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México, D.F.- El flujo anual de migrantes temporales procedentes de las comunidades rurales del país asciende a 143 mil personas, como resultado de las diferencias en las oportunidades de trabajo y los niveles de salario entre México y Estados Unidos, señala un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo).
Para destacar la importancia que representa la migración internacional en el medio rural, refiere que 25 por ciento de los cinco millones de hogares que residen en localidades pequeñas tiene algún vínculo con el fenómeno de la migración internacional y diez por ciento recibe remesas de algún familiar que vive en Estados Unidos.
El organismo menciona que como resultado de los mayores niveles de emigración, fecundidad y mortalidad, la estructura por edades de la población de las localidades pequeñas presenta un mayor peso de los menores de 15 años y de los adultos mayores, lo que se traduce en una mayor presión sobre la población en edad laboral. Así, en las localidades pequeñas, por cada 100 personas en edad de trabajar existen 83 dependientes, mientras que en las localidades mayores de 15 mil habitantes la relación es de 56 dependientes por cada 100 en edad de trabajar.
La investigación deja ver, por otra parte, que entre los seis y los 14 años, los niños y niñas de las áreas rurales se encuentran en las mejores condiciones sociales relativas, pese a que en la edad preescolar las oportunidades de desarrollo son profundamente dispares entre ámbitos rurales y no rurales.
Si bien 86 por ciento de las y los niños rurales menores de seis años tienen bajo y muy bajo desarrollo social, 82.6 por ciento de los no rurales se ubican en las categorías medio, alto y muy alto.
Más de ocho de cada diez niños y niñas rurales de entre seis y 14 años se ubican en el nivel medio, y menos de uno por ciento de los que viven en municipios no rurales tienen desarrollo social bajo.
En la adolescencia y la juventud, asociado al abandono temprano de la escuela, una inadecuada inserción laboral y la asunción temprana de los roles maternos y paternos, los jóvenes de las localidades con menos de dos mil 500 habitantes vuelven a concentrarse en bajos niveles de desarrollo.
Lo anterior afecta con mucha mayor intensidad a las mujeres (82 por ciento con bajo desarrollo social, frente a 68 por ciento de los hombres de las municipalidades rurales).
El Conapo añade que conforme se avanza en el curso de vida se van acumulando desventajas sociales que colocan a las personas en niveles de desarrollo muy bajos, y aunque la mayoría se concentra en los niveles de desarrollo social inferiores, son las mujeres las que terminan la última etapa de sus vidas en las condiciones sociales más adversas.
Entre los 25 y 44 años de edad alrededor de una cuarta parte de los pobladores rurales tiene desarrollo social muy bajo y más del 60 por ciento bajo. Entre los 45 y los 64 años de edad, cinco y seis de cada diez mujeres y hombres tienen muy bajo nivel.
A partir de los 64 años, aunque la mayoría se concentra en los niveles de desarrollo social inferiores, son las mujeres las que terminan la última etapa de sus vidas en las condiciones sociales más adversas.
El conjunto de localidades no urbanas del país, es decir, aquellos asentamientos con menos de 15 mil habitantes, conforman un mosaico de situaciones microrregionales -en el país existen 184 mil localidades de este tipo, descontando aquellas con menos de 15 mil habitantes que pertenecen a municipios metropolitanos.
El carácter precario de la estructura de oportunidades de que disponen las personas en las localidades pequeñas puede apreciarse en sus altos índices de marginación: 57 de cada 100 localidades ubicadas cerca de ciudades tienen grado de marginación alto y muy alto.
En tanto, esa condición la padecen 74 de cada 100 localidades aledañas a una carretera y 88 de cada cien localidades aisladas. Así, conforme las localidades se encuentran más alejadas de las ciudades, el grado de marginación aumenta. Estos datos confirman que las personas que viven en los asentamientos dispersos y aislados enfrentan las peores condiciones sociales.
El organismo resalta, por último, que la pobreza y la marginación se asocian a niveles mayores de mortalidad y de fecundidad, una edad temprana al momento de contraer matrimonio y al tener el primer hijo, así como un reducido espaciamiento entre los embarazos.