Lisboa, (EFE).- Un anciano portugués lleva 16 años con un ataúd bajo la cama, que compró por catálogo en un aparente arrebato de previsión, y porque, según explicó a una emisora de radio, "fue la muerte que me avisó".
José Augusto Alves Gonsalves, de 86 años, apodado "Tio Mizé", vive en la aldea de Carsao, en el término de Vimioso, una de las zonas más rurales de Portugal, el noroeste Trasmontano.
"La muerte me avisó. Ahora tengo que soportarle (al ataúd) en casa, como si me dijese: me has comprado, ahora me tienes que aguantar hasta el día en que me tengas que dar uso", declaró el propietario del macabro cajón de madera.
También alegó que "pensé que si lo compraba directamente al fabricante, saldría más barato" y de ese modo soltó los 15.000 escudos (unos 75 euros) que tenía para pagar una deuda a fin de tener asegurada su postrera habitación.
No contento con ello, compró un segundo ataúd para su esposa, ya fallecida, y ambos le fueron servidos por el fabricante al cabo de dos meses, y él los abrió rápidamente para comprobar que eran el artículo solicitado.
Después, según su relato, se vistió con su mejor traje oscuro, camisa blanca y zapatos negros, y se tumbo dentro del ataúd para ver si cabía bien.
"Como estaba todo tal y como yo esperaba, me eché una siesta dentro, y luego me quité la ropa y guardé el ataúd bajo la cama, bien protegida por la envoltura con la que me fue remitida", dijo Tio Mizé, que aseguró "sólo volverá a ser desenvuelta para usarla".