La noticia publicada por este periódico, el domingo anterior, es de por sí escandalosa: “Treinta y dos millones de personas se encuentran en rezago educativo, es decir, son analfabetas o, en el mejor de los casos, no terminaron la primaria ni secundaria, según datos sustentados por el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos (INEA).”
La declaración fue indirectamente ratificada por el Presidente de la República en la inauguración de un nuevo campus universitario en el centro del país, y llamó a los mexicanos a “establecer nuevos mecanismos de orientación vocacional para evitar que los jóvenes opten por perfiles profesionales sin expectativas reales de trabajo” .
Desde luego que esta afirmación no sólo nos deja un mal sabor de boca en el plano educativo, sino que nos confirma la política de declaraciones públicas “en bandazos” a las que ya nos va acostumbrando el Gobierno Federal y que poco a poco lo está llevando a los planos de la desconfianza del común de los ciudadanos.
Sólo a manera de ejemplo, le invito a que repasemos lo declarado en la prensa nacional, hace apenas cosa de un mes, cuando el mismo Presidente en tono enfático transformó el fracaso educativo nacional en un enunciado político triunfalista: “México está en primer lugar de los cinco países latinoamericanos evaluados por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico.”
Lo malo de esta declaración mal reflexionada fue la respuesta que le dio el propio organismo internacional, que afirmó que los resultados del estudio “Aptitudes para el Mundo de Mañana”, que analizó el desempeño de los alumnos de 15 años en 43 países, mostró que las naciones latinoamericanas se encuentran en los últimos lugares de la evaluación. En ese informe estadístico sobre aprovechamiento escolar realizado por la OCDE y la UNESCO en 43 naciones, México ocupó el lugar 34 en ciencias y en lectura y el sitio 35 en matemáticas, de un total de 43 evaluados, aunque ciertamente arriba del resto de los latinoamericanos.
“Hace una generación, entre los que son hoy países miembros de la OCDE, Corea tenía el lugar 24 en logros educativos globales y hoy ocupa el sitio número uno, pero México, que tenía el lugar 28, tiene hoy el 29. Los resultados de hoy para México son decepcionantes en el sentido de que el desempeño del país es más bajo de lo que incluso se esperaría cuando se toma en cuenta el gasto público en educación”, dijo a la prensa nacional Andreas Schleicher, director de la División de Indicadores Educativos y Análisis del organismo.
El problema es grave, más allá de las simples declaraciones políticas:
México no sólo tiene un rezago educativo en pedagogía y tecnología educativas, además cuenta con lastres que impedirían, en el mejor de los casos, tratar de escalar posiciones en cuestiones de evaluación internacional.
Los líderes del Consejo Regional de Directivos de las Escuelas Secundarias Técnicas de la Región Lagunera se refirieron al grave problema de actitud de los maestros sindicalizados de nuestro país y afirmaron que es grave “el ausentismo de docentes por incapacidades no justificadas otorgadas por la clínica del ISSSTE, así como permisos sindicales, falta de personal en todos los planteles, asignación de claves y nulo seguimiento de planes y programas para elevar la calidad...”. Además insisten que “la infraestructura educativa es insuficiente y en ocasiones inadecuada, que algunas escuelas están en condiciones desfavorables, ya que cuentan con equipo deteriorado para el logro de los objetivos que se proponen alcanzar las diferentes actividades tecnológicas y laboratorios de las escuelas del nivel”.
Los problemas en educación básica son igualmente graves: no sólo se carece de los más elementos de la enseñanza, como son salones de clase equipados con los requerimientos mínimos indispensables; además, padece el ya crónico y desgastante problema económico-político magisterial.
Simple: los profesores aplican aquella frase de “ellos hacen como que nos pagan y nosotros como que trabajamos”, amparados por sindicatos que hace mucho tiempo dejaron de cumplir con la función para la que fueron creados y que defienden su propia sobrevivencia con actitudes y acciones desesperadas, a costa de la calidad educativa.
De primaria egresan alumnos mal preparados que entran a las secundarias donde continúa profundizándose el problema. De ahí a la preparatoria o bachillerato y finalmente a las universidades de México, de donde egresan muchos de ellos como verdaderos analfabetas funcionales.
¿Le parece exagerada la afirmación? Si es así, déjeme recordarle que hoy en día, si se quiere ser líder, ya no basta leer y escribir medianamente bien; ni siquiera es suficiente poseer un grado de licenciatura como los que muchos alcanzamos tradicionalmente. En el mundo actual es necesario, para poder ser competitivos internacionales: hablar al menos uno, preferentemente dos idiomas además del propio; dominar (no sólo conocer) los sistemas computacionales en los niveles adecuados para la profesión que se va a desempeñar y tener una cultura media superior, que permita una comunicación y entendimiento con personas de culturas diferentes a la nuestra.
Estas son únicamente tres de las más importantes características de las personas con posibilidades de sobresalir.
La semana anterior le propuse el diálogo sobre la elección de universidad. Hoy, le invito a reflexionar de nuevo sobre el tema, ampliándola a todos los niveles educativos, desde la educación básica (primaria) hasta el posgrado (maestrías y doctorados).
Pero también lo invito a que hagamos una reflexión callada, con nosotros mismos y nos respondamos honestamente: ¿estamos haciendo lo que nos corresponde en cuestiones de educación para que nuestros hijos alcancen el éxito?
Sé que le hago una pregunta nada agradable, pero también sé que a fin de ser honesto debo decirle las cosas como las pienso, aunque esa actitud me costará ser eliminado en un concurso de simpatía, que no es el caso. ¿Está por elegir escuela para Usted o para su hijo? ydarwich@ual.mx