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¡Ana de Oro!

SANTO DOMINGO, REP. DOMINICANA.- Ana Guevara, la mejor cuatrocentista del mundo, no tuvo problemas para revalidar su título panamericano, sumó su vigesimosegunda victoria consecutiva, pero no logró su objetivo de acabar con el récord que impuso la cubana Ana Fidelia Quirot (49.61 segundos) en La Habana’91.

Consciente de que no tendría rivales, Guevara quiso correr contra la historia, pero no pudo acabar con el recuerdo de aquella tarde de un cinco de agosto de 1991, cuando Quirot provocó el delirio en las gradas del estadio olímpico de La Habana.

El piso mojado y un error de la colombiana Mirtha Block, que se frenó porque creía que había sido salida nula y despistó a Guevara, le impidieron hacer una buena marca en la semifinal (52.22 segundos) y, hoy no tuvo buenas sensaciones, pese a que todo estaba dispuesto para la plusmarca.

Estaba confiada, porque el 24 de mayo, en Eugene (Estados Unidos), había batido a la campeona olímpica, la australiana Cathy Freeman, con el mejor tiempo mundial de la temporada (49.34 segundos).

Además, encontró más gente en las gradas que en la semifinal. Esta vez no tuvo que correr ante un estadio semivacío, porque los más de 10,000 aficionados que poblaron la recta de meta acudieron al Juan Pablo Duarte con una única intención: aplaudir a la "saeta de Sonora".

Sin embargo, en el momento preciso, cuando sonó el pistoletazo, Guevara tardó en reaccionar, de hecho fue la penúltima en salir (0.369 segundos después), y ya siempre estuvo por detrás de su propósito.

Una ligera brisa en contra y la fuerte humedad, el peor enemigo para una atleta que creció junto al desierto de Sonora, acabaron por hacer imposible el récord.

Cuando entró en los últimos sesenta metros, Guevara se había alejado del registro de Ana Fidelia Quirot. Apretó las mandíbulas, cruzó la meta destacada y se olvidó de La Habana’91.

Quiso, entonces, disfrutar únicamente de su triunfo, se dio un baño de masas, en una vuelta olímpica a la carrera que propició los "gracejos" del comentarista del estadio ("Ana venció a sus rivales y está a punto de ganar a los fotógrafos") y regaló camisetas de México a un público al que definitivamente conquistó.

Después, aseguró estar satisfecha por el título, que fijó como el objetivo principal que le llevó a participar en los Juegos Panamericanos, aun a costa de poner en peligro su participación en los próximos Mundiales.

Disciplinada y metódica, ni siquiera quiso dar por segura su incorporación en el relevo 4x400, que hoy disputará la final: "Será el entrenador quien decida las cuatro que formemos el equipo", dijo.

La atleta, que tiene como libro de cabecera "El mundo es tuyo, pero tienes que ganártelo", del coreano Kim Wo Chong, comenzó, en cualquier caso a pensar en su nuevo reto, la conquista del título mundial, en París, dentro de tres semanas.

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