El 2 de octubre de 1928 san Josemaría Escriva de Balaguer, a la sazón un joven sacerdote de apenas 26 años “veía” con toda claridad lo que el Señor quería de él: revivir ese ideal de santidad tan antiguo y tan moderno como el Evangelio: Todas las personas sin importar su sexo o edad; condición económica, cultural o social; color de su piel o actividad profesional están llamadas a ser santas.
El mensaje que San Josemaría “vio” esa mañana del 2 de octubre haciendo un curso de retiro espiritual y mientras sonaban en la distancia, las campanas de la madrileña iglesia dedicada a los Santos Ángeles, por celebrarse ese día su fiesta, es pues el que toda persona puede encontrar la santidad en medio del mundo y sin necesidad de retirarse al estado clerical o monacal.
Este mensaje en los inicios de la vida del Opus Dei sonó en algunos ambientes clericales incluso como una herejía, sin embargo el Concilio Vaticano II vino después a reiterarlo como realidad incontrovertible.
El Opus Dei en estos 75 años de fecunda vida, ha servido a muchas decenas de miles de católicos en todo el mundo, como medio para acercarse más a Dios, buscando la santidad en la vida ordinaria.
La labor más importante que el Opus Dei ha asumido en estos 75 años de vida ha sido fundamentalmente buscar acercar al mayor número de almas a esa búsqueda continua en pos de vivir más cerca de Dios a través de la frecuencia de los sacramentos, una intensa vida de oración: siendo “contemplativos en medio del mundo” y encontrar el quicio de la santidad haciendo extraordinariamente por amor a Dios las actividades ordinarias de la vida cotidiana, en el trabajo y en la relación con los demás.
El único compromiso que asume esta Prelatura Personal con sus miembros y con aquellos cooperadores de la Obra que se acercan a alguno de sus medios de apostolado, es el de procurar una más intensa vida ascética y una continua formación doctrinal, no teniendo el Opus Dei más doctrina que la desarrollada por el Magisterio de la Iglesia a lo largo de sus veintiún siglos de vida.
Pero para facilitar esa labor de formación cristiana en la que estuvo siempre empeñado el fundador del Opus Dei y sus sucesores, se han desarrollado por todos los países en los que hay miembros de la Obra, labores corporativas y también iniciativas personales, en las que además de esa acción apostólica desplegada respetando siempre de manera escrupulosa la libertad personal de todos aquellos que acuden a ellas, desarrollan asimismo acciones concretas de mejora personal en muy diversos campos humanos.
Así en estos 75 años se han prodigado muchos miembros de la Prelatura fundando y trabajando arduamente en escuelas de muy diverso nivel académico, desde telesecundarias en la cordillera andina de Perú, o escuelas interraciales para secretarias en Kenia, hasta universidades y residencias para estudiantes en Navarra o Manila, pasando por escuelas agropecuarias como la que puede encontrarse en el estado de Morelos o centros de formación a la alta empresarialidad en Buenos Aires o la Ciudad de México.
Esta fecunda labor de formación humana y cristiana sólo ha tenido un objetivo que a decir del propio San Josemaría consistiría simplemente en “Servir a la Iglesia como la Iglesia quiera ser servida”.