades, por ejemplo poner el respeto a uno mismo en segundo lugar respecto al aparente respeto que necesitamos de los demás, viviendo por lo tanto con nuestra personalidad disminuida en la búsqueda de una imagen socialmente “aceptable”, se tiene entonces una sensación de vacío existencial y sufrimiento permanente.
La época actual se caracteriza por avances científicos y tecnológicos que permiten libertad relativa respecto a labores rutinarias y poco gratificantes, existe mejor alimentación, salud y más longevidad. La información valiosa a la que se tiene acceso es enorme y las posibilidades de alevar la calidad de vida están dentro de lo posible, muchos de los lastres culturales tienden a disminuir, la realidad se impone con más fuerza y la vida en general puede desarrollarse mejor.
Sin embargo, las ventajas de la modernidad aún no se encuentran al alcance de la enorme mayoría que se enfrenta a la lucha por la sobre vivencia, otros que tienen una razonable satisfacción de las necesidades básicas se encuentran bajo una estimulación constante, intensa y frustrante de un consumismo sin límites, sucede incluso que personas que han rebasado con mucho las satisfacciones básicas y viven en la abundancia económica tienen distorsiones importantes respecto al apego a la vida, no la atienden adecuadamente en ellos mismos, en su familia o en los demás.
La obsesión por aumentar su riqueza o el miedo a perderla los lleva a la angustia permanente y confunden el ser con el tener; cuando llegan a disminuir o a perder la abundancia se hace evidente el poco respeto y apego que tienen por la vida; el sufrimiento emocional llega a ser tan intenso que les es muy difícil vivir con esta pérdida, la percepción de auto valía se deteriora en forma extrema y el riesgo de suicidio aumenta peligrosamente.
Puede parecer romántico o utópico buscar y mantener una esencial fortaleza interna relativamente ajena a las cosas o a la riqueza, pero en la actualidad es una parte urgente e indispensable de nuestra personalidad ya que la seguridad de alcanzar o mantener un “status” se hace más difícil debido a los cambios impredecibles de la economía y a la fuerte competencia profesional, lo que no significa tener una actitud pasiva, pero si mayor tolerancia a la frustración y colocar cada cosa en su verdadero nivel de importancia.
El poco apego a la vida se puede ver como la poca capacidad para disfrutarla, tendencia a destruirla o distorsionarla, un estado emocional de angustia, tristeza, frustración e ira que causan sufrimiento emocional. Se observa un alejamiento de la alegría, placer y tranquilidad, la capacidad para establecer relaciones personales confiadas, francas e íntimas disminuye y se substituye por la tendencia a aparentar que son adecuadas, pero sólo tienen como objetivo obtener ganancias, evitar problemas de confrontación o tener aliados para lograr éxito profesional o laboral.
En la familia existe despego a la vida, poco respeto por la individualidad ya que existe la necesidad real y frecuentemente sobre valorada de adaptarse a los mecanismos productivos y sociales, el amor y la intimidad se enmascara por medio de apariencias racionalizadas (no racionales) que los llevan a más soledad y como consecuencia a mayor dolor emocional.
El desamor a si mismo, a la pareja, a los hijos y a lo que vive en general, la fuga por medio de las drogas, la agresividad destructiva, la superficialidad generalizada, el consumismo irracional, el abandono a la sugestión aceptando ilusiones, renunciando a la capacidad de estar en la realidad y a usar el entendimiento, la excesiva dependencia de nuestra dignidad a la economía, son algunas de las manifestaciones más claras del desapego a la vida y su distorsión.
Aparentemente el problema es más intenso en el medio urbano, posiblemente por las múltiples presiones económicas y profesionales, el exceso de trabajo y pocos límites a los deseos, el medio rural está menos afectado en este sentido aunque tiende a perder la ventaja.
El amor a la vida en el humano puede llegar a tener la excelsitud que sólo nuestro entendimiento le puede dar, considerando que el hombre es el único que puede entenderla con más profundidad; pero para lograrlo necesitamos cristalizar lo que en potencia existe dentro de nosotros, como es la capacidad para ver y entender la naturaleza, la sensibilidad artística, creatividad intelectual y emotividad humana sana que por cierto no tienen igual en otro ser conocido.
Pero para que esto se produzca se necesita de la estimulación y ambiente adecuados, cuando el entono no le es propicio el apego a la vida no se llega a tener y sólo se logra una caricatura que ni siquiera puede alcanzar lo que se ve en los animales desarrollados en la naturaleza.