POR ARTURO GONZÁLEZ GONZÁLEZ
EL SIGLO DE TORREÓN
TORREÓN, COAH.- Una calle de tierra sin nombre, sin agua, sin luz ni drenaje, revela el contraste de vivir en este municipio, a la orilla de San Antonio de los Bravos. En primer plano: montones de basura, pepenadores de láminas y niños jugando entre el polvo. Al fondo: la mancha urbana que se expande con sus nuevos fraccionamientos del oriente-norte de la ciudad.
Los Corrales o la Acequia le llaman unos, pero lo cierto es que no se ha bautizado. Aquí mora María de los Ángeles, tiene 15 años viviendo en este rincón del ejido torreonense y comenta que han tenido que aprender a vivir con la falta de pavimento y de servicios como agua potable, alumbrado, alcantarillado y energía eléctrica.
Comparte una humilde casa de ladrillo desnudo, reja de palo y alambre con su esposo y sus cuatro hijos. Comenta que hace ya algunos meses estuvieron en el ejido personas del Municipio y que ahí les hicieron llegar algunas de las demandas. “Dijeron que ya iban a extender la red de drenaje y tubería...”, menciona María.
Pero los pobladores de esta última y anónima calle del ejido son los que mayores rezagos presentan. Basta observar alrededor para percatarse del abandono que este sector presenta, mientras que la mayoría de las otras rúas ya cuentan hasta con nomenclatura, los servicios básicos y algo de pavimento.
En los Corrales o la Acequia, la ausencia de postes de luz es suplida por cruces de madera sobre de las cuales penden los cables que llevan la luz hasta sus casas. Desde tomas de casas con tubería consiguen el agua utilizando mangueras de hule. Para sus necesidades fisiológicas, usan fosas sépticas.
Una bombilla menor a los 100 vatios afuera de sus casas la utilizan para contrarrestar la oscuridad de las noches. Tal es el caso de Armando Gaytán, quien mientras levanta un cuartito de bloques para su hermana, dice que lleva ocho años viviendo en el lugar, con en el mismo nivel de carencia.
“Mucha gente se ha ido de aquí por la falta de servicios... y es que en la Presidencia nos han dicho que en esta calle no se puede meter drenaje y los de la luz dicen que por la falta de postes no se puede instalar el cableado”, comenta Armando mientras su sobrino lo observa.
Al lado de su esposa y con sus cinco hijos han soportado la marginación. “Ni modo de irnos a otro lado, pues ya estamos aquí”.
Cerca de 20 familias de San Antonio de los Bravos padecen las mismas condiciones. Pero a lo descrito anteriormente se suma la inseguridad al caer la noche. “Por lo mismo oscuro da miedo salir ya tarde de la casa... hay mucho ‘loco’ por aquí, hace menos de un año se metieron a mi casa y me robaron un estéreo y una televisión”, cuenta Armando Gaytán.
Dice que los patrullajes de la policía municipal se realizan sólo por la tarde, cuando oscurece es difícil que circulen los agentes por el lugar.
Por si fuera poco, un rumor les incomoda desde hace algunos meses. “Se oye por ahí que ya nos quieren quitar de aquí, que por eso no ponen los servicios... quién sabe”, expresa mientras coloca el siguiente bloque sobre el esbozo de pared que construye.
Un carromato avanza lentamente por la calle sin nombre de San Antonio de los Bravos bajo el sol inclemente del mediodía. De él se bajan dos pepenadores a buscar “latas y fierros” en la basura que hay por el lugar. A lo lejos se oye y se ve un avión despegar del aeropuerto, sobre las casas de los nuevos fraccionamientos, cada vez más cerca de este otrora rincón rural del municipio de Torreón.
Entre montones de basura
La basura y el escombro ocasionan muchos problemas a los habitantes de la calle sin nombre del ejido San Antonio de los Bravos. En grandes pozos que antes se usaban para albergar ladrilleras, todo tipo de desechos se arrojan.
Los vecinos del lugar señalan que gente de la misma comunidad rural avienta sus desperdicios a un lado de sus casas. No sólo eso, a veces les prenden fuego ocasionando que el humo se les meta por las ventanas.
“Cuando hace viento, pues imagínese cómo se levanta todo el mugrero”, comenta María de los Ángeles, quien vive justo a un lado de un pequeño tiradero.
Más adelante se observa uno más grande. Cascajo, ladrillos rotos, bolsas, plásticos, fierros y hasta sillones pueden encontrarse ahí. Dos hombres caminan desde su carromato hasta el lugar del desperdicio clavando su mirada en el suelo en busca de material reciclable.
“La gente no debe admirarse de los montones de basura porque nosotros mismos estamos hasta la... de basura en el estómago; aparte de que nosotros de ella vivimos, sacamos para el chivo”, dice Gerardo Mata, pepenador.
Pero Miguel Ángel Hernández, lugareño, no comparte esa opinión. “Ojalá y ya se llevaran todo esto de aquí, nos causa muchos problemas”.
Gerardo responde a lo lejos, mientras monta a su guayín unos fierros viejos y una pelota rota: “que se lo lleve el gobierno, ellos deben hacerlo... lo que pasa es que no hay dónde echar todo esto, los del servicio (de limpieza) no se lo quieren llevar porque pesa mucho, entonces ¿la gente dónde la echa?, pues ni modo que en otro mundo”.
Falta de todo...
Éstas son algunas de las carencias que presentan los pobladores de la calle sin nombre a la orilla del ejido San Antonio de los Bravos:
- Pavimento.
- Drenaje.
- Agua Potable.
- Energía eléctrica.
- Alumbrado público.
- Seguridad.
Además de que viven rodeados de montones de basura y escombro.
FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón